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Los cien mil muertos vs. la vacunación electoral

OPINIÓN 17/07/2021 Claudio Jacquelin*
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Puede parecer insólito, quizá temerario o, directamente, agraviante para las familias de las víctimas. Pero es un hecho. El día antes de que se atravesara la simbólica y estremecedora barrera de los cien mil muertos por Covid-19, el oficialismo terminó por definir que un eje discursivo-propagandístico de la campaña electoral pasará por la vacunación y la política sanitaria para hacerle frente a la pandemia.

No se trata solo del viejo recurso publicitario de convertir un déficit en un activo, como fue la recordada campaña de Fernando de la Rúa y su “dicen que soy aburrido”. Tampoco parece un exceso de entusiasmo producto de la embriaguez que en estas horas causa en el oficialismo la ríspida interna de la oposición cambiemita.

Axel Kicillof logró imponer la “venta” electoral de la vacunación en la mesa político-electoral de los lunes, que reúne a representantes de las tres patas de la coalición gobernante. Primó su certeza de que al momento de votar el operativo de inoculación habrá producido un cambio de humor social favorable al Gobierno (o a su administración).

La convicción del gobernador sobre el éxito de su gestión vacunatorio-sanitaria y “el Estado presente que te cuida” no solo hizo que lograra instalarla como eje, sino que a partir de allí comenzó a evaluarse la posibilidad de que el viceministro de Salud provincial, Nicolás Kreplak, integrara la lista bonaerense de candidatos a diputados nacionales. Una forma de ponerle cara a las palabras.

Sin embargo, emergen dudas sobre las razones que impulsaron una decisión, a priori, paradójica, ante la situación sanitaria que se vive en estos días.

En primer lugar, vale preguntarse si haber ubicado la vacuna y la política sanitaria en el centro de la campaña es el fruto de una notable capacidad prospectiva del oficialismo para sobreponerse a la coyuntura y mirar estratégicamente al futuro, basada en la confianza de la llegada de todas las vacunas que se aguardan hasta septiembre.

También es posible conjeturar si no primaron algunas mediciones de opinión pública que podrían haber quedado viejas luego de que sobre la espalda y el alma de los argentinos golpeara la noticia de los cien mil fallecidos, cifra que el Presidente prometió evitar con su política de restricciones extremas en el primer año pandémico.

Frente a la segunda incógnita puede decirse que varias encuestas cerradas hace poco más de una semana mostraban una mejora en la imagen del Gobierno respecto de su gestión de la pandemia, luego de varios meses de caída. La recuperación es adjudicada por los intérpretes del oficialismo al avance de la vacunación.

Tales números podrían validar la estrategia de campaña, que le fue transmitida a algunos responsables de comunicación de la coalición gobernante en la reunión que lideraron el lunes Kicillof y Sergio Massa en el despacho del presidente de la Cámara de Diputados. Lo que se preguntan los responsables de aquellas encuestas es qué pasará cuando vuelvan a medir lo mismo luego de haberse pasado el límite (no solo simbólico) de los cien mil muertos.

En la mesa oficialista refutan esas prevenciones con la certeza de que en septiembre el operativo de vacunación habrá alcanzado a la gran mayoría de los mayores de 18 años, al menos con una dosis. Con eso podría disfrutarse, dicen, casi de una vuelta a la vieja normalidad que cambiará radicalmente el ánimo de la sociedad, apuntalado por la coincidencia con la mejora climática de la primavera. ¿Florecerán mil flores?

Un matiz diferencial se observa, no obstante, entre la gobernación y la Casa Rosada a la hora de hacer promesas. Aunque el optimismo es coincidente, en La Plata no cayó bien el augurio presidencial de que para el mes en el que los argentinos irán a las PASO ya se habrá completado mayoritariamente el esquema de vacunación con la segunda dosis. “Callen a ese señor “, exclamó entre irónico y espantado un funcionario bonaerense al escucharlo. No podía concebir cómo la sucesión de traspiés orales padecidos por el incumplimiento de los plazos previstos y prometidos no había provocado ningún aprendizaje comunicacional.

Por eso mismo, se busca que la instalación de los “logros” del operativo vacunatorio sea incremental, lo más subliminal posible y lo menos ligada a un propósito electoral en la primera etapa.

Un hallazgo del usuario de Twitter Agustín Prinetti parecería confirmar esa estrategia: según la exploración de datos bajados de esa plataforma las noches en las que la selección argentina triunfaba en la Copa América se disparaba la asignación de turnos de vacunación en la provincia de Buenos Aires. El objetivo habría sido que la emoción positiva del resultado deportivo potenciara la buena noticia sanitaria. Una asociación virtuosa. “Guain-guain”, diría Cristina Kirchner.

Desde la gobernación desacreditaron esa interpretación y la adjudicaron a una casualidad. “Si fuéramos tan sofisticados, no tendríamos algunos problemas que tenemos”, dijeron. Sin embargo, el hecho de que la asignación de turno se comunicara desde la Jefatura de Gabinete provincial, a cargo del conductor electoral Carlos Bianco, le daría visos de verosimilitud al hallazgo tuitero, admitieron funcionarios bonaerenses.

De todas maneras, en el oficialismo admiten que “sin la vacuna no se puede, pero con la vacuna no alcanza”, más allá del entusiasmo (o los caprichos) del gobernador bonaerense.

Los trabajos comparativos no permiten arribar a definiciones concluyentes sobre los efectos político-electorales de la vacunación. En algunos países, como Chile, el elevado nivel de inoculación no se tradujo en una mejora de la imagen del presidente Sebastián Piñera, ni de su gobierno. En el extremo contrario se ubica Uruguay, que, a pesar del elevado número de muertos por millón, la extendida campaña de vacunación permite a Luis Lacalle Pou mantener niveles de aprobación que superan el 50%. Lo demuestra un artículo de la socióloga Daniela Barbieri y los politólogos Javier Cachés y Augusto Reina, titulado ¿Gobernar, es vacunar? También queda en evidencia en el último Monitoreo de aprobación presidencial en América latina, de Directorio Legislativo.

Las evidencias confirman que la pandemia es casi todo, pero no es todo. En los países donde se acumulan demandas insatisfechas es más compleja la traducción en imagen y adhesión electoral de los efectos de la vacunación.

Por eso, en el oficialismo también están decididos a desfondar los bolsillos públicos, por más flacos que estén, para tratar de mover la economía y los ingresos. Pero las últimas noticias económico-financieras obligan a revisar la caja de herramientas y de recursos disponibles. La mayoría de los economistas que hasta hace dos semanas auguraban que el Gobierno llegaría a las elecciones sin sobresaltos en la economía y en el tipo de cambio, ahora son menos enfáticos. Su optimismo mutó hacia la duda cartesiana. La dinámica de los acontecimientos siempre se puede acelerar por cuestiones endógenas o exógenas.

También eso lleva a que la definición sobre los principales candidatos oficialistas del crucial distrito bonaerense se dilate (como suele suceder) y a que esté resguardada por un hermetismo más blindado que nunca, según admiten fuentes que tienen vasta experiencia en campañas del kirchnerismo. No se trata solo de que la última palabra la tenga Cristina Kirchner, que suele jugar como pocos con el efecto sorpresa y aplicar como nadie su discrecionalidad.

Los nombres en danza no dejan de mutar ni un instante y hasta volvió a instalarse la posibilidad de que vuelvan las candidaturas testimoniales. Es el recurso con el que algunos albertistas intentan justificar por anticipado una eventual imposición de la candidatura de Santiago Cafiero, a pesar de la resistencia del Presidente.

Por ahora son solo rumores interesados, dicen funcionarios nacionales que imputan la autoría tanto a La Cámpora como a Massa, el socio de Máximo Kirchner. Otros allegados al Presidente buscan construir la idea de que si Cafiero termina liderando la lista será una demostración de reconocimiento a Fernández y su gestión. Son los que más agitan la versión de la candidatura testimonial. Temen que el lugar privilegiado del alter ego de Fernández quede vacante. Los antecedentes son elocuentes El cristicamporismo siempre ha ocupado los casilleros vacíos. Y ya están vacunados.

* Para La Nación

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