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Mercosur: una celebración entre vecinos que terminó a los gritos

El duro cruce entre un Fernández sin aliados y un Lacalle Pou encendido llevó al límite la pelea sobre cuánto debe abrirse el bloque. Bolsonaro, desapercibido.

POLÍTICA 27/03/2021 Lucio Garriga Olmo*
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Lo que se ansiaba que fuera presencial fue virtual y lo que se esperaba que fuera una celebración fue un desencuentro. La cumbre por los 30 años del Mercosur, al cumplirse un nuevo aniversario de la firma del Tratado de Asunción, terminó con la profundización de una tensión de larga data entre los sectores que pregonan la flexibilización y los que abogan por el proteccionismo. Los encargados de levantar la temperatura fueron el mandatario argentino, Alberto Fernández, y el uruguayo, Luis Lacalle Pou, que se llevaron todas las miradas de un bloque que sigue sin encontrar su rumbo.

“El Mercosur lo que no debe ser es un lastre. No estamos dispuestos a que sea un corsé en el cual el país no se pueda mover”, dijo el mandatario oriental antes de confirmar que Montevideo va a “proponer formalmente que se discuta el tema de la flexibilización”. El líder del Partido Blanco dejó en evidencia, una vez más, que su administración está decidida a modificar y reevaluar el Arancel Externo Común (AEC), que determina el impuesto que deben pagar las mercancías al ingresar el bloque, y la decisión del Consejo del Mercado Común 32/00 que detalla que las negociaciones con terceros países se deben desarrollar “en forma conjunta” y no de manera individual.

Del otro lado del Zoom escuchaba Fernández junto a su jefe de gabinete, Santiago Cafiero, y el canciller, Felipe Solá. “Si nos hemos convertido en una carga lo lamento. No queremos ser un lastre de nadie. Si somos un lastre, tomen otro barco”, respondió. Durante su discurso de apertura, reconoció que el bloque debe “redoblar esfuerzos para alcanzar resultados satisfactorios" en el perfeccionamiento del AEC, pero aclaró que no cree que “una reducción parcial y lineal sea el mejor instrumento” ya que la posición argentina “se basa en preservar el equilibrio entre sectores agroindustriales e industriales”.

La disputa discursiva elevada de tono volvió a evidenciar el debate de larga data que arrastra el Mercosur: la flexibilización o no de los impuestos que deben pagar los productos importados y la obligatoriedad de negociar con el mundo exterior de forma conjunta. El motivo del encontronazo no es nuevo, pero sí lo son los términos en los que se dio. “No fue inesperado porque se veía venir, pero sorprendió el tono de los dichos”, le aseguró una fuente del Palacio San Martín a Letra P. El desafío particular que enfrenta Fernández es que se encuentra solo en su posición de abrir con prudencia e inteligencia, como dicen en Cancillería, ante los embates aperturistas del liberalismo reinante en Brasil, Paraguay y Uruguay.

A partir de su modelo de desarrollo productivo y económico, Uruguay encuentra motivos para exigir una modificación de los aranceles y negociar de manera individual. Con una economía más centrada en las materias primas y bajos niveles de industrialización, la llegada de manufacturas más baratas es un objetivo buscado. Además, en 2019, según el Observatorio de Complejidad Económica, el 28,9% de sus exportaciones fueron hacia China, su principal comprador. En Montevideo persiguen un acuerdo comercial con Pekín desde hace años, pero saben que hacerlo a nivel Mercosur hoy no resulta posible porque Paraguay aún reconoce a Taiwán y China no firmará nunca un tratado con otro Estado que reconozca la soberanía de una isla que considera parte de su propio territorio.

Por su parte, Argentina, con un modelo económico distinto e importantes desarrollos industriales pregona por un Mercosur más proteccionista de los embates de países y bloques más preparados y desarrollados. Esta posición que hasta hace unos años era compartida en parte por los gobiernos aliados del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil hoy no cuenta con adherentes y se mantiene a la espera de la incorporación definitiva de Bolivia. De todas maneras, aunque la incorporación de La Paz lograría darle mayor respaldo a la discusión, no es un Estado lo suficientemente fuerte como para lograr torcer la balanza su favor.

El calado de la pelea con Lacalle Pou fue tal que pasó desapercibido el presidente de Brasil, Jair Messias Bolsonaro, la figura presidencial sobre el que reposaban todas las miradas en la previa ante las conocidas diferencias que existen con el mandatario argentino. “Defendemos la modernización del bloque con la actualización de las tasas del AEC como parte central del proceso de recuperación de nuestro organismo”, dijo el paulista que suspendió lo que hubiera sido su primera visita a la Argentina tras la asunción del Frente de Todos ante la decisión de desarrollar el encuentro de forma virtual por la pandemia. El brasilero pidió “celeridad” y “resultados significativos” para el futuro del bloque al mismo tiempo que defendió la “libertad política y económica” de sus miembros.

Voceros de la Cancillería le aseguraron a Letra P que luego de esta jornada los cañones apuntan al encuentro de cancilleres del jueves 22 de abril. “Será un encuentro presencial en Buenos Aires donde se discutirá la actualidad del bloque y se intentará limar las asperezas para seguir trabajando”, explicó una fuente en diálogo con este medio. Además, en esa reunión se discutirá y analizará la modificación y la posible actualización del AEC. No será una jornada fácil ya que la Argentina deberá buscar volver a acercarse a Montevideo, luego de un inicio tibio de las relaciones que se vio revitalizado por una visita exprés de Fernández a la quinta de Anchorena para almorzar con Lacalle Pou, y liderar las discusiones sobre un tema que le resulta espinoso.

* Para www.letrap.com.ar

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