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La cuarentena de Roberto Lavagna: una propuesta para pymes y el rechazo a “las ideas locas”

El ex ministro colabora pero no quiere ocupar ningún cargo. Va por la revancha con un proyecto que impulsó en el 2005 y que el kirchnerismo frenó cuando dejó el Gobierno

POLÍTICA 31/05/2020 Analía ARGENTO
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Roberto Lavagna está convencido de que podría haber sido presidente. Cree que sería el conductor de la crisis y la pandemia, el hombre que superara la grieta, si no fuera por las alianzas del peronismo y si Miguel Ángel Pichetto y Sergio Massa no hubieran migrado a Juntos por el Cambio y al Frente de Todos. Tres veces en los últimos días expresó opiniones a través de las redes sociales. Habla desde Máximo Paz, donde pasa la cuarentena en su cabaña La Clo. Lo hace cuidadosamente y por escrito. Y desde allí apoya al Gobierno.


En marzo respaldó las medidas del Poder Ejecutivo por la pandemia, al igual que todo el arco opositor. En abril pidió unidad, generosidad y moderación. El mensaje fue dirigido tanto al oficialismo como a la oposición, al empresariado, al sindicalismo, a las organizaciones profesionales y a los movimientos sociales. En mayo jugó más fuerte: se metió con la deuda, rechazó la “loca idea” de la diputada kirchnerista Fernanda Vallejos para que el Estado se quede con acciones de las empresas a las que asiste en el pago de sueldos. Este sábado respaldó un proyecto a favor de las pymes muy parecido al que impulsó en el 2005 y que se frustró cuando dejó el Gobierno.

Desde que perdió la elección el año pasado nunca más habló con Margarita Stolbizer, su aliada del GEN. Mucho antes perdió el vínculo que tenía con Sergio Massa. Mantiene en cambio conversaciones telefónicas tanto con el presidente Alberto Fernández como el ministro de Economía Martín Guzmán. Sólo si le preguntan da su opinión y algún consejo. Dejó incluso la actividad privada, no ejerce como consultor. Pero no está jubilado ni técnica ni simbólicamente. Desde Cañuelas, donde antes pasaba todos los fines de semana y ahora está instalado junto a Claudine, su mujer, reparte el tiempo entre la crianza de vacunos, las charlas por videollamada o teléfono y varios Zoom. Con sus hijos y nietos mantiene la relación a distancia aunque tiene algunos problemas de conectividad.

A pesar de haber perdido la elección en octubre sigue activo y atento a la agenda pública nacional. En su lista de contactos frecuentes están su gran amigo y compañero de años en temas internacionales Rodolfo Gil. El Presidente lo designó embajador en Portugal pero Lavagna apenas lo cuenta como un gesto hacia él. En cambio le atribuye el mérito al propio Gil que entabló una relación directa con Alberto Fernández dos décadas atrás cuando acompañaron a Eduardo Duhalde en su candidatura presidencial de 1999. Consolidaron la amistad mientras Gil estuvo en la OEA como delegado de Duhalde primero y de Néstor y Cristina Kirchner después.


La misma regla aplican para el electo embajador en Francia. Leonardo Daniel Costantino acaba de ser designado para esa representación diplomática. El viernes se publicó el Decreto 496/2020 en el Boletín Oficial. Costantino, de 49 años, (“Leo” para el entorno lavagnista) fue secretario privado del ex ministro de Economía y Producción entre abril de 2002 y noviembre de 2005. En la última gira internacional Alberto Fernández se lo encontró en París donde como miembro del servicio exterior ocupaba el cuarto lugar en la sede diplomática. En ese viaje retomaron la relación.

El ex vocero de Lavagna, Armando Torres, prefiere las charlas telefónicas o las videollamadas antes que las reuniones múltiples por Zoom con el ex candidato a presidente. Intercambian ideas y reflexiones sobre la situación actual y el futuro. Incluso algunos documentos sobre temas generales y de coyuntura.

Eduardo ‘Bali’ Bucca, diputado y jefe del interbloque Federal es otro de los dirigentes a los que le tomó cariño. Ya en campaña al economista lo sorprendió la vida de ‘hombre común’ que lleva el bolivarense. Dicen que en charlas privadas resalta su capacidad de trabajo y menciona su “frescura” y “originalidad” por embarcarse en temas que tal vez no le den rédito político pero de los que está convencido de dar batalla. Siguió de cerca el devenir de la “Ley Silvio”, el programa de protección para los trabajadores del sistema de salud que presentó Bucca el 1 de abril y finalmente fue una de las tres primeras normas sancionadas en forma remota. Lavagna y Bucca suelen tener charlas por Zoom.

Lo mismo ocurre con Jorge Sarghini y el santafesino Miguel Lifschitz, a quien recibió el verano anterior en Cariló y desde entonces construyeron una profunda amistad. Bucca y Lifschitz son médicos además de políticos. Es otra razón por la que los escucha en este momento. Con el ex gobernador santafesino y actual presidente de la cámara de diputados de Santa Fe suelen conversar sobre el federalismo. A Lavagna le gusta el intenso trabajo del socialista y de los referentes de su espacio que trabajan en sintonía con Bucca y Alejandro ‘Topo’ Rodríguez como el marplatense Jorge Illa y los santafesinos Enrique Estévez y Luis Contigiani.

Otra figura por la que expresa en privado admiración es Graciela Camaño. A los propios les dice que es “la mejor legisladora argentina”. El diputado salteño Andrés Zottos tiene el récord de haber apoyado a Lavagna en la candidatura presidencial del 2007 mientras que el ‘Topo’ Rodríguez le había prometido acompañarlo y dejar lo que estuviera haciendo si se lanzaba a la presidencial. Fue la razón por la que dejó el municipio de La Matanza tal como le había advertido a Verónica Magario antes de que lo nombrara jefe de gabinete. El diputado suele recordar que más allá del buen vínculo y agradecimiento con la entonces intendenta, era más fuerte su amistad con el ex ministro de Economía de Néstor Kirchner.

Entre los más jóvenes e incondicionales está Eugenio Casielles, mano derecha en su momento de su hijo Marco y único legislador porteño que fue electo por Consenso Federal.

En diciembre desde la principal oposición acusaron a Lavagna de ser “funcional” al gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Sus diputados dieron quórum para la emergencia económica y su hijo Marco Lavagna fue nombrado al frente del Indec, además de que Carlos Hourbeigt es director del Banco Central y Matías Tombolini fue designado en el Banco Nación. Esta última semana los diputados de Juntos por el Cambio le apuntaron desde el Congreso donde intentaron sin éxito sesionar en contra de la delegación de facultades al jefe de gabinete para disponer de las partidas presupuestarias a discreción para atender la pandemia. “Ni siquiera hubiera alcanzado, para ser rechazado un DNU debe ser votado en contra también en el Senado donde el Frente de Todos tiene mayoría”, advirtieron desde el espacio lavagnista en su propia defensa.

Ni Lavagna ni su entorno quieren responder a esas críticas. Intentan mantener distancia de ambos extremos. E insisten en que el ex ministro de Economía aspiraba a ser el presidente que terminara con la grieta. El interbloque que integran en la cámara baja tiene 11 diputados de los cuales solo tres pertenecen a Consenso Federal. Del trío “lavagnistas” dos estuvieron el jueves en el recinto virtual: Graciela Camaño y Jorge Sarghini. El único ‘ausente’ fue Alejandro ‘Topo’ Rodríguez, jefe del bloque y voz política del sector. Tampoco asistieron los cordobeses que responden a Juan Schiaretti ni los justicialistas Eduardo Bucca y Andrés Zottos. Sí se conectaron y participaron activamente dos aliados santafesinos: Enrique Estévez y Luis Contigiano que repartieron críticas hacia el Ejecutivo pero mucho más hacia los diputados de Cambiemos. Aunque con casi Lavagna habla regularmente, juran que no le piden permiso y que él no les pone condiciones. De todos modos varios le avisan qué van a hacer.


“Roberto Lavagna está ayudando porque quiere que a la Argentina le vaya bien. Nunca va a negar su opinión o un consejo”, confirmó “Topo” Rodríguez y de la misma manera se expresaron otros dirigentes que recordaron que también en los primeros tiempos de Mauricio Macri fue prudente y cuidadoso. Eso sí, aclararon que efectivamente tiene mayor afinidad con las políticas que podría poner en marcha el actual presidente que las que impulsó su antecesor. Y lo dicen en potencial porque la gestión recién arranca y gran parte de los planes se frenaron desde la aparición del COVID-19.

En Consenso Federal revelan que además de hablar con el Presidente y con Guzmán Lavagna tiene algunos intercambios con otros funcionarios pero nada cuenta sobre lo que conversa. El propio Guzmán reveló esas charlas en un encuentro con empresarios y sindicalistas en la Quinta de Olivos.

Lo que no aceptará, juran cerca de él, es un rol institucional. Vuelven a aclararlo estos días cuando nuevamente se menciona el proyecto de creación de un Consejo Económico y Social. El Presidente cree que es un cargo a medida del ex ministro. Sin embargo, aunque el mismo Lavagna impulsó una idea casi igual como candidato, ya avisó que no hay manera de que acceda. Está seguro de que el rol que le dio la ciudadanía en la última elección es el de la moderación para ayudar a mantener el equilibrio.

De todos modos hizo varios “respetuosos” llamados de atención. El más contundente fue el del 22 de mayo cuando se plantó contra la idea de Fernanda Vallejos respecto a la posibilidad de que el Estado se quede con acciones de empresas a las que asiste: “El papel del Estado es esencial como lo demuestra la pandemia. EDUCACIÓN, SALUD y Equilibrios Sociales son campos prioritarios para el Estado. No lo es, en cambio, la invasión -como algunos proponen- del campo de la actividad, el ingenio y el esfuerzo de la iniciativa privada. El equilibrio entre lo estatal y lo individual es requisito para el bienestar y la justicia social. ¡No sigamos, como sociedad, tambaleándonos sucesivamente entre los extremos!”. Lavagna expresó así su rechazo después de que dos ministros le dieran cierta validez y antes de que en Formosa el Presidente asegurara que eran “ideas locas” aunque pidió un sistema impositivo más equitativo. Lavagna tomó nota de los dichos del Presidente y se tranquilizó.


Al ex ministro le hubiera gustado que Alberto Fernández y su equipo fueran más contundentes en el inicio de la gestión en señalar que Argentina ya estaba en default. Y que el reperfilamiento era una responsabilidad del gobierno anterior. Cree que faltó reforzar esa idea. Así lo ha dicho en la intimidad y con cierta amargura. Pero destacó la “buena fe” del Frente de Todos al encarar la renegociación.

Ahora, a más de dos meses de iniciada la cuarentena, sin rechazar la forma de lucha contra la pandemia, volvió a romper su autoimpuesto silencio. Lo hizo para respaldar un proyecto de ley a favor de las pymes, una manera de reactivar la golpeada economía que con el COVID-19 puede caer mucho más. Se manifestó incluso con lenguaje peronista al impulsar el tratamiento del proyecto presentado por “Topo” Rodríguez en el Congreso. Una parte de la iniciativa un calco de su versión del 2005, proyecto aprobado por Diputados por amplia mayoría. “El Ejecutivo la dejó morir en el Senado”, reprochó.


La iniciativa apunta a sostener la capacidad productiva y el empleo de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas de Argentina (MiPyMES) que contempla el otorgamiento de créditos a 24 meses, con seis de gracia y tasa de interés 0 para ser destinados al pago de nómina salarial y/o recomposición de capital de trabajo.

Parece un plan para superar la grieta entre algunas propuestas presentadas por los extremos, tanto del kirchnerismo (el impuesto a la riqueza) como del macrismo que en el Senado pidió descontar impuestos de las inversiones que se hagan.

En este caso el lavagnismo propone beneficios fiscales como el acogimiento a un Régimen Especial de Capitalización que permita eximir del Impuesto a las Ganancias las utilidades que se reinviertan en la compra, construcción, fabricación o elaboración de bienes de capital muebles –excluidos automóviles- o inmuebles, amortizables para el impuesto a las ganancias o, en su caso, que resulten afectados a la explotación alcanzada por ese tributo. E incluye como condición no despedir personal.

Desgravar del impuesto a las Ganancias es una idea clonada de aquella Ley Pyme que el ex ministro Roberto Lavagna envió al Congreso en septiembre de 2005, con su firma y la del entonces Jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Aunque la aprobó la Cámara de Diputados no fue ley porque el Senado nunca la trató.

Fuente: Infobae

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