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Máxima tensión por el dólar, Venezuela y el FMI

Los empresarios le piden al Presidente correcciones en la actual estrategia cambiaria. La cuestión se habló en Olivos. Un informe del Fondo es extremadamente crítico.

OPINIÓN 11/10/2020 Marcelo Bonelli
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Los hombres de negocios le pidieron al Presidente correcciones en la actual estrategia cambiaria. Ocurrió en varias conversaciones secretas que Alberto Fernández tuvo en la Quinta de Olivos. Algunos propician un deslizamiento mayor del tipo de cambio comercial. Pero la mayoría coincide en oficializar un dólar libre para el ahorro, el turismo y transacciones privadas. 

La cuestión se habló en forma precisa en la reunión donde estuvo el jefe de la Unión Industrial. Miguel Acevedo fue concreto: para la UIA, el “cepo” es una irracionalidad económica y propicia un mercado libre para particulares, sin intervención del Banco Central. Acevedo continuó. Para el jefe de la UIA, ese mercado libre tiene que canalizar el dólar ahorro, el billete para operaciones inmobiliarias y los gastos de turismo.

El empresario concluyó: “Descomprime al dólar oficial. El BCRA no perdería reservas”. Un trío de líderes fabriles era testigo: Roberto Urquía, Luis Betnaza y Javier Madanes Quintanilla. También había varios ministros. Martín Guzmán escuchó en inquietante silencio. Solo al final del encuentro el ministro respondió: “Miguel, eso es irrealizable”. Y contragolpeó: “Ese dólar se iría rápido a 200 pesos”.

Acevedo no está solo. La Asociación de Bancos Argentinos machacó al BCRA para armar ese mercado libre. Este viernes, importantes empresarios insistirían en el tema en un almuerzo en Olivos. Están invitados Marcos Bulgheroni, Marcelo Mindlin y Jorge Brito.

Los banqueros recibirán igual negativa. Guzmán -además- se escuda en lo siguiente: dice que un doble mercado no es aceptado por el Fondo Monetario Internacional.

El domingo termina la misión del FMI. Julie Kozak y Luis Cubeddu llegaron a la Argentina con cautela y “pie de plomo” político. Ambos emisarios recibieron –antes de viajar– un informe confidencial que elaboró el staff del FMI, en el cual se evalúa como endeble la situación política argentina.

El documento es realista, pero extremadamente crítico sobre lo que ocurre en Buenos Aires. Habla de la fragilidad económica de la Argentina y también del debilitamiento político en la conducción de la Casa Rosada.

Según fuentes financieras, el trabajo refleja las peligrosas peleas en el Frente de Todos y hablaría de la grave tensión social en el conurbano. El texto es dinamita y por eso muy hermético. Dicen que su redacción habría estado a cargo del Departamento de “Estrategia Política y Evaluación” del FMI.

Su existencia es confirmada al máximo nivel político de Argentina. Un vocero del FMI –ante una consulta de Clarín– dijo desconocer su existencia.

El texto concluye con una recomendación política: frente a la gravedad de los problemas, se propicia evitar conflictos para que no acusen al FMI de ser el responsable de otro derrape en la Argentina. Por eso, el texto del documento secreto habría sido el motor de la última declaración de Kristalina Georgieva para descomprimir: “No venimos a la Argentina con la idea de pedir más ajuste”.

Georgieva y el Presidente habrían coordinado sus últimas apariciones públicas. Alberto hizo un giro copernicano y el domingo salió a hablar bien del Fondo y pedir un rápido acuerdo. Alberto afirmó: “Aspiro a tener un acuerdo lo antes posible”. La Casa Rosada quiere que un acuerdo con el FMI sea “un ancla” para bajar la incertidumbre y frenar la corrida del dólar.

Acelerar el convenio también obedece a otra cuestión: no avanzó la negociación para activar el “swap chino”. China es inflexible y comunicó que no baja el costo financiero para utilizar los yuanes. El voto de Argentina por Venezuela obedece a esta trama: la indefendible situación de Maduro y la necesidad de alinearse con EE.UU. para obtener el apoyo de Washington en la negociación con el FMI.

El Presidente –antes de asumir- se reunió en México con un enviado de Donad Trump, el polémico Mauricio Claver Carone. Fue el 6 de noviembre. Carone -ahora titular del BID- concurrió al encuentro con el empresario argentino Gustavo Cinosi. Felipe Solá exclamó con fastidio: “¿Qué hace este tipo acá?”.

Alberto y el canciller se enteraron de que acompañaba a Carone. Increíblemente, el cuestionado empresario participó de la reunión binacional. El delegado explicitó las condiciones de la Casa Blanca para que EE.UU. diera un aval en el FMI. Un tema clave fue Venezuela. Carone pidió que Argentina acompañara –con sus matices propios– la posición de EE.UU. El informe confidencial político del FMI aborda –como un punto central- también las diferencias en la cúpula del poder.

La tensión entre Alberto y Cristina genera un desgaste adicional a la Casa Rosada. El diálogo entre ambos es –últimamente– tenso.

Cristina considera que el Gobierno no tiene gestión y eso complica la solución de la crisis económica. Propone cambios en el gabinete y correcciones para tener éxito en las elecciones de medio término. La vicepresidenta tiene una convicción. Los comicios son claves para su futuro judicial y su proyecto político futuro: “Máximo Presidente”.

Alberto –a su vez- está harto de que, desde el Instituto Patria, el kirchnerismo duro intente marcarle la cancha y desgastar su gestión. También, que surjan las peores versiones contra la Casa Rosada. Cristina no soporta que los laderos de Alberto la acusen de tener “ideas anacrónicas” y que la culpen de ser la “mala” que genera los problemas actuales de la Casa Rosada. El equipo económico expuso su “amateurismo” en la implementación de las últimas medidas cambiarias.

Hay una regla no escrita, que dice lo siguiente: las decisiones sobre el dólar deben hacerse los viernes. Eso permite una ventana de 72 horas para su implementación y explicación. Miguel Pesce instrumentó el cepo un martes y tardó ocho días en normalizar el mercado. Ese error fomentó versiones que provocaron el pánico en los ahorristas.

Guzmán bajó las retenciones un jueves, pero la medida entró en vigencia un martes. Se frenó la liquidación y el BCRA perdió 200 millones de reservas. Ahora hay un entusiasmo por una eventual derrota de Donald Trump. Un triunfo de Joe Biden puede beneficiar a América Latina, pero técnicamente frena cualquier decisión en el FMI: nadie va a tomar resoluciones sobre Argentina hasta que asuma en nuevo gobierno en enero y designe a los nuevos funcionarios.

Se trata de errores no forzados, que complican los problemas reales. La cuestión central: el paupérrimo nivel de reservas en el BCRA.

Encima, Guzmán y Miguel Pesce propician estrategias enfrentadas. Los emisarios del FMI lo saben. Pesce quiere restringir al máximo la demanda. Guzmán, aumentar la oferta.

Pesce dice que hay que acentuar el control para evitar una corrida cambiaria.

Guzmán quiere achicar la brecha y propone acelerar las minidevaluaciones. El ministro cuestiona al BCRA porque no interviene en el mercado de bonos, para achatar la brecha. El BCRA contragolpea: acusa del problema a la política fiscal de Guzmán. Son muchas diferencias, para poner –un mínimo– orden cambiario. Este jueves, siguió el goteo.

Ambos funcionarios tienen otro problema: la deuda de las compañías privadas. En Wall Street se aceptó –parcialmente- el primer acuerdo de una empresa líder: el plan del Banco Hipotecario recibió una adhesión del 46 %. Necesitaría el 60 %. Por eso todos están pendientes: ¿El BCRA dará los dólares que faltan? ¿O dejará a las compañías solas frente a la avidez de los “lobos” de Wall Street?

Marcelo Bonelli para Clarín

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