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Felipe Solá intentó explicarle al Secretario de Estado de Biden la posición argentina frente a la dictadura de Nicaragua

POLÍTICA 29/06/2021 Román Lejtman*
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Fueron cuarenta minutos en el Palazzo Lanfranchi, que los protegió del calor que azota la ciudad de Matera (Italia), en el marco de la Cumbre de Cancilleres del G20. En este contexto multilateral, Felipe Solá se encontró con Antony Blinken, el secretario de Estado de la administración de Joseph Biden, para analizar la relación entre ambos países, la crisis económica y sanitaria gatillada por el COVID-19, y la situación política en Nicaragua causada por el dictador Daniel Ortega.

“Hubo confianza mutua y sinceridad. Fue una conversación franca. Ese el saldo inicial de la reunión”, comentó a Infobae un funcionario argentino que participó del encuentro.

“Me encontré hoy con el ministro de Relaciones de Exteriores de la Argentina, Felipe Solá. Nosotros podemos trabajar juntos en una variedad de temas, incluidos el cambio climático, la finalización de la pandemia del COVID-19, y el respaldo de los derechos humanos y la democracia en la región. Nosotros esperamos colaborar alrededor de objetivos compartidos”, escribió Blinken en su cuenta oficial de Twitter.

Solá estuvo acompañado en la reunión por el embajador de Argentina en Estados Unidos, Jorge Arguello; el jefe de Gabinete de la Cancillería, Guillermo Justo Chaves; y el embajador en Italia, Roberto Carles. Y al lado de Blinken se sentaron Derek Chollet, Marcia Bernicat y Suzy George, funcionarios del Departamento de Estado que también llegaron a la Cumbre de Cancilleres del G20 que se hace en Bari (Italia).

Es la primera vez que Solá y Blinken se reúnen en persona. Hasta ahora habían hablado por teléfono y a través de video conferencias. En esas oportunidades, el canciller y el secretario de Estado debatieron la agenda regional y puntualmente la situación política en Nicaragua.

Antes de la condena en la Organización de Estados Americanos (OEA) a la dictadura sandinista, Blinken abrió una línea de negociación para sumar a la Argentina. Pero Solá -por instrucción presidencial- rechazó los términos del texto diplomático propuesto por Blinken, y finalmente Argentina se abstuvo en una resolución que fue votada por 26 países de América Latina.

Solá reiteró a Blinken que el gobierno peronista no apoya a la dictadura sandinista. El canciller argumentó ante el secretario de Estado que Argentina no acepta opinar sobre las normas electorales del régimen de Nicaragua, porque eso implicaría intervenir en los asuntos internos de los países.

En este contexto, el ministro de Relaciones Exteriores reiteró que hay una condena a la dictadura del matrimonio Ortega que formalizó la Argentina con México en la OEA, y que la administración de Alberto Fernández tiene toda la voluntad política para insistir en la libertad de los presos políticos del régimen sandinista.

“Se plantearon diferencias diplomáticas respecto a Nicaragua. Pero no en el fondo del asunto: los dos, Argentina y Estados Unidos, queremos que haya plena vigencia de las libertades, que haya comicios libres y transparentes, y que termine el acoso a los medios de comunicación y a las empresas”, comentó un miembro del Gobierno que participó del cónclave en Matera (Italia).

Con este análisis del escenario geopolítico de la región, Solá defendió la posición que tuvo Balcarce 50 cuando se aprobó una fuerte condena al régimen sandinista durante la última reunión en la OEA. En esa oportunidad, Argentina se puso al margen de 26 países de América Latina, entre ellos Estados Unidos y sus tres socios del Mercosur: Brasil, Paraguay y Uruguay.

Alberto Fernández y Biden mantienen la distancia respecto a Nicaragua y Venezuela, y se acercan cuando en la relación bilateral se trata la sustentabilidad del medio ambiente y la lucha contra los delitos trasnacionales.

La Casa Rosada cree que se puede negociar una transición con Daniel Ortega y Nicolás Maduro, mientras que la Casa Blanca sostiene que los líderes populistas se aprovechan del diálogo diplomático para ganar tiempo y consolidar sus posiciones de poder totalitario.

Por otra parte, Argentina y Estados Unidos comparten una agenda común vinculada a la persecución del narcotráfico, el lavado de dinero, la trata de personas y el control de la Triple Frontera -base operativa regional de Hezbollah-, y con Biden se recuperó la mirada compartida sobre el Tratado de París y el Cambio Climático.

A su vez, Alberto Fernández necesita a Biden para apuntalar su negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Club de París. Estados Unidos es clave en estos organismos multilaterales, y sin su apoyo es imposible cerrar un acuerdo para refinanciar el pago de la deuda externa de 44.000 millones de dólares que dejó la administración de Mauricio Macri.

Además de la situación de Nicaragua y la aplicación efectiva del Acuerdo de Cambio Climático, Solá y Blinken analizaron la situación global causada por el COVID-19. El ministro describió al secretario de Estado la decisión de restringir los vuelos para evitar la llegada masiva de la cepa Delta al país y el plan de vacunación a nivel nacional.

Biden decidió donar millones de vacunas contra el coronavirus, pero aún no podrán llegar a la Argentina por motivos legales. Como la Casa Rosada aún no firmó contratos con Pfizer, Moderna y Johnson, esas dosis cedidas por la Casa Blanca quedaron trabadas en Estados Unidos hasta nuevo aviso.

De todas maneras, Solá agradeció el gesto a Blinken, que desde el Departamento de Estado se puso a disposición para lograr el rápido de envío de esas dosis que podrían haber acelerado el plan de vacunación nacional ante la implacable segunda ola del COVID-19.

* Para www.infobae.com

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