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Los cortesanos de Cristina

La escandalosa decisión de la Corte Suprema abrió las puertas para que Cristina termine de diseñar una justicia adicta, a su imagen y semejanza y que le garantice la impunidad y la venganza que busca con tanta desesperación

OPINIÓN 05/11/2020 Alfredo Leuco*
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Si a esto le sumamos que van a designar al Procurador más fanático que encuentren y que la comisión Beraldi va a recomendar todo lo que la beneficie, estamos ante lo que alguna vez definí como “Cristinato”. Es una manera de rebautizar el “Unicato”, concepto que desde 1886, con la presidencia de Miguel Juárez Celman, resume el abuso y la concentración de poder basado en prebendas y castigos. Estos niveles de opresión parieron la “Revolución del Parque”, conducida por la naciente Unión Cívica de Leandro Alem, Hipólito Yrigoyen, Marcelo T de Alvear, Bartolomé Mitre y Aristóbulo del Valle, entre otros. 

El Cristinato, no tiene piedad ni contemplaciones con nadie. Avanza en forma autoritaria, a paso redoblado y tambor batiente.

La decisión de los cortesanos de Cristina es de una extrema gravedad institucional y generó un verdadero terremoto que encendió las alarmas de muchos ciudadanos independientes, auto convocados que este domingo se van a expresar masivamente en el 8N. En las redes sociales se advierte que la temperatura de la desilusión y la bronca aumentó geométricamente. Hasta ahora a las consignas habituales, se había agregado un rotundo: “No a Rafecas”. Pero en estos momentos crecen hashtag como “Corte traidora a la patria o jueces que avergüenzan”, por mencionar solo a los más respetuosos y que no insultan.

Ricardo Lorenzetti, Horacio Rosatti, Juan Carlos Maqueda y la doctora Elena Highton estarán en muchas pancartas de las exigencias de los banderazos del próximo domingo.

Alejandro Fargosi, ex miembro del Consejo de la Magistratura fue terminante en su tuit: “Listo. Chau República. Domina al Ejecutivo. Domina al Legislativo. Domina al Judicial. Y no estoy hablando de Luis XIV.” Fargosi no lo dijo, pero yo aclaro que Luis XIV de Francia, fue el que pronunció la frase “El estado soy yo”, en el contexto de una monarquía absoluta. En este caso la referencia, es obviamente a Cristina. Por eso yo le hablé de Cristinato.

Mucha gente lo piensa y no todos los dicen, pero la Corte Suprema acaba de entregarle poco menos que la suma del poder público a este cuarto gobierno kirchnerista o la tercera presidencia de Cristina, como la bautizó Carlos Reymundo Roberts. Ojalá me equivoque, pero esto desata un mayor nivel de inseguridad jurídica, algo que de inmediato se ve reflejado en la huida de las inversiones que tanto necesita la hecatombe económica en que nos metió el fracaso de este gobierno.

Es que muchos dicen que, entre otras barbaridades, la Corte se desdijo de lo que había opinado anteriormente cuando aseguró que un traslado de jueces, en la misma jerarquía y fuero no necesitaba de un nuevo acuerdo en el Senado. Fue en el 2018 y mediante dos acordadas por falta de una. Hoy intentaron disfrazar su tributo a Cristina diciendo que los jueces que ella quiso desplazar se van a quedar, pero solo interinamente hasta que los magistrados definitivos se elijan por concurso. Un dibujo teórico que no engaña a nadie. Una sarasa teórica para ocultar lo verdaderamente importante.

Borraron con el codo lo que antes habían escrito con la mano. Es bueno dividir los tantos y separar la paja del trigo. Cuando hablo de la Corte, en este caso, hablo de todos sus integrantes menos de su presidente, el doctor Carlos Rosenkrantz que votó en contra de este despropósito. Escribió que “La Corte debía pedirle al Consejo de la Magistratura que cesara cualquier acto destinado a desplazar “a los jueces cuestionados por el gobierno nacional.

Le repito que la gente común que milita en las redes está que arde. Edgardo Garófalo, a quien no conozco, escribió que “la Corte le acaba de dar a la República a los peores enemigos de la República”. Para muestra, basta un botón. ¿Es el fin de la división de poderes? Los jueces desplazados a plazo fijo en sus presentaciones hablaron de “una violación a las garantías constitucionales de legalidad, división de poderes e inamovilidad en el cargo de la que gozan los jueces”. Trascendió que los tres magistrados que pusieron en la picota estudian la posibilidad de pedir licencia e incluso de renunciar. Es que Cristina se salió con la suya. Quedarán las vacantes necesarias para que ella las pueda cubrir con sus jueces militantes y controlar la Cámara Federal Porteña. Ahí morirán todas las causas de corrupción que Cristina debe afrontar. Ese era el objetivo principal y la Corte se lo concedió.

Como si esto fuera poco el ex jefe de inteligencia del gobierno de Cristina, el diputado Rodolfo Tailhade tiene como tarea principal voltear todos los testimonios de los arrepentidos. Ya están cuestionando la legalidad de esa ley que permitió recoger tantos testimonios y pruebas que incriminan con mucha rigurosidad a Cristina y al cártel de los Pingüinos Ladrones.

Alberto, al conocer al fallo de los cortesanos, se agrandó y pasó a ser más cristinista que Cristina. En Avellaneda les dijo a los diputados que se dignen a tratar la ley de reforma de la justicia que envió a la Cámara Baja.

Es la consagración del sueño del nacional populismo chavista y corrupto. Digo sueño, porque hablo del poder de los Fernández. En realidad, es una pesadilla para millones de argentinos.

El resumen de tres palabras que hizo Jorge Lanata de la carta de Cristina puede servir para titular esta peligrosa actualidad: “A los botes”.

Hay que recordar que la persecución del estado nacional hacia los camaristas Pablo Bertuzzi y Leopoldo Bruglia fue porque en su momento ratificaron el procesamiento de Cristina como jefa de una asociación ilícita en la Causa de los Cuadernos de las Coimas que es el robo más sistemático y millonario que se hizo en la historia democrática de los dineros públicos. Néstor y Cristina lo hicieron. En el caso del juez Germán Castelli el castigo K es porque tiene a su cargo la etapa oral del juicio por el mismo robo, el más grande de la historia democrática.

El mecanismo de trasladar jueces tiene una larga historia y todos los presidentes lo hicieron, incluida Cristina que lo hizo en 18 ocasiones.

Ahora viene lo peor. Porque no volvieron mejore. Volvieron más decididos a atropellar las instituciones.

Hace poco le dije y ahora le repito que Pepe Nun no es un gorila ni un oligarca. Néstor Kirchner lo designó Secretario de Cultura de la Nación, cargo en el que estuvo durante 5 años. Es un abogado recibido con honores, un politólogo que llegó a investigador superior del Conicet, un intelectual muy respetado que completó su formación en Paris, Nueva York y Canadá. Si fuera un gorila o un oligarca, Kirchner no lo hubiera sumado a su gestión y Nun, tampoco hubiera aceptado.

Hoy, sus opiniones, son reproches durísimos contra Cristina y su gobierno. Pepe dijo que estamos viviendo una “autocracia absolutista” y calificó a Cristina como “la presidenta de facto que maneja el Senado a su antojo”. Muchas veces, utilizamos gobierno de facto como sinónimo de dictadura. En realidad,” facto” es un término latino que significa “hechos consumados”, o “por la fuerza de las circunstancias. Y es cierto. Cristina es la presidenta por la fuerza de las circunstancias y por un hecho consumado.

Yo apunto a lo mismo, pero lo digo de otra forma. La llamo la jefa del jefe del estado. Estoy convencido que es la principal anomalía que estamos viviendo. Y todos los problemas más complejos que estamos atravesando los argentinos derivan de ese pacto espurio entre Cristina y Alberto: vos me das la impunidad y yo te doy el sillón de Rivadavia. Tiene razón, Pepe Nun: no hay un doble comando como algunos ingenuos o transas, creían. Hay una usurpación del cargo por parte de Cristina que es la única que manda en el gobierno.

Daniel Sabsay, tal vez el constitucionalista más importante definió el gobierno como un “régimen vice presidencial” y aseguró que esa es la principal violación de la Constitución, en el artículo 87 que define como “unipersonal” al Poder Ejecutivo. Alejandro Borensztein con humor, la llamó “la vice presidenta, en ejercicio virtual y remoto de la presidencia”

Tal vez ese inocultable sometimiento a cielo abierto y delante de todo el mundo, conmueva tanto el ánimo de Alberto que no pueda encontrar una plataforma de gobierno para ponerse de pié. Cristina pone de rodillas a todo el mundo. Es su estilo, su forma de vivir y de gobernar. Les mete pánico a los tímidos para el coraje o a los flojos de personalidad. Cuatro gritos y listo. Así construyó esta actualidad que podríamos llamar “Cristinato”.

Los cortesanos de Cristina acaban de sumar su granito de arena. Dios y la patria se lo van a demandar.

*Alfredo Leuco para El Diario de Leuco

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