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A 32 años del copamiento de La Tablada: cómo fue el ataque que terminó con más de 40 muertos

El 23 de enero de 1989, cuarenta y siete miembros del Movimiento Todo por la Patria (MTP) entraron a los tiros al cuartel militar de La Tablada, con la intención de tomarlo y apropiarse de armamentos. Pronto, encontraron resistencia por parte de los soldados y se libró una batalla sangrienta en plena democracia

POLÍTICA 23/01/2021 Joaquín SÁNCHEZ MARIÑO
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Son casi las seis y media de la mañana del lunes 23 de enero de 1989 cuando el mayor Horacio Fernández Cutiellos escucha disparos. Mira por la ventana y pronto se da cuenta de que están atacando el cuartel del que circunstancialmente quedó a cargo. No llega a ponerse las botas, apenas se queda con sus alpargatas y se dirige al teléfono. Llama a La Plata, donde reporta, y anuncia lo que está sucediendo. El comandante le dice que enseguida van para allá, para La Tablada, y Fernández Cutiellos responde que dará su vida por defender el cuartel. Unos minutos después, atravesado por dos balazos, cumplirá su palabra.

La escena es una de las muchísimas situaciones de fuego y sangre que marcaron el copamiento de La Tablada, del cual se cumplen hoy 32 años. Para los jóvenes, es difícil entender el complejo entramado de poder y de odio que desencadenó los hechos. Para los que lo vivieron, es difícil olvidarlo: durante dos días la atención de todo el país estuvo puesta en el Regimiento de Infantería Mecanizada 3 General Belgrano, ubicado en La Tablada. El saldo: 45 personas muertas (32 atacantes -4 de ellos desaparecidos-, 9 militares, 2 policías, y 2 civiles). Más de 100 heridos. Y un cuartel destruido y olvidado: hoy en la Tablada solo hay una selva ganándole terreno a la memoria, un supermercado, una estación de servicio, y no mucho más.

Todo comenzó cuando integrantes del Movimiento Todo por la Patria ingresaron al cuartel a la fuerza. ¿La intención? Confusa. Ellos mismo dijeron que intentaban evitar un golpe de estado (luego se probó que no era así). Su idea era tomar los tanques y dirigirse a Plaza de Mayo “con el apoyo de la gente”. Para eso se hicieron pasar por carapintadas, pero el plan se fue de las manos muy pronto. ¿El líder? Enrique Gorriarán Merlo, ex miembro del ERP, que comandó la operación pero desde lejos: él nunca entró al cuartel.


“Queríamos cambiar el país. Queríamos defender la democracia del autoritarismo. Y con esa acción también abrir un camino nuevo para profundizar la democracia, la justicia social, y la independencia económica”, dijo hace unos años Roberto Felicetti, uno de los integrantes del MTP. Parece estar hablando de la fundación de un partido político, un movimiento por la paz o hasta de un operativo clamor en una plaza. Sin embargo, cuando dice “con esa acción” se refiere al ingreso a la fuerza a un cuartel del ejército en plena democracia, algo que comenzó en muerte y terminó de la misma forma.

El contexto por supuesto era complicado. Hacía poco más de un mes había sucedido el último alzamiento carapintada, liderado por el Mohamed Alí Seineldín, y la mayor hipótesis de conflicto parecía venir desde el fuego interno. Conscientes de esa situación, el MTP parece haber querido aprovechar la situación para tomar algo de poder y hacerle exigencias al gobierno de Raúl Alfonsín.

Una de las personas que más sabe sobre el ataque a La Tablada es el Coronel Retirado Julio Ruarte, que perdió a un amigo aquel día y se dedicó luego a estudiar en detalle lo sucedido para editar un libro riguroso sobre aquellos eventos. Realizó su investigación a pulmón durante años, entrevistando a protagonistas y familiares de víctimas, y publicó “La Tablada. Un ataque para recordar”.


“Primero roban un camión de gaseosa. Estaban sobre la calle Venezuela, cerca de la localidad de San Justo. Ahí asaltaron y tomaron posesión de este camión Ford, conocido como ‘el camión de Coca Cola’. Después, en la rotonda de Crovara y Somellera, lanzaron panfletos diciendo que eran el ejército de Rico y Seineldín, el ejército carapintada. Luego, con el camión robado como primer vehículo, entran al cuartel. Los soldados de guardia se aproximan a él confiados: no era extraño que fuera un proveedor un lunes a dejar cosas, aunque era ciertamente muy temprano (eran las seis y media de la mañana). Y entonces, cuando los soldados se aproximaron, comenzaron los disparos. Ingresó el camión y luego siete autos más, que se distribuyeron por varios edificios del cuartel. Así comenzó el ataque... Los soldados que mataron en la guardia tenían solo 19 años”, cuenta Julio, conocedor de cada detalle.

-¿Vos donde estabas en ese entonces?

-Yo tenía 23 años e iniciaba mi tercer año como subteniente. Me había salido el pase a Olavarría, entonces me estaba presentando allá. Me había casado el 15 de diciembre del ’88, así que partí para ahí solo para conseguir departamento y esas cosas. Y en el momento en que me estoy presentando ocurren los hechos de La Tablada.

-¿Por qué hiciste el libro?

-Me pega muy de cerca porque conocía a uno de los caídos en La Tablada, que es el Teniente Ricardo Alberto Rolón. Él era muy amigo de mi hermano. Yo lo conocí estando en la secundaria, y cuando me casé -un mes antes del ataque- lo invité. Por eso mi libro empieza con una despedida de él, con unas palabras que nos dijo en la fiesta y que a la luz de la historia resultaron ser muy significativas. Esa fue la última vez que lo vi, porque un mes después sucedió todo esto.


-¿Cómo te enteraste de su muerte?

-Lo escuché en la radio: “Más muertes en La Tablada, es el teniente Rolón”. Y ahí me quedé helado. Fue en la tercera acción que hicieron los comando para recuperar el Casino de Suboficiales.

-¿Cómo fue la acción en la que muere?

-Se organizaron los comandos en una acción para recuperar las instalaciones, y a él le tocó estar en la que fue al Casino de Suboficiales. Hicieron una aproximación desde el Casino de Oficiales al de Suboficiales, que estaba en la Plaza de Armas. Cuando llegaron a ese sector se treparon al balcón, fueron acercándose detrás de un blindado para protegerse de los disparos. Y ahí treparon y empezaron los procedimientos de acción sobre el edificio para dejarlo libre. Y cuando llegaron al fin del balcón, en el último local que ingresaron, se entabló un combate. Los atacantes estaban detrás de una pared que tenía una ventana con un pasa platos. Y desde ese lugar le dispararon, desde muy corta distancia. Le dieron un disparo en la cabeza, hubo explosiones, un caos. Lo lograron rescatar, lo sacaron por el mismo balcón, y luego lo llevaron al Hospital Militar, donde falleció.

-¿Cuál era el contexto hacia dentro de la fuerza en ese momento?

-El contexto militar no se entendía en ese momento. Había habido muchos conflictos internos: los dos alzamientos de Rico y el de Seineldin, que fue en diciembre de 1988. Entonces todos pensaban que era un alzamiento carapintada, y así quisieron hacerlo creer los miembros del MTP, pero nunca fue cierto. El ambiente dentro del ejército era: “Estamos en democracia, ya no atacan un cuartel nunca más”. Había que estar más atentos a los carapintada que a cualquier grupo externo que me quisiera atacar. Por eso con una guardia de 20 soldados para un predio como el de La Tablada estaba bien. En términos estrictos no era suficiente, pero no se esperaba que esto pudiera suceder.

-¿Cuántos eran los atacantes?

-Cuarenta y siete ingresaron al cuartel, porque veintitrés se quedaron afuera para hacer lo que ellos llamaban “agitación”. Eran los que teóricamente iban a lograr que la población civil se unieran a su causa. Esto se desprende de la documentación que le encontraron a los propios atacantes.

-¿Cuál era la estrategia del grupo de agitación?

-Ellos primero querían hacer creer que habían entrado los carapintadas al cuartel. Una vez que lograran instalar esa idea, se pensaban presentar ellos como la solución, como si el Movimiento Todo por la Patria (MTP) fuera el que iba a resolver la situación, ganando así el apoyo popular. Pero por más que repartieron folletos y que entraron pintados como si fueran del ejército de Rico (cosa que hicieron), finalmente se supo que no era cierto. Por eso digo que más que detener un golpe de estado parecía que iban a darlo.

-¿Fue un combate sangriento?

-Estamos hablando de una verdadera tragedia. Hay más de cuarenta personas muertas. Cuatro soldados de 19 años… Hoy ver a un chico de 19 años con tanta responsabilidad parece raro, pero algunos de ellos tenían esa edad, estaban formando parte del Servicio Militar Obligatorio, que todavía era una ley nacional, y esa circunstancia hizo que fuera muy duro todo lo que sucedió. Yo entrevisté al padre del soldado Tadeo Taddía, que me dió una foto de su hijo días antes del ataque. El soldado Taddía fue el primer caído. Tenía 19 años… Y con él también fallecieron Grillo, Cardozo, Díaz, todos de la misma edad y recibiendo los mismos disparos de los atacantes. Eso no tiene ningún tipo de perdón ni justificación. No hay argumento posible.

-Qué opinás de los argumentos de los miembros del MTP, que aún hoy sostienen que fueron a parar un golpe o en defensa de la democracia.

-Todo mentira. No lo digo yo solamente, está probado, hay miles de escritos que demuestran que eso no fue así. Nunca los atacantes dijeron que se equivocaron. Nunca pidieron perdón sino que redoblan la apuesta y siguen diciendo que fueron a parar un golpe. Y están todos libres hoy, hasta sé de algunos que los han invitado a escuelas a dar charlas sobre lo que pasó. Entonces La Tablada es una verdadera tragedia, no solo por lo que pasó sino porque hoy una persona joven puede escucharlos y creerles, y es hablando una persona que entró a matar a una institución de la Nación, y en pleno gobierno democrático.

-Pero sí está preso el General Arrillaga, encargado del operativo de la recuperación de La Tablada, por la desaparición de varios de los atacantes.

-Sí. Durante las operaciones hay un momento en que se quema la guardia y la gente que estaba adentro escapa por la ventana. Había militares, soldados conscriptos y atacantes. Dos de los atacantes son los que se entregan y son filmados por la Televisión Española. Se los ve con vida -esto hay que decirlo y yo esto lo consigno en mi libro-. Luego siguen los combates, y de ellos no se sabe más nada. Entonces, hay dos personas que salen vivas y después no se tiene más noticia. Según se supo, fueron entregados a un oficial que hoy está fallecido, y no se sabe qué hicieron con ellos. Por ese accionar se hizo un juicio, y terminó condenado el General Alfredo Manuel Arrillaga, por ser responsable del operativo. (NdR: fue condenado a cadena perpetua en el año 2012).

-¿Cómo fue la situación de Fernández Cutiellos, mayor a cargo del cuartel?

-Se suele preguntar mucho si en el cuartel sabían del ataque o no. Hay un detalle que deja en claro que no. El mayor Fernández Cutiellos defiende el cuartel en alpargatas, porque no logra terminar de vestirse. Se levanta con los tiros, los ve por la ventana de la habitación donde estaba. Ve que es un ataque y ni siquiera se pone los borceguíes. Hay una foto que sale en los diarios de la época donde se lo ve tendido sobre un vehículo, y está en alpargatas.


-¿Cuál fue su accionar?

-Él combate desde la planta alta primero, luego baja, empieza a tirar, y por el análisis de la autopsia -que la vi con un médico forense para que me explicara- puedo reconstruir que recibió un disparo en el hombro mientras defendía las columnas de la jefatura, y mi conclusión es que ese disparo lo hizo caer y después recibió otro disparo de arriba hacia abajo, que le entró por el sector de la espalda.

-Se dice que llamó por teléfono a un superior para informar la situación y dijo que iba a dar la vida por defender el cuartel.

-Eso es cierto, él llamó al comandante de la brigada, que estaba en La Plata. Habla con el comandante, que le dice “vamos para allá”, y Cutiellos responde: “Ustedes vengan, que yo voy a combatir y voy a morir defendiendo mi cuartel”.

-¿Cuál era el valor particular de La Tablada para los atacantes?

-El valor es que había dos unidades militares, para decirlo de algún modo. Estaba el Regimiento 3 de Infantería, y estaba el Regimiento de Exploración de Caballería Blindada. Y cada una dependía de jefes diferentes, uno en Tandil y el otro en La Plata. Entonces en ese cuartel convivían dos armas y dos unidades. El mes de enero es el mes de vacaciones, por lo cual los jefes de las unidades estaban de vacaciones. Los dos jefes del regimiento eran nuevos, el jefe del escuadrón era nuevo. Otros estaban de vacaciones también, entonces había a cargo un segundo jefe, que era el mayor Horacio Fernández Cutiellos.

-¿Qué podía querer el MTP ahí?

-Cada unidad se divide por compañías o por secciones. En cada edificio donde estaban las distintas compañías hay armamento de distinto calibre. Hay polvorines, que normalmente están alejados. Para decirlo de manera gráfica: en una sala de armas de uno de estos edificios está el armamento más fácil de tomar.
-También se dijo que querían tomar los tanques para ir con ellos hasta la Plaza de Mayo a hacerle exigencias al presidente Alfonsín.

-Claro. Las dos unidades tenían tenían vehículos de exploración y de transporte personal, había blindados, tanques… Por eso el MTP tenía un “grupo tanques”. Había 14 personas asignadas a ir al fondo del cuartel a romper los candados de los hangares, poner en marcha los tanques y sacarlos. No lo pudieron hacer por acción de un soldado que estaba adentro con los tanques. Encontraron defensa en ese soldado, que es un héroe anónimo, porque no sé quién es, y también en los suboficiales que estaban alojados frente a los parques de vehículos, que escucharon el ataque y resistieron al grupo que quiso sacar los tanques.

-¿Qué armamento tenían?

-Tenían armamento ruso, lanzachoetes, granadas, fusiles, pistolas. Y cuando llegan a las distintas armerías van sumando más armas. Estaban bien armados. El comisario Re pierde las dos piernas por un lanzacohetes que sale de la guardia. El teniente coronel Nani quiere ir a recuperar la guardia y recibe un disparo cercano en el ojo.

-¿Qué conclusiones sacás, después de tantos años?

-La lección que nos puede dejar, pese al dolor, es que La Tablada son tres tragedias. Primero la tragedia de lo que sucedió, después cómo siguió todo, y tercero que se olvidó. Y hay familias que han sufrido mucho. ¿Cómo siguieron esas familias que perdieron un ser querido o que terminó herido? Podemos sacar conclusiones de todo tipo, ¿pero cómo vamos a olvidar? Y me pregunto también: ¿cómo los propios atacantes no se lamentaron de lo que sucedió, o sus familiares…? Eso no lo puedo entender.

Fuente: Infobae

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