El Gobierno ya tomó contacto con operadores financieros internacionales de primer nivel. Y aseguran desde la Casa de Gobierno y el Palacio de Hacienda, que tienen la venia desde Wall Street para evaluar una nueva colocación de deuda voluntaria en el mercado norteamericano, la que podría concretarse en el mediano plazo.
Hay dos hipótesis de trabajo en Buenos Aires: la primera es una operación clásica de lanzamiento de deuda en el mercado de títulos públicos de países en desarrollo o emergentes, con un monto cuidado y una tasa de interés negociada y siempre de un dígito.
La segunda alternativa es una operación dirigida a un puñado de fondos de inversión de primer nivel mundial (alguno de los cuales ya habló del tema con el propio Javier Milei), con un interés y condiciones de previamente negociadas. Se trataría, en esta segunda modalidad, de un crédito semiprivado, que luego el inversor podría negociar en los mercados internacionales de manera también voluntaria.
En ambos casos, el dinero que se evalúa podría tomarse, sería de entre 5.000 y 8.000 millones de dólares. Al menos en una primera etapa, y dependiendo de lo que suceda en la negociación paralela que el Gobierno mantiene con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por la modificación del acuerdo vigente desde enero de 2024, y la posibilidad de conseguir fondos frescos provenientes de una liberación de fondos desde el organismo que conduce Kristalina Georgieva.
La idea del Gobierno, tal como adelantó ayer este medio, es la de acelerar la posibilidad de salida del cepo cambiario, algo que se convirtió en una obsesión conjunta tanto de Javier Milei como de su ministro de Economía, Luis "Toto" Caputo. Y que tiene a junio como plazo máximo autoimpuesto, al menos para comenzar con el proceso desregulador de las restricciones de acceso a la divisa.
Eventualmente, sería a fin de mayo, dependiendo obviamente de lo que suceda con la velocidad de liquidación sojera de la campaña 2024, algo que debería comenzar en la última semana de marzo.
Desarmar la bomba
Para comenzar el proceso de desmantelamiento del cepo, afirman el presidente y su ministro que sólo necesitaría unos US$ 5.000 millones para tomar el primer impulso y unos 15.000 millones para la liberación total. Inmediatamente después, según el mecano que Milei y Caputo tienen en mente, se iría a un proceso aún más importante y trascendente: el comienzo de la etapa de una "competencia de monedas".
Como se contó ayer, Milei evalúa todas las opciones para conseguir su meta. Esperará a conocer la evolución de la liquidación sojera que debería arrancar en los últimos días de este mes, acelerar en abril y volverse sólida entre mayo y junio. Y si las reservas en el Banco Central de la República Argentina (BCRA) llegaran a un azul de US$ 5.000 millones (hoy en negativo en aproximadamente US$ 3.000 millones y que podrían subir a un azul de 5.000 en todo el año), comenzará inmediatamente el proceso.
La primera opción para reforzar las reservas sigue siendo mejorar el acuerdo con el FMI. En estos días (en conversaciones semisecretas) el tema está siendo tratado entre los negociadores oficiales de las dos partes, con reuniones vía zoom (y alguna personal) donde se discuten condiciones generales de mejoras en la letra fina del programa de Facilidades Extendidas vigente y que se cerró en enero del 2024.
Argentina se compromete a cerrar este año con un superávit primario de 2,1%, emisión monetaria cero y reservas por US$ 8.000 millones. En teoría, teniendo los datos de febrero casi cerrados, la gestión de Milei estaría cumpliendo. Ante este panorama, el gobierno argentino quiere que desde el Fondo Monetario se liberen fondos por el buen e inédito comportamiento local en cuanto a la búsqueda de equilibrios macro y financieros, los que para poder ser definitivamente exitosa debe incluir una rápida salida del cepo.
Se sabe además que hay negociaciones directas con el gobierno de los Estados Unidos para materializar el apoyo prometido por la secretaria del Tesoro de Estados Unidos Janet Yelen, dado personalmente hace 10 días en San Pablo al propio Luis "Toto" Caputo en la cumbre del G-20. Y que este tipo de ayudas se materializa siempre a través del FMI.
Sin embargo, es una realidad que el organismo tiene vida y criterios propios y que quizá no esté dispuesto a apoyar el 100% de las ideas del libertario. De ahí que existe el Plan B o plan complementario de recurrir a inversores externos voluntarios para plasmar el fin de las restricciones al acceso a los dólares.
La explicación técnica para acelerar el proceso se da en la Casa de Gobierno es simple. Y coincide en el diagnóstico de la número dos del FMI, Gita Gopinath. Con el cepo vigente a pleno, es imposible pensar en una recuperación seria de la economía real y una salida de la implacable recesión actual, el gran debe del gobierno de Javier Milei.
Esto es así, al menos en un capítulo clave: la posibilidad que las empresas multinacionales puedan derivar sus ganancias locales al exterior, algo limitado desde los finales del gobierno de Mauricio Macri y prohibidísimo durante los años de Alberto Fernández, donde se consideraba a estar operaciones directamente una "fuga de capitales".
Comprende la actual gestión que es imposible pensar en nuevas inversiones reales en sectores expansivos sin la garantía que la rentabilidad de esa apuesta (siempre riesgosa en Argentina), pueda convertirse en divisas derivadas a las casas centrales. Así funciona el mundo. El Fondo Monetario abriría el caño de dólares para este fin, pero no para otros como liberación del mercado cambiario o disponibilidad de divisas para los particulares. Mucho menos para intervenir en el precio del dólar, algo que en realidad (por cuestiones ideológicas) Milei aborrece.
El FMI no se niega a liberar ese dinero, pero tiene restricciones para modificar el acuerdo de Facilidades Extendidas cerrado en enero, y le pide al tándem Milei-Caputo muchos exámenes para conseguir esos apetecibles US$ 5.000 millones. Pero el Presidente ya tomó la decisión y si las circunstancias ayudan (más bien, no complican) comenzará a abrirse el cepo.
Si no llegara a tiempo la ayuda del organismo que dirige Georgieva, piensa en el plan B: endeudarse. Afirman desde el Palacio de Hacienda que los contactos siempre sólidos de Caputo están intactos, y que por ese dinero no habría problemas para avanzar en la operación voluntaria a tasas normales de mercado. Muy menores a la que la lógica de un Riesgo País que se resiste a perforar hacia abajo los 1.600 puntos básicos indicaría.
El costo político
Milei no le teme al "qué dirán" y no tiene problemas de asumir el costo político de tomar nueva deuda externa voluntaria en divisas, si esto le permite cumplir con su próximo faro de abrir las restricciones al acceso a las divisas.
Hay un dato muy guardado y es que el propio Presidente tiene apalabrados a varios financistas de su proyecto, ya desde antes de asumir el 10 de diciembre, que sólo esperan su llamado para ejecutar. Caputo también tiene los suyos. La decisión está entonces "en evaluación", según altas fuentes oficiales.
Si se diera, el próximo paso sería la también esperada etapa de la "libre competencia de monedas". O el título que finalmente le imponga Javier Milei a la idea. Ya lo habló personalmente con Gita Gopinath e interpretó en aquel encuentro de una hora cuarenta minutos de febrero, que el Fondo Monetario no podrá trabas. La idea que Milei y Caputo tienen en mente es una primera etapa de la "libre competencia" donde cualquier moneda aceptada por la sociedad, conviva con la doméstica.
Esto es, que cualquier transacción pueda realizarse en dólares, reales, euros o pesos chilenos, a la vez que también el peso argentino tenga vida libre. Pero manteniendo como obligatorias algunas obligaciones fiscales y tributarias para realizarse en pesos, como el pago de impuestos, salarios públicos, pago a proveedores y giros a las provincias por coparticipación.
Con información de MDZ