Aunque la ideología y la gestión los encuentre en los extremos opuestos del tablero político, el presidente Javier Milei y el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, tienen algo en común: logran sobrellevar sus gobiernos en medio del desastre económico gracias a una oposición fragmentada que no logra discutirles el liderazgo; en el caso bonaerense, una estallada en mil partes que lidia con crisis de identidades.
El Presidente consiguió su primer triunfo con la aprobación de la ley bases en Diputados. Lo logró con sólo 38 legisladores propios y una pila de adhesiones opositoras, imposibles de conseguir si enfrente tuviera bloques poderosos, fuertes y sin fisuras. En Buenos Aires, aunque arda, el peronismo conserva un fuerte capital electoral -sacó el 46% de los votos hace seis meses- en el territorio que concentra casi el 38% del padrón electoral nacional.
El proceso de reconfiguración política e identitaria que atraviesa la oposición le da al oficialismo bonaerense el margen para dirimir la guerra interna, terminar con el ataque a bastonazos de mariscal entre dirigentes del espacio, como graficó Cristina Fernández de Kirchner el sábado pasado en Quilmes. El PRO, la UCR y La Libertad Avanza buscan un norte por ahora difuso, con un horizonte lejano.
La convergencia que busca el PRO
El partido que fundó Mauricio Macri pisa la delgada línea violeta con un fuerte respaldo al gobierno nacional, mientras trata de mantenerse como espacio independiente en la provincia, donde radicaliza su postura crítica a Kicillof para no perder el capital político que lo tiene como la principal fuerza opositora en la Legislatura bonaerense.
En ese juego equilibrista, el diputado Diego Santilli asoma como una de las cartas electorales más visibles del PRO para 2025. El perfil libertario friendly que El Colo le imprime a sus posteos en las redes sociales lo ponen en la riesgosa posición de no poder volver a ser oposición si es que su idea de converger con La Libertad Avanza se frustra y el partido de Milei lanza un candidato purasangre.
La Libertad Avanza, entre leales y prestados
La figura que encabece una boleta libertaria podría ser José Luis Espert, indultado por Las Fuerzas del Cielo y operador estrella del Presidente, que culminará su mandato como diputado el año próximo. Es una de las caras más conocidas en Buenos Aires, junto a Carolina Piparo, con quien accedió a su banca hace tres años.
La platense no cuenta con la confianza de la Casa Rosada y eso hace crecer las acciones de Espert, quien sólo perdería ese mano a mano con Karina Milei, la secretaria general de la Presidencia que suena como carta electoral más poderosa para un armado 100 por ciento violeta. Tal vez el PRO y LLA deban aplicar el manual de buena convivencia para disputarse espacios en los distritos con el fin de vencer a Kicillof.
Habrá que ver, también, cómo juega la tropa libertaria en la Legislatura bonaerense, donde varios espacios dicen defender las ideas de la libertad, pero pocos tienen línea directa con la Casa Rosada. ¿Bancarían a Espert, distanciado en 2021 de Milei, candidato de Horacio Rodríguez Larreta en 2023 y reincorporado a LLA hace un puñado de meses? ¿Qué respaldo le darían esos bloques a un candidato de convergencia con el PRO?
La UCR espera un ordenador
El otro actor desordenado de la oposición en Buenos Aires es la UCR. Espera un liderazgo renovado que llegará de la mano de las elecciones partidarias que se celebrarán a fin de este año, pero que intenta unificar posturas entre el presidente del partido, Martín Lousteau; el titular del comité bonaerense, Maximiliano Abad, y el diputado Facundo Manes. Es un camino que desandan intendentes y legisladores que pretenden unificar posiciones para mostrarse opositores al gobierno nacional.
Abad condujo al radicalismo a la alianza con Patricia Bullrich y la derrota electoral lo debilitó, aun cuando sigue siendo referencia de muchos de los 27 intendentes que tiene el radicalismo en Buenos Aires. Manes pretende volver a influir en el armado del partido, aunque sus correligionarios le piden "poner los pies en el plato" para sentarse a discutir. Lousteau precisa robustecer su armado línea Evolución bonaerense para respaldar su gestión nacional.
Gran parte de la dirigencia asegura que cuando se elija un nuevo presidente del partido se ordenarán todas las expresiones detrás de esa figura. Así, la UCR estará lista para afrontar una nueva elección, aunque con la incertidumbre que reina sobre si lo hará con un nuevo socio o no, tras el divorcio y la separación de bienes con el PRO.
El laberinto no discrimina por colores ni partidos políticos. El proceso de reestructuración atañe a todos, en el que se miden fortalezas y debilidades, oportunidades y amenazas internas con el sólo objetivo de conformar una mayoría que le permita derrotar a Kicillof en 2025.
con informacion de letra p.