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Argentina camina hacia la elección menos racional de su historia

POLÍTICA 30/05/2021 Nancy PAZOS
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Angustia. Miedo. Tristeza. Desesperanza. Irritabilidad. Bronca. Impotencia. Odio. Soledad. Desamparo. No son sólo palabras. Son las emociones que representan el universo sensitivo de los argentinos durante este último año de pandemia. A las restricciones económicas se le sumaron las nunca bien ponderadas restricciones afectivas y aquí están las consecuencias.

En medio de la segunda ola tratar de aventurar el resultado electoral de octubre o noviembre es un juego de azar. Pero sí está claro que el estado de ánimo influirá más que nunca a la hora de las urnas.


Si la intensificación de la grieta en la última elección imposibilitaba una discusión racional entre los fanáticos, la pandemia llevó a la máxima expresión esa “locura” social. A simple vista hasta la lógica política está dada vuelta. Vivimos en un mundo del revés donde la tradicional izquierda anti sistema se “pone la gorra” (nos pide aceptar las órdenes oficiales y denunciar a quienes las incumplen) y la derecha otrora conservadora encarna la utopía revolucionaria.

El fenómeno no es solo argentino. Pero como todas las olas adquiere en nuestro país un tono de exagerado dramatismo típico del ser argentino.

Expuesto así parece claro que quien deberá bailar con la más fea es la coalición de gobierno. El Frente de Todos, que encarnó en la última batalla electoral la esperanza de un futuro distinto y mejor, hoy como oficialismo debe dar explicaciones.

Juntos por el Cambio la tiene más fácil, pero tampoco tanto. Porque si bien varios exponentes de esa alianza juegan en el límite del sistema (Patricia Bullrich ante todo), el espíritu libertario de los más jóvenes no se deja engañar tan fácilmente por un pasado que es demasiado reciente para que se hayan curado todas las heridas.

La madre de todas las batallas estará una vez más en la provincia de Buenos Aires. Y es ahí donde ya se están alistando los cuarteles de mando. Pero el territorio no tendrá dos sino al menos cuatro vertientes electorales. Frente de Todos, Juntos por el Cambio, una escisión del peronismo por derecha que encabezará Aníbal Florencio Randazzo o Emilio Monzó, y la derecha libertaria de José Luis Espert y Javier Milei.

En los datos que analizó la mesa política de la coalición de gobierno esta semana (estaban todos menos ella) no hay muchas sorpresas. Pero la ventaja holgada que tenían hace un mes se achicó. Si Juntos por el Cambio va con Diego Santilli saca cuatro puntos más que si encabeza Jorge Macri, y el dato quizás más insólito es que Randazzo/Monzó (el segundo casi duplica en intención de voto al primero) y Espert/Milei le sacan casi por igual votos a las dos coaliciones mayoritarias.


La Ciudad tiene la misma lógica. Y se suman los intentos vecinalistas. Amén de los fantasmas. Con la aparición televisiva de anoche el rumor de que Mauricio Macri pretende presentarse como candidato a diputado volvió a oírse fuerte. Para algunos es parte del juego de tensión con el que el ex presidente acicala constantemente a Horacio Rodríguez Larreta. Para otros es simplemente la necesidad de conseguir fueros y, mucho más después del episodio “Pepín” Rodríguez Simón, que recrudeció la paranoia de muchos macristas.

Reconocer que se viene un voto más emocional que racional teniendo en cuenta la tendencia anti oficialista de los principales medios de comunicación tradicional es darse cuenta que el Gobierno está en problemas.

A diferencia del primer kirchnerismo donde el enfrentamiento era total pero el gobierno contaba con voceros propios que marcaban agenda (Cristina con sus cadenas nacionales o Anibal Fernández con su conferencia de prensa cotidiana al alba) hoy ni el gobierno nacional ni la coalición política tiene voceros de fuste. Y los que hay muchas veces terminan siendo contradictorios.

Cristina y Massa permanecen callados. Alberto habla hasta por Twitch pero no convence ni a los propios. Y sin una estructura profesional en lo comunicacional que lo contenga comete errores trágicos como confundir por 50 millones la cantidad de cabezas de ganado que tiene la Argentina en plena pelea con los productores de carne. Axel Kicillof se concentra en la provincia. Y los militantes están huérfanos de mística y de letra.


Algo de esto debe haber intuido Máximo Kirchner, que aceptó por primera vez esta semana el desafío de enfrentar un móvil de televisión. Obvio fue en C5N. Pero está claro que hoy por hoy al no tener la calle por razones obvias, La Cámpora tendrá que modernizarse en su forma de comunicación si no quiere terminar en el mismo destino que la otrora juventud que se llevaba el mundo por delante, la Coordinadora Radical. Hoy la agrupación de Máximo Kirchner es el movimiento más sólido de la política nacional reconocido por propios y extraños, pero al mismo tiempo convive con poca proyección nacional de sus líderes que son casi desconocidos y con una imagen negativa como organización que duplica la positiva. Ningunear lo comunicacional los iguala a Alberto.

Está claro que la centralidad de ese crecimiento siempre fue la política. Pero hoy hay también una batalla cultural por dar. En términos generales el argentino medio siempre creyó y sigue creyendo que se salva solo. No hay tradición más allá de los románticos setenta de construcción colectiva. Ni siquiera en los momentos más trágicos. Un solo ejemplo. Post crisis del 2001 y con el Estado quebrado, el entonces gobernador de Tierra del Fuego Carlos Manfredotti tenía que elegir entre echar empleados estatales o mantener la planta pero rebajar los sueldos. Le encargó entonces una encuesta sobre el tema a la consultora Córdoba y Asociados. El resultado fue contundente. Sólo un 20% votó por la propuesta más solidaria (perdemos todos un poquito para no dejar a nadie afuera) mientras que el 45% eligió que se echaran empleados. Sin siquiera saber si terminarían siendo ellos mismos…

 

Es la Economía, estúpido…

Vacunas y reactivación económica mediante, este panorama sombrío de hoy puede variar a favor del Gobierno si la segunda ola cede. Pero hasta con números a favor está claro que el oficialismo va a tener que mejorar la transmisión de sus mensajes si quiere insistir en su rumbo.

Sin ir más lejos esta semana hubo varios números a favor que no lograron siquiera una mención de tapa en los diarios.

El crecimiento de la industria, por ejemplo, es inapelable. Desde agosto que viene operando por encima de los niveles pre pandemia (excepto octubre) y en marzo trepó un 10.7% por encima del 2019 (no del 2020). El empleo industrial ya está por encima de los niveles que dejó Macri y a pesar de la pandemia.
En febrero del 2021 hubo 22 mil puestos de trabajo formales más que en febrero de 2020. La rentabilidad de las Pymes industriales se ha recuperado, según CAME. En abril el 48% tuvo rentabilidad positiva cuando en abril del 2019 era el 29% y en el 2020 el 10%.

Las exportaciones también están teniendo un repunte. En el primer cuatrimestre del año fueron superiores a 21 mil millones de dólares, lo que es el mejor inicio del año exportador desde el 2013. Las importaciones también tuvieron un repunte pero básicamente una reconversión. A diferencia de la era Macri donde eran sustituciones de la producción local ahora son mayormente insumos y maquinarias para la industria. En el primer cuatrimestre del año se importó un 6.4% más que en el 2019.

El empleo formal, que había tocado un piso en agosto pasado, creció 0,3% en enero y otro tanto en marzo. Poco para la necesidad general pero, al menos, en ascenso.

Sin embargo, en los hechos el Gobierno diariamente es derrotado en términos simbólicos. Porque la buena comunicación no pasa por lo que una persona dice sino por lo que los otros perciben.

Al axioma que asegura que “la única verdad es la realidad’' habría que aggiornarlo. Porque en un mundo tan interconectado hasta la realidad es una creación colectiva. Y no siempre es verdad.

 

Bonus track

La discusión por la provisión de vacunas a la Argentina se traslada en los próximos días a la Cámara de Diputados. La comisión de Salud citará a todas las empresas que negociaron con el Estado nacional, empezando por Pfizer.

Mientras tanto, en el mismo momento en que la Argentina trepa en los índices mundiales de mortalidad, también se posiciona bien en cantidad de dosis administradas.

El país subió al número 14 a nivel mundial en cantidad de primeras dosis y al número 17 en cantidad de vacunados completos (dos dosis).


 

Bonus track 2

Nada está asegurado. Pero una posibilidad para llegar a un acuerdo con la mesa de la carne es empoderar a los frigoríficos. El Gobierno prohibiría la exportación de las medias reses enteras. O de determinados cortes. Y el resultado sería que los exportadores tengan que comprar la vaca en pie. Pero descartar o vender en el mercado local determinados cortes.

En paralelo a través del BICE se programaría un crecimiento de la cantidad de cabezas de ganado: quince millones a quince años. Para eso se darían créditos blandos a quienes conservarán vientres.

Y ese es todo un desafío. Porque cuando el margen de ganancia del ganado baja. El campo se traslada a la soja en el acto. Está claro que subir 15 millones de cabezas es imposible sin una suba de retenciones.

Fuente: Infobae

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