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Rogelio Frigerio: "La alianza de JxC puede alcanzar para ganar la elección, pero no para transformar el país"

Anotado para ser candidato a diputado por Entre Ríos, el ex ministro del Interior macrista propone ampliar la coalición opositora.

POLÍTICA 12/04/2021 Agencia de Noticias del Interior
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Rogelio Frigerio quiere desagrietar Juntos por el Cambio. Se trata del espacio que ayudó a construir en 2015 y del que, pese a las abundantes tensiones internas, no planea retirarse. Las tensiones incluyen ciertos pases de factura del mismísimo Mauricio Macri a la tribu política de JxC que Frigerio integra, junto a Emilio Monzó, Nicolás Massot y unos diez diputados. Pero el economista, nieto del fundador del desarrollismo en la Argentina y ex ministro del Interior de Macri rechaza el revisionismo histórico que sólo busca culpables en la presidencia de Macri. Frigerio busca mirar para adelante y ampliar la coalición opositora, mientras empieza una campaña incipiente en la provincia de Entre Ríos. 

¿Va a ser candidato a diputado nacional por Entre Ríos?

Estoy recorriendo la provincia, después de un año sin poder hacerlo. Todavía no conocemos el calendario electoral. Pero sí empecé a juntarme con dirigentes de distintos espacios. Estoy dispuesto a serlo. Después de acompañar a otros candidatos, decidí que postularme podía ser una opción para la transformación de Entre Ríos.

Se trata de una de las provincias más pobres, según el Indec

Es una de las que tiene mayor potencial desaprovechado. Está estancada y viene retrocediendo, en términos absolutos y relativos. No tiene nada que envidiarle a Córdoba y Santa Fe, pero se parece más a otras que se ubican muy por debajo. Según los datos del Indec, es la tercera provincia con más pobreza.

¿Cómo explica esa situación?

Hay un espacio político que la gobierna hace casi 20 años y no da respuestas satisfactorias. Además falta decisión política para realizar cambios y transformaciones. Tiene potencial, pero cae en todos los órdenes.

¿Qué opina de la administración de la pandemia por parte del Gobierno?

Fui cuidadoso y moderado en opinar, porque no teníamos mucha información. Fue una novedad para todo el mundo. Claramente, un año después los resultados no son buenos. Hay que revisar algunas medidas. Las restricciones a la actividad económica, que fueron de las más severas del mundo, no hicieron que tengamos menos muertos que otros países vecinos. Cerrar colegios durante un año genera una hipoteca hacia el futuro, porque la educación es una herramienta de igualación social.

¿Coincide con el duro comunicado que difundió la mesa nacional de Juntos por el Cambio respecto al manejo de la pandemia?

Frente al antecedente de haber cerrado la economía y las escuelas, sí. Por supuesto que hay que tomar medidas frente al crecimiento de contagios, pero tomemos en cuenta la experiencia reciente.

Pero el Gobierno no tenía en agenda cerrar la economía o las escuelas. ¿El comunicado no buscó pelear contra una agenda imaginaria?

 No está de más sentar posición al respecto. Claramente hay que tomar medidas, pero tienen que tomar en cuenta las experiencia pasada. No podemos darnos el lujo de cerrar escuelas y la economía como se hizo. Sentar posición sirve de forma preventiva.

¿Cómo ve la dinámica de toma de decisiones dentro de la alianza de gobierno?

Lo que veo con preocupación son los resultados de las políticas: más de 3 millones de pobres nuevos, 150 mil comercios y pymes cerradas, 1 millón de desempleados. Los resultados de políticas públicas son malos. Los errores del Gobierno se dieron de la mano de cerrarse sobre sí mismo. Tras un inicio que parecía auspicioso, al convocar a la oposición, mostrar apertura, hacer una convocatoria de expertos y compartir conferencias con Rodríguez Larreta, se pasó a gobierno endogámico. Hay una correlación entre endogamia y sucesión de errores. 

¿Y qué opina de la relación entre el presidente y Cristina Kirchner, sobre la que tanto se especula?

En un país presidencialista, que todo el mundo crea que el presidente no lleva las riendas y que las decisiones pasan por otro lado no es bueno para la gestión. Nadie dudaba, en la gestión anterior, que el presidente tomaba decisiones aun con errores.

El gobierno de Macri también se volvió muy endogámico. ¿Coincide? 

Fui crítico de eso, incluso durante la gestión. No esperé a que terminara para decirlo. Hay que tenerlo presente porque le pasa a cualquier gobierno. Las consecuencias de encerrarte en la toma de decisiones no son buenas.

¿Qué piensa de la designación de Martín Soria como ministro de Justicia?

Es un símbolo que no ayuda en la percepción de la sociedad sobre el manejo de la justicia. Hay descrédito de los ciudadanos comunes frente a la idea de que la política se mete en justicia por temas que solo le importan a la política. No por cuestiones que generan incertidumbre en la sociedad. Se ocupa de la justicia por autopreservación, y no para que funcione mejor. 

-Se supo que los camaristas Mariano Borinsky y Gustavo Hornos eran prácticamente habitués de la quinta de Olivos, durante la gestión de Macri. ¿Usted lo sabía?

No tenía idea. El diálogo entre distintos poderes de la República tiene que existir. Mientras sea transparente y de cara a la sociedad, no me parece mal. También lo hacía el kirchnerismo en sus doce años de gestión. Y no me queda claro que haya sido transparente y con buenas intenciones. Si hay algo a revisar, que la justicia actúe y saque sus conclusiones. Así actué cuando me tocó ocupar un cargo público. Los políticos deben opinar poco sobre la acción de la justicia. Si opinás mucho se percibe como contaminación. Hay que ser cuidadosos. Dejemos a la justicia actuar y que resuelva dudas.

Pero los encuentros en la quinta de Olivos no parecieron muy transparentes y de cara a la sociedad. Incluso se editó esa información, cuando fue solicitada por Poder Ciudadano.

No estoy informado de estos temas. Prefiero no opinar y que lo resuelva la justicia. El diálogo de funcionarios políticos y judiciales puede existir, si es transparente y de cara a la sociedad. Que la justicia investigue sin politizar los hechos.

Sin caer en el concepto de lawfare, ¿no cree que hubo un exceso de la justicia en las causas contra exfuncionarios kirchneristas durante el macrismo?

Si lo hubo, no fue por un pedido u orden del Ejecutivo. Si lo hubo, fue porque evidentemente la justicia siente que tiene que rendirle cuentas al poder político de turno. Eso hay que desterrarlo de una vez y para siempre, a partir de que el Ejecutivo no se meta en temas judiciales.

¿En Juntos por el Cambio, los halcones se terminan imponiendo sobre las palomas?

Hay distintas visiones en una coalición amplia y heterogénea. Y también hay muchos estilos. Muchas veces se confunde el estilo con la visión. 

¿Las diferencias de los moderados con Patricia Bullrich son de forma?

Con Patricia hay más coincidencias que divergencias, pero estilos distintos. Con otros pasa lo mismo. No me preocupa la diversidad en la oposición. Me preocupa más las otras posiciones que buscan cerrarse. De cara a la sociedad es importante sostener la unidad y agrandarla. Hoy la alianza de Juntos por el Cambio puede alcanzar para ganar una elección, pero no para transformar el país de cara a los ambiciosos objetivos que nos ponemos. Tenemos que ser respetuosos de los matices y generosos ante la convocatoria y ampliación. Si pretendemos ser gobierno estamos obligados aprender de los errores del pasado.

¿A qué otros sectores sumaría a JxC? 

A todos los que tengan puntos de coincidencia en valores y norte. Los problemas de la Argentina son tan básicos que la necesidad de alcanzar cuatro o cinco puntos de coincidencia es imperiosa. Y admite matices y diferencias. No hace falta estar de acuerdo en todo, pero sí en la orientación general. Es una obligación ser generosos y eso va de la mano de la humildad, algo que falta en la política. 

¿A qué se refiere con humildad? 

La humildad pasa por reconocer que la dirigencia política argentina, por acción u omisión, es responsable del deterioro general. No todos somos igual de responsables, pero un poco sí y hay que asumirlo. 

¿Sobre los dirigentes a sumar a JxC, se refiere a Florencio Randazzo, por ejemplo?

Yo tengo diálogo con todos los sectores, y hay que tender puentes para llegar a coincidencias básicas. Hay margen para llegar a acuerdos con esos sectores. No necesariamente tienen que ser electorales. Yo separo lo electoral del desafío de cambiar la Argentina. Pero en la decisión de la estrategia electoral se perfila el gobierno. Si lo hacemos profundizando la grieta de forma irresponsable, condicionamos la posibilidad de llegar a acuerdos básicos.

¿El ala política a la que pertenece, junto a Monzó y Massot no se mueve de Juntos por el Cambio?

Esos nombres y muchos más son los que más fuerza hicieron para que Cambiemos exista. No eran muchos los que hacían ese esfuerzo. Se hablaba de pureza. Costó convencer de que unirnos era el camino. No fue nada fácil. Llegamos a la Convención de UCR para darle la puntada final. Me siento fundador o cofundador del espacio, y por supuesto que estuve y voy a seguir estando en Juntos por el Cambio, con la idea de que nuestro paso por el gobierno mostró que se requería ser más generosos, abiertos y tolerantes. 

¿En qué momento el gobierno de Macri debió ser más abierto y convocar a otros sectores? ¿Tras el triunfo en las legislativas de 2017?

Siempre es más fácil hacerlo desde la magnanimidad del triunfo. Pero también en 2015 se podía, porque el gradualismo fue la opción elegida por falta de musculatura política para hacer reformas que estaban más en línea con las necesidades de la Argentina. Había margen para ampliar la base de sustentación y encarar reformas. Eso sirve para no repetir errores. 

¿Se arrepiente de no haber impulsado políticas de shock y no gradualistas?

Argentina necesita cambios profundos y la historia nos enseña que no se pueden hacer con grajeas, sino lo más rápido posible, y para eso necesitás músculo político. Fuimos un gobierno débil en el parlamento y el territorio. Eso se siente a la hora de definir una estrategia. Además del gradualismo obligado por debilidad política y por la decisión de no ampliar, también tuvimos errores e inconsistencias en los ritmos de las políticas públicas.

¿A qué inconsistencias se refiere?

Por ejemplo, fuimos graduales en la política fiscal, pero no así en la monetaria. Eso tuvo que ver con la imposibilidad de dar resultados a la gente en la economía.

Marcos Peña era el promotor de mantener esa “pureza” amarilla a la que usted hacía referencia

Había una posición de preservar la identidad y darle una importancia a mi juicio excesiva, frente a la necesidad de avanzar en reformas. Eso exigía no poner la defensa de la identidad como elemento fundamental. La mirada para atrás sirve para aprender. Pero la sociedad está cansada de políticos que se pasan culpas y se pasan facturas. 

En varias oportunidades, Macri le pasó factura a la tribu política que usted integraba. ¿Por qué?

No tengo esa impresión. Y la percepción de la sociedad es que no alcanzamos los objetivos, que no pudimos vencer a la inflación que iba a ser fácilmente resuelta, que no generamos empleo de calidad y crecimiento. Eso llevó a que el kirchnerismo gobernara la argentina. Eso generó decepción. Uno de los activos más importantes del gobierno fue lograr gobernabilidad, pese a la debilidad de origen. De manera artesanal logramos aprobar centenares de leyes.

Macri, sin embargo, planteó que no debería haber tercerizado la negociación política 

Dijo algo que en parte yo compartía. La debilidad de origen fue un escollo para todos. Y el delegar fue un tema de distribución de tiempo y energías. Hubiera sido una situación especial e inédita que la máxima autoridad política se involucrara de manera directa en la tarea de generar consensos que necesitaba la Argentina y que sigue necesitando. Nosotros teníamos más responsabilidad que poder. Quizás falta reconocer que, hasta que los resultados económicos negativos se hicieron muy evidentes, el gobierno pudo llevar adelante todas las leyes que pedía el Ejecutivo, en pos de la construcción de gobernabilidad.

¿Cuándo habló con Macri por última vez?

Hace rato que no hablo. Quedamos en reunirnos y se canceló por la pandemia. En los próximos días nos juntaremos. Pero yo no soy funcionario público y no estoy en las mesas de los que se juntan a definir. 

¿Se siente raleado de la mesa de JxC?

No me siento raleado. No hacen falta cargos públicos ni partidarios para hacer política. Mi abuelo fue sólo funcionario de Frondizi durante dos años y le alcanzó para dejar una huella. Yo estoy trabajando en proyecto de Entre Ríos. 

¿Leyó el libro de Macri Primer tiempo? 

Lo leí. Me parece que está bueno que cada uno haga un ejercicio de introspección sobre lo que cree que nos pasó en los cuatros de años tan intensos. Pero lo más importante es mirar hacia adelante, ver cómo con esa enseñanza y experiencia no volvemos a generar desencanto en la sociedad. Más allá de lo que cada uno opine y las responsabilidades que señale, no estuvimos a la altura de expectativas y hay que reconocerlo para generar confianza, para generar una propuesta superadora a la de este gobierno que es muy malo.

¿Hay un jefe en la posición o es una conducción colegiada?

Es natural que haya una conducción colegiada después de una derrota. Hay varios líderes, y cada uno interpreta quién lo representa mejor. Tenemos unos seis candidatos a presidir la Argentina en 2023. Es importante. 

¿A usted qué líder lo representa?

Yo construyo en Entre Ríos. Me ocupo de ese tema y no participo en ninguna mesa a nivel nacional. En Juntos por el Cambio hay buenos potenciales candidatos. Las PASO del 2023 definirán quién es el líder de la oposición. Deberemos esperar.

¿Le gustaría que fuera Horacio Rodríguez Larreta?  

Hasta ahora Horacio es el único que expresó claramente su intención de ser candidato a presidente. Tiene experiencia, antecedentes y capacidad que avalan esa aspiración. Tengo muchas coincidencias con él respecto a qué necesita la Argentina para encarar el camino del desarrollo. Por suerte hay muchos dirigentes que pueden tener esa aspiración. Lo mejor es que la gente defina. 

¿El tiempo de Macri ya pasó? 

No soy quien para decir si su tiempo pasó o no. Primero él tiene que definir si quiere tener un rol de constructor, del expresidente que ayuda a consolidar la democracia y el espacio opositor, algo que falta en la Argentina, o si quiere ser protagonista en las elecciones. Lo debe definir él y después lo hará la gente a través del voto.

El gobierno demandó al macrismo por la deuda contraída con el FMI. ¿Fue un error tomar ese préstamo, que fue el más alto en la historia del Fondo?

Es un tremendo error poner el foco en la deuda y no en la raíz del problema, que es la incapacidad del Estado para financiarse con recursos genuinos. Nunca alcanzan los impuestos para financiarlo, ni la emisión, ni la liquidación de activos, ni la deuda. Hay que ver qué pasa con el Estado. La plata del FMI se usó además para cancelar deudas onerosas. La pregunta es por qué tenemos esa necesidad. La dirigencia posterga una pregunta fundamental: qué gastos no son necesarios y si estamos dispuestos a dejar de lado inequidades de nuestro presupuesto. Ahí hay que centrar el debate. 

¿Qué ajustes propone entonces?

Eso requiere un nivel de consenso que hasta ahora la Argentina no tuvo. Hace falta un nivel de acuerdo y volumen político muy grande. Yo trabajo en esa línea. Mi trabajo tiene que ver con eso, con la apertura y la falta de prejuicios para que se terminen los privilegios.

Con información de www.letrap.com.ar

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