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Deuda argentina: por qué a pesar de alto rendimiento que paga no atrae a inversores y ahorristas locales

A pesar de que el Tesoro no tiene vencimientos de relevancia hasta 2024 los bonos argentinos rinden un 16% anual, implica una importante percepción de riesgo de incumplimiento de pago

ECONOMÍA 19/12/2020 Matías BARBERÍA
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Los bonos soberanos argentinos ofrecen un atractivo enorme para inversores locales y extranjeros, en un mundo en el que la tasa de referencia de los bonos del Tesoro de los Estados Unidos a 10 años está por debajo del 1% anual como resultado de la inyección de liquidez con la que los bancos centrales de las principales potencias económicas respondieron al parate económico que generó la pandemia. Pero a pesar de que tener un bono argentino hasta 2030 implica, en principio, aspirar a un rendimiento del 16% anual en dólares, los fondos de inversión y los ahorristas no lo ven para volcarse en masa a invertir en ellos.

La Argentina completó este año una exitosa reestructuración de deuda que liberó al programa financiero de pagos relevantes al menos hasta 2024, la ya mencionada liquidez global garantiza financiamiento barato para casi cualquier empresa o país, el Gobierno argentino no repudió su deuda ni declara que tendrá problemas para pagarla. Entonces, ¿cómo es que no son cientos o miles los que se lanzan a hacer semejante negocio?
Explican especialistas, operadores y docentes de finanzas que la tasa de un bono es una medida del riesgo de que esa deuda se pague o no. Y para que esa tasa sea más de 16 veces mayor que la de referencia a nivel global ese riesgo percibido tiene que ser alto.
¿Cómo es que se calcula esa tasa? Se llega en función del precio actual del bono y los pagos que, según el contrato de emisión llamado prospecto, se comprometió el emisor -en este caso el Tesoro argentino- a hacer durante el período de vida de ese papel.

Si se supone que un título público a un año vale USD 100 en el mercado y que, a su vencimiento dentro de 365 días, paga USD 101. La tasa de ese bono es de 1% anual en dólares. Si se alargan los plazos, se agregan pagos de cupones -pagos de intereses que los bonos suelen abonar generalmente en forma semestral- y los números son menos redondos, el rendimiento es un poco más difícil de calcular. Pero el principio es el mismo.

Así, cuando por algún motivo un bono baja de precio -por ejemplo, porque caen los ingresos del Estado y por eso se teme que le resulte más difícil pagar al vencimiento- el resultado es que el rendimiento exigido por el mercado sube.


Si el bono a un año del ejemplo anterior bajara a USD 99, quien lo comprara en el mercado secundario -en la denominada franja extrabursátil de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires- a ese precio y se lo quedara el vencimiento obtendría 2,02% de rendimiento anual en dólares. A la inversa, si el bono subiera a USD 101 su tasa pasaría a ser cero.

Como agregado se puede sumar el tiempo hasta el vencimiento. En el caso del bono a un año con rendimiento del 1% anual. A medida que pasan los días, y se opera a diario en el mercado, si la tasa se mantiene estable en el 1% anual, el precio del papel en cuestión va a ir subiendo.


Este rendimiento, cabe aclarar, es distinto al costo que paga el Estado por esa deuda. Ese costo no se fijó en la Bolsa sino el día en que el bono fue emitido. Las variaciones en el rendimiento una vez que empieza a cambiar de manos en el mercado suben, o bajan, impactan en la perspectiva de emisión de nuevos títulos por parte de la Tesorería.

De ahí que en el escenario actual, los especialistas explican la suba del rendimiento al 16% anual por la incertidumbre respecto de la capacidad de pago de la Argentina.

“Yo lo doy en las clases de estadística a esto, porque tiene que ver con riesgos, algo que es bastante abstracto. Supongamos que uno tiene la certeza de que el Gobierno va a pagar, hizo toda la investigación, juntó información y llegó a la convicción absoluta de que no hay posibilidades de que no se paguen. ¿Están caros o están baratos al 16%? Están baratísimos”, dijo José Dapena, director de la Maestría en Finanzas de Ucema.


“Ahora supongamos lo contrario, que es imposible que el Bonar 2030 se pague a su vencimiento. No hay ninguna chance. ¿Están caros o están baratos? Bueno, carísimos, porque no hay forma de recuperar lo invertido. Fuera de esos extremos, las tasas lo que reflejan son el nivel de incertidumbre que hay alrededor de ese pago. Quien hoy compra, si ese título se termina pagando hizo un muy buen negocio, como una aseguradora que en un mes cobró todas las primas pero ningún asegurado chocó”, agregó Dapena.

El Bonar 2030, cuando fue emitido a principios de septiembre, rendía poco más del 11%. Después de haber superado el 17% en dos ocasiones, en octubre y de nuevo a fines de noviembre, cayó en los últimos días hasta casi 16% anual.

En todo ese trayecto, los inversores incorporaron al precio del bono o a su rendimiento distintas informaciones que los hicieron ser percibidos como más riesgosos. Entre algunos puntos que mencionan los especialistas consultados, el déficit fiscal esperado para este año y el próximo, un Banco Central que no logra sumar reservas en forma significativa -las divisas que eventualmente pagarán por esa deuda-, tres años de recesión profundizada por la pandemia y, también, incertidumbre política.


“Con vencimientos despejados hasta 2024, en realidad, haría falta muy poco en todos esos ítems para que la suba en los bonos fuera importante”, cerró Dapena.

Otro elemento en el que coinciden los especialistas es en el de las características de la emisión de los bonos en si. Más allá del rendimiento en el mercado secundario, a la hora de ser emitidos los títulos incorporaron muy pocos pagos de intereses en el corto plazo, y eso hace que los títulos coticen algo especulativamente, sin expectativas cercanas de pago.

“La tasa que rinden los bonos está relacionada con el riesgo de que te paguen a futuro. Se calcula como la tasa libre de riesgo, la de los bonos de EEUU, y a eso se le suma una prima, “el conocido riesgo país”, dijo Lucía Pignani, economista.
“¿Por qué no salimos todos a comprarlos? Tienen mucho riesgo asociado y, además, luego del canje de deuda pasaron a ser bonos a un plazo más largo y que no pagan renta, porque bajaron mucho los cupones de los bonos. La mayoría de los argentinos compraba para cobrar cupones, no hay ningún aliciente para comprar este tipo de instrumento. Uno apuesta nada más que a una suba de precios”, agregó.

“La única ganancia que podes agarrar acá es por ganancia de capital, al ser cupón tan bajo se comporta mas como una acción que como un bono”, coincidió Mariano Marcó del Pont, de Silvercloud Advisors.

“Hay que comparar con otros países u otras reestructuraciones de deuda para entender la diferencia. Ucrania, Turquía y Nigeria entre las tres pagan menos tasa a 10 años que la Argentina. Las que reestructuraron al año tenían un superávit fiscal del 3%, Argentina está rezando por llegar a un déficit del 4,5%”, agregó Marcó del Pont.

Fuente: Infobae

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