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Cómo es la campaña por celular que ayudó a salvar más de 300 mil hectáreas en Argentina

En el desesperado intento por protegerlos una fundación ideó opciones fáciles de realizar para colaborar en su preservación. Además, se puede colaborar escuchando los sonidos de la naturaleza con Spotify

NACIONALES 13/01/2021 Fernanda JARA
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El 70 % del bosque nativo argentino ya no existe. La deforestación a causa de emprendimientos inmobiliarios, cría de animales para consumo humano y plantación de soja para alimentarlos, entre otros cultivos, acabaron con ellos y hoy se hace lo imposible para salvar lo que queda en pie frente al incumplimiento de la Ley 26.331 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos, sancionada en 2007 y reglamentada por el Poder Ejecutivo en febrero de 2009 tras el reclamo que hicieron más de 70 organizaciones sociales y ambientales del país.

Esa ley establece que las provincias deben realizar el ordenamiento territorial de sus bosques nativos (OTBN) mediante un proceso participativo, respetando la categorización de los usos posibles para las tierras boscosas: desde la conservación hasta la posibilidad de transformación para la agricultura, pasando por el uso sustentable del bosque.

La norma poco y nada se cumple: en los últimos 20 años, se perdieron 6,5 millones de hectáreas de bosque nativo en Argentina. Según informó en julio de 2020 el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible ello sucedió entre 1998 y 2018, y el 87% de la perdida fue en el parque chaqueño -principalmente Santiago del Estero (28%), Salta (21%), Chaco (14 %) y Formosa (13%)- considerado el segundo foco de deforestación de Sudamérica después del Amazonas. El 43% de esta pérdida fue durante la vigencia de la ley 26.331.

“Es mucho, pero se puede evitar en gran parte si neutralizamos la huella de carbono con bosques nativos en pie”, asegura Emiliano Ezcurra, director Ejecutivo de la Fundación Banco de Bosques que tiene el objetivo de salvar los últimos bosques nativos que quedan en la Argentina.


La idea apunta a la donación de la módica suma de $ 200 por parte de quienes deseen devolver a la tierra sus principales fuentes de oxígeno, mitigar la huella de carbono además de alentar a las empresas y a los individuos a compensar la emisión de gases de efecto invernadero.


“Sabemos que el negocio de la soja y del biodiesel impulsa muy fuertemente la continua pérdida de nuestros bosques. Los desmontes están avanzando a una velocidad de 300.000 hectáreas por año, lo que equivale a 40 canchas de fútbol por hora”, remarcaron desde la fundación a Infobae.

Ello sucede porque en el país -explica el ambientalista- el precio de tierras con bosques, cuyas ventas se publican hasta en los suplementos de los diarios referidos al campo y al agro, “es extremadamente bajo (500 dólares la hectárea en el Chaco, por ejemplo) y Argentina tiene un frondoso mercado inmobiliario de tierras que se ofrecen a compradores que los van a desmontar, luego incendiar para nivelar el suelo y poder plantar. Nosotros identificamos esos campos, hablamos con la inmobiliaria y con el dueño, y a través de la comunidad salvadora de m2 se los compramos y lo subimos a la web de Banco de Bosques. Esta es la ventaja de la tecnología puesta al servicio del ambiente”, aseveró Ezcurra sobre las potencialidades del software creado que permite donaciones mensuales desde el celular y salvar automáticamente 100 m2 de bosques.

Además, proponen colaborar con EcoAlarm, una original alarma que emite sonidos de la Selva Misionera, El Impenetrable Chaqueño y el Bosque Andino que fueron grabados para crear nueve melodías que pueden ser reproducidas desde Spotify y, por cada reproducción, la plataforma destina ese dinero al Banco de Bosques que ya salvó más de 100 mil hectáreas de bosques nativos.

La campaña para salvar m2 de bosques con el celular en la mano

El objetivo es claro y la manera de lograrlo muy simple: desde la página de Banco de Bosques puede adquirir la superficie de bosque que desee salvar. Basta seleccionar una de las áreas en rojo para ser parte de la donación de m2 de bosques georreferenciados que combina con las utilidades de Google Earth.

Esos sectores son algunas de las propiedades con bosque nativo en su interior que salen permanentemente a la venta en el mercado inmobiliario de tierras.


“Una empresa agropecuaria compra tierras para pasarle una topadora por encima; nosotros lo hacemos para salvar el bosque a través de la unión de voluntades que permite hoy la tecnología y a través de Google Earth cada donante pueda ver la cantidad de metros que salvó y dónde está ubicado. La unión de esas personas tienen la misma potencia, pero en lugar de generar efectos negativos salva al bosque para siempre”, explica Ezcurra sobre la campaña que hasta el momento salvó 307.308 m2 del bosque Urugua-í en la selva de Misiones además de haber salvado antes la estancia privada “La Fidelidad”, de 250.000 hectáreas en El Impenetrable Chaqueño, y Caa Porá, en el Departamento de Colonia General Manuel Belgrano, Municipio Andrés Guacurarí, Misiones, dentro del Parque Provincial Urugua-í con el área protegida más grande de la provincia con 84.000 hectáreas de extensión.


Al donar para salvar esas tierras vírgenes, “se salva el bosque y todas las especies que habitan en él como consecuencia de evitar que el carbono presente en los arboles sea emitido por medio del desmonte”, sostiene el también responsable de la creación del Parque Nacional El Impenetrable, área salvada de los desmontes indiscriminados.

Al contrario de lo que hace suponer el concepto del progreso de las civilizaciones, mantener los bosques puede también ir de la mano con la economía ya que, explica Ezcurra, los bosques nativos generan a las comunidades locales servicios ecosistémicos.


Se refiere a la regulación hídrica, climática, turística y la provisión de muchos componentes clave para la fabricación de medicinas sacados de plantas presentes en los sistemas bosques del mundo.

“Desde la Revolución Industrial pensamos que podemos extraer y extraer todo de la tierra y que esto no tiene ningún costo, pero ya vemos que sí. Somos una especie orientada al corto plazo que busca asegurar su bienestar, el de su familia y no mira mucho más allá, eso es muy propio de nuestra especie”, opina al tiempo que sostiene que “el ambientalismo no es una cosa de hippies, ya no es banalizado así. Es algo serio, maduro, moderno y necesario para una buena gestión de la economía. Ya no es algo estudiantil y entusiasta, es una cosa seria que toman muy en serio muchas empresas y eso es notable”.

Desde su perspectiva, este paradigma (que no es solo cosa de las nuevas generaciones sino que lo ve como un cambio de conciencia ambiental y social) “está íntimamente relacionado con el bienestar económico, cuando se pensaba que era al revés: que destruir la naturaleza era necesario para tener bienestar económico. Hemos crecido con el casete en la cabeza de que ‘más es mejor’, de que podemos dominar la naturaleza y que todo está a nuestro servicio, pero no. El planeta tiene recursos finitos y no los usamos bien, y eso tiene consecuencias”, finaliza.

Fuente: Infobae

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