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¿Te parece que es el momento de tratar el tema del aborto?

Esta tragedia de la pandemia eclipsa tragedias vernáculas inadmisibles

OPINIÓN 21/12/2020 Luis NOVARESIO
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Un senador de la nación dice convencido: “A vos te parece que, con todo lo que nos está pasando, con la división que hay entre los argentinos, ¿es el momento de plantear el tema del aborto?. Después de escuchar argumentos de dirigentes políticos y periodistas que fundamentaban su duda sobre el tema, me atreví a decir: “Es cierto. No es el momento. Llegamos tarde. La interrupción voluntaria del embarazo debió haber sido legalizada hace años. Siglos. Llegamos tarde dándoles ese inalienable derecho a las mujeres”. La reunión informal, terminó allí mismo.

Sostengo que gracias a la enajenación universal que ha provocado el coronavirus, la Argentina no ha tomado nota de las convulsiones que está viviendo. Esta tragedia de la pandemia eclipsa tragedias vernáculas inadmisibles. Es impactante que poner en discusión pública el aborto sea atacado por considerarse un tema de crispación, división y enojo de la sociedad. ¿En serio?

No es divisorio que no se debata en la sede de la discusión democrática el resultado, hasta ahora, del propio coronavirus. La cifra de 41.000 muertos y de 1.500.000 infectados, propia de las perores naciones golpeadas carece de propuesta parlamentaria. El presidente sigue emitiendo decretos que abren cafés o cierran actividades en una realidad que cada día le otorga menos atención. ¿Nota Alberto Fernández que sus DISPO, ASPO o lo que sea no son siquiera miradas como consejos o invitaciones a seguirlas? ¿Se asume la desvalorización la palabra presidencial?

El tiro del final a ese respecto ha sido el vodevil por las vacunas rusas. De 25.000.000 de dosis pasamos a pocos miles anunciadas y corregidas en cantidades y fechas por el propio presidente que, por si fuera poco, “tiene una interna con su ministro de salud”, como explican en off (siempre en el ya aburrido off de esta gestión) desde su gabinete. ¿Un presidente con internas con sus ministros? ¿En serio? Sólo en un país en donde la enajenación global puede encubrir la propia.


Divide el tema del aborto pero no la fenomenal crisis política en la que se ha sumergido el gobierno. El analista Raúl Timmerman acertó a pocas horas del acto de La Plata del viernes pasado: Cristina le lanzó un ultimátum a Alberto. Después de las dos primeras cartas -funcionarios que no funcionan y la Corte adicta- arremetió con el despido virtual de los ministros que no hacen lo que ella piensa. Si la novedad en las formas comunicacionales de la doctora Fernández es el género epistolar, el fondo es el juicio político virtual con sentencia sumarísima que ella misma pronuncia. Por carta, imputó y propuso destituir a los cinco ministros de la Corte. Por carta, pidió despidos de ministros. Y, ahora, recobrando la palabra pronunciada en cadena nacional de facto, enjuició a ministros que no laburan. ¿Esto no divide? ¿Une a los argentinos o, al menos, a la coalición gobernante?.

Podrían citarse otras decenas de hechos divisores, “agrietantes” o como se lo quiera llamar, que quitan derechos en cambio de concederlos como el caso de la IVE. Nuestro país tiene la mitad de su gente pobre. Uno de cada dos menores no tiene cómo comer y proyectarse dignamente. ¿No divide esa intolerable situación? Parece que no. La culpa es del debate, bastante civilizado por cierto, del aborto.

No se hará aquí una explicación del porqué el tema debe ser ley. A los que quieran conocer argumentos incontestables sobre el tema, recomiendo las intervenciones de la siempre lúcida y pionera Aida Kelmelmajer de Carlucci, malograda ministra de la Corte nacional por obra y gracia de una campaña mediática que no ha tenido todavía arrepentidos como merecería. Baste decir varias cosas. El aborto legal va a solucionar una cuestión de salud cuyo saldo es la muerte de mujeres pobres, asustadas y que no desean ser madres. No hay conflicto, para quien libremente decida acceder a esta práctica (en su mayoría con medicación segura, efectiva y probada mundialmente), con el inicio de la vida. Muchos creen que el óvulo y el espermatozoide es ya vida humana plena. Muchos (Vélez Sarsfield en1869 por citar un ejemplo local de algunos años) asumen que, siendo la vida un devenir, un proceso continuo y gradual, asumen que la vida se perfecciona cuando aquello que determina también el fin de esa vida se completa. Uno muere, no cuando la última célula humana deja de existir sino cuando aquello que determina la viabilidad de la existencia perece. Esto es, el sistema nervioso central. ¿No será, entonces, que allí, en la semana 14 cuando se conforma el mimo sistema nervioso que sentencia ala muerte, empieza la vida? Donar órganos supone pensar en la muerte de aquello que nos diferencia del resto de la escala animal. Puede uno decidir no hacerlo. Deberían poder decidir las mujeres sobre su cuerpo.

No es verdad que el tema del aborto divida a la sociedad. En todo caso, lo que lo divide es la intolerable discriminación machista sobre las mujeres que siguen padeciendo el autoritarismo de los varones como modo de obturar toda decisión. Allí están los que se oponen a la educación sexual, a los métodos anticonceptivos. Se oponen a la libertad de las mujeres y, cómo no, al deseo de ellas. ¿Es el momento de plantear el tema? Obvio. En todo caso, llega tarde. Pero de forma imprescindible.

Fuente: Infobae

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