La génesis del pacto con los gobernadores: dónde y quiénes gestaron el preacuerdo con el Gobierno
POLÍTICA Joaquín Mugica Díaz*El martes 20 de febrero, cerca del mediodía, el gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, recibió en Fincas Las Costas, la residencia oficial, al ministro del Interior, Guillermo Francos. Ambos se sentaron en dos sillones individuales. A la izquierda del salteño se ubicaron los mandatarios Carlos Sadir (Jujuy) y Hugo Passalaqua (Misiones). A la derecha del funcionario nacional lo hicieron Raúl Jalil (Catamarca) y Osvaldo Jaldo (Tucumán). Lo sucedido allí fue el punto de partida del preacuerdo entre la Casa Rosada y los gobernadores.
No fue una reunión partidaria. Tampoco una de viejos amigos que se reencontraron. Radicales, peronistas y provinciales. Representantes de todos los sectores sentados alrededor de una pequeña mesa para hacer política. Es decir, todo lo que Javier Milei y el ala más confrontativa del Gobierno no hicieron durante los traumáticos meses que duró la negociación de la Ley Ómnibus y que derivó en el primer golpe duro a la gestión de La Libertad Avanza (LLA). Debilidad disimulada detrás de la grieta discursiva.
Francos sabe lo que es la rosca política. Nadie se lo tiene que explicar. Y sabe también que el Presidente desprecia el toma y daca de la negociación subterránea. Lo cierto es que Milei accedió a que ese ida y vuelta de necesidades e intereses tome velocidad en el norte del país. Lo que el Jefe de Estado dijo en su discurso de anoche fue exactamente lo mismo que se habló en la residencia del gobernador salteño.
“Quiero aprovechar para mandarles una invitación: convocar tanto a gobernadores como a expresidentes a que depongamos nuestros intereses personales y que nos encontremos en la provincia de Córdoba el próximo 25 de mayo para la firma de un nuevo contrato social, llamado ‘Pacto de Mayo’ que establezca los diez principios del nuevo orden económico argentino”, sostuvo el primer mandatario.
Luego aclaró que esperaba la aprobación de la Ley Bases y que implementaría un paquete de alivio fiscal para las provincias. Para conservar la identidad de su discurso anti política, aseguró que no tenía demasiadas esperanzas en que el pacto se concretara y que esperaba que la dirigencia lo sorprenda. Trasladó la responsabilidad, mantuvo su cuota de picante y abrió el juego para sentarse a negociar. Un combo con resultado positivo.
Hay una irrealidad escondida en el discurso presidencial. Lejos de deponer sus intereses, lo que hicieron, tanto los gobernadores como el Gobierno, fue poner sobre la mesa los intereses reales para buscar un punto de acuerdo. Los mandatarios del norte del país y Francos se sentaron a negociar para abrir el camino a un acuerdo que, en términos más pomposos, Milei denominó como “Pacto del 25 de Mayo”.
Allí incluyó, en 10 puntos, varios de los temas que estaban en la ley que fracasó y en el DNU que, en gran medida, está frenado por la Justicia. Equilibrio fiscal, rediscusión de la coparticipación federal, reforma tributaria, reducción del gasto público, reforma laboral, reforma política y reforma previsional, entre otros ejes.
La reunión en Salta duró cerca de dos horas. Sáenz le planteó a Francos lo que ya había hablado previamente con los gobernadores. Lo mejor para empezar a diluir la crisis política era que cada uno pusiera sobre la mesa lo que necesitaba, encontrar el equilibrio y llegar a un acuerdo. “¿Qué es lo más importante de la ley que necesitan?”, fue una de las preguntas que se hizo en esa mesa chica. “Necesitamos certezas de los fondos que van a mandar y los recursos con los que vamos a poder contar para gobernar”, fue una de las afirmaciones que clarificaron la conversación.
Los gobernadores quieren definiciones concretas sobre el futuro de la coparticipación del Impuesto País, los vencimientos de los fondos fiduciarios, si van a poder sacar créditos para pagar deuda en dólares y cómo podrán sustituir los ingresos que perdieron con la eliminación del Impuesto a las Ganancias el año pasado. Quieren certezas para gestionar. Precisiones que atraviesen el relato libertario de las redes sociales.
Además, piden que sea una negociación en buenos términos, sin agresiones, ni chicanas. Desde la Casa Rosada dejan trascender que las provincias están necesitadas de fondos y que entendieron que el conflicto con el Presidente no los lleva a ningún lado. Llegó el momento de sincerar los requisitos y mostrar las cartas. La voluntad de los gobernadores será una parte de la negociación. La otra estará asentada sobre la cintura y la praxis política del gobierno nacional para poder consolidar los puntos de encuentros.
En esa reunión en suelo salteño no sobraron las certezas, pero sirvió para marcar el camino por donde transitar. De todos los gobernadores presentes, Sáenz fue el que ofició de vocero en los últimos días. La semana que se terminó expresó en diferentes entrevistas que existía la necesidad de bajar el nivel de confrontación. En diálogo con Infobae, fue contundente: “Para sentarnos a hablar, hay que terminar con los agravios, las represalias y los castigos”. Llamadas de alerta para frenar la escalada de violencia verbal.
La mayoría de los mandatarios - los que estuvieron en Salta y los que recibieron la convocatoria de Milei en forma positiva - están predispuestos a ir a la Casa Rosada a firmar el preacuerdo del que habló el Presidente. Entienden que en esa primera mesa de diálogo, el Gobierno esclarecerá cuál será el contenido de la segunda versión de la Ley Ómnibus. Si tendrá delegación de facultades, el capítulo de privatizaciones y las emergencias, por nombrar tres puntos claves que entorpecieron su aprobación en la Cámara de Diputados.
Esos detalles los empezarán a conocer a partir de la semana que viene, cuando Francos; el jefe de Gabinete, Nicolás Posse; y el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, comiencen a tomar contacto con los mandatarios, tal como lo anticipó Milei. “Necesitamos generar un entendimiento para poder gobernar con tranquilad. Él en la Nación y nosotros en las provincias”, expresó un gobernador que estuvo ayer en el Congreso, ante la consulta de este medio. Paz y acción. Nadie sabe con exactitud si será una realidad.
Los 10 gobernadores de Juntos por el Cambio aceptaron la convocatoria para reunirse en la Casa Rosada y, posteriormente, viajar a Córdoba el 25 de mayo. En esa lista están Carlos Sadir (Jujuy), Leandro Zdero (Chaco), Marcelo Orrego (San Juan), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Claudio Poggi (San Luis), Jorge Macri (Ciudad de Buenos Aires), Ignacio Torres (Chubut), Gustavo Valdés (Corrientes) y Alfredo Cornejo (Mendoza).
Allí también están inscriptos los peronistas Raúl Jalil (Catamarca) y Osvaldo Jaldo (Tucumán); y Gustavo Sáenz (Salta), Hugo Passalaqua (Misiones) y Rolando Figueroa (Neuquén), de partidos provinciales. Los peronistas más duros con el Gobierno mantienen el hermetismo respecto al posicionamiento. Axel Kicillof planteará su respuesta el próximo lunes, cuando abra las sesiones ordinarias de la Legislatura de la provincia de Buenos Aires.
Milei abrió el juego. Lanzó críticas duras, chicanas y sentencias grandilocuentes. Le puso a su discurso el sello de un estilo propio. Lógico. Por eso, entre otros tantos argumentos, fue votado por la mayoría de los argentinos. Pero detrás de esa presentación ante las cámaras, dejó a la luz su cambio de estrategia. Decidió negociar con los gobernadores. Hacer lo que dijo que no iba a hacer. En esta instancia ya no se trata de quién es el más fuerte, si no de quién es capaz de gobernar sin hacer explotar bombas en cada pisada.
* Para www.infobae.com