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Dólar y elecciones: similitudes y diferencias de la presión cambiaria previa a los últimos años electorales

ECONOMÍA 28/07/2021 Juan Gasalla*
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Una pregunta insistente pero a la vez de imposible respuesta es a qué precio va a estar el dólar a fin de año, en particular por la proximidad de las PASO de septiembre y las elecciones primarias del 14 de noviembre.

Siempre que en la Argentina se vota se acelera la demanda de dólares por cobertura, como precaución ante eventuales cambios de política una vez conocidos los resultados de los comicios. Este año no será la excepción, aunque al comparar con escenarios similares del pasado se encuentran circunstancias parecidas y otras diferentes.

En 2009 y 2011, por ejemplo, había un Banco Central con reservas líquidas suficientes para enfrentar esta cíclica volatilidad cambiaria. Entonces tampoco hubo un control de capitales que implicara una brecha de precios perceptible entre el dólar oficial y el paralelo. Incluso coincidían los precios del dólar mayorista y el bursátil contado con liquidación.

En 2009 no existía el actual desdoblamiento cambiario. El valor promedio del billete estadounidense era de $3,47 a comienzos de enero en el banco Nación y cerró diciembre a $3,83, lo que representó una variación anual del 10,3 por ciento.

Al ser un año muy recesivo (-5,9% de PBI) por una fuerte sequía y la crisis financiera internacional, la caída de actividad contribuyó a una suerte de calma cambiaria una inflación anual de un 15,3% según estimaciones privadas, cuando las cifras oficiales no eran creíbles por la intervención del INDEC. Por otra parte las reservas cerraron en USD 47.851 millones, un monto superior al presente y sin préstamos como el “swap” con China que acrecientan el stock bruto.

Dos años después todo viento soplaba a favor del oficialismo: Cristina Kirchner obtuvo la reelección con el 54% de los votos, la economía atravesaba un período de gracia con excepcionales incrementos del PBI en 2010 (+10,1%) y 2011 (+6%). Los precios máximos de las materias primas favorecieron el aumento de las reservas por encima de los USD 52.000 millones. La inflación de aquel año fue de un 22,8% y el dólar oficial avanzó sólo 7,7%, para pagarse el 30 de diciembre a 4,32 pesos.

Después de las elecciones generales el 31 de octubre de 2011 se instauró un cepo cambiario, para restringir la salida de divisas de la economía y poder manipular la tasa de cambio con mayor libertad, de forma de escindirla aún más de la inflación. Además de las retenciones, se le reconocía a los exportadores del agro un dólar muy bajo, “pisado”, que complementaba la carga del ya elevado aporte impositivo, mientras que a la industria, con amplio déficit comercial, se le garantizaba un dólar barato para importar piezas insumos o bienes finales.

Para 2013, la inflación superaba el 25%, producto de la emisión para financiar un creciente déficit fiscal, cuando Argentina no tenía acceso a los mercados voluntarios de deuda por la demanda de los “holdouts”. Estimaciones privadas calcularon la inflación anual en el 28,3%, con un dólar oficial que subió un 32,5%, a $6,53 en el último día del año.

Ya entonces era perceptible una brecha cambiaria, con un mercado “blue” lanzado como referencia real del valor del dólar. El dólar libre terminó el 2013 a $10,04, un 53,7% más caro que el oficial.

En 2015, antes de la votación de octubre, el dólar libre quebró momentáneamente la barrera de 16 pesos y la brecha rozó el 70 por ciento. De la mano de la reunificación cambiaria aplicada por el gobierno de Mauricio Macri el 16 de diciembre, fue el dólar oficial el que más subió: un 54,2% al público (de $8,61 a $13,28 en el promedio de bancos) y un 51,8% en el mercado mayorista, donde se cursan las operaciones de comercio exterior. El dólar “blue”, informal o paralelo subió tan solo un 1,9% en el año, de 14,05 a 14,32 pesos, mientras que el “contado con liquidación”, implícito en la operatoria bursátil, avanzó un 17,7 por ciento.

La inflación anual de 2015 fue de 26,9%, mientras que el desplome de las reservas del BCRA fue notable, pues regresaron a la zona de los USD 25.000 millones aún activado el “swap” con el Banco Popular de China, entonces por USD 11.000 millones.

Las elecciones de 2017 fueron las más favorables para el oficialismo de Cambiemos, con el respaldo de un atraso cambiario que se vinculaba con un importante endeudamiento público en dólares, altas tasas de interés para desacelerar la inflación y el regreso del atraso cambiario.

La evolución del dólar a lo largo de 2017 se mantuvo un peldaño debajo de la de la inflación. La divisa al público se encareció un 17,3% desde los $16,13 del cierre minorista de 2016 a los $18,92, frente a un incremento promedio de los precios de 24,8 por ciento.

La contradicción de una política fiscal expansiva y otra monetaria contractiva resultó imposible de sostener: el 28 de diciembre de 2017 se eliminó el esquema de metas de inflación y a fines de abril de 2018 se desató una estampida cambiaria y sangría de reservas que disparó la inflación, sepultó las chances electorales de Macri y forzó a un préstamo stand by del FMI del que se desembolsaron 44.000 millones de dólares.

Para 2019, la inflación anual llegó al 53,8%, la más elevada desde la crisis de 2002, y regresó el “cepo” a partir del 1 de septiembre (con límite mensual de USD 10.000 para la demanda privada), ajustado a solo USD 200 mensuales a partir del 28 de octubre y, luego, con el recargo del 30% por el impuesto “PAIS” desde el 26 de diciembre, tras la asunción de Alberto Fernández.

Hay que recordar que el 12 de agosto de 2019, después de las PASO, el dólar escaló 20% para alcanzar los 60 pesos, los precios de los activos bursátiles sufrieron una histórica depreciación del 50% en dólares en un día y tanto las reservas internacionales del Banco Central como el stock de depósitos en dólares en efectivo emprendieron un sendero de declive solo comparable al de 2001, antes del colapso de la convertibilidad, durante la presidencia de Fernando de la Rúa.

En 2021, la presencia del control de cambios asemeja el escenario al de 2013 y 2015, con un dólar oficial bajo estabilizado y que se va atrasando respecto de la inflación, y otros dólares paralelos que sí reflejan la incertidumbre de los actores económicos. No obstante, después de una década de déficit fiscal y ausencia de crecimiento económico, el equilibrio es más frágil, por la escasez de reservas líquidas en el Banco Central, una inflación en el horizonte del 50% anual (tasa que duplica a la de 2015) y una brecha cambiaria que ya se acomodó cerca del 100 por ciento.

¿Qué opinan los analistas?

El economista Gustavo Ber recordó que “es habitual en períodos electorales que los agentes económicos se inclinen hacia una mayor dolarización, como acto reflejo en busca de cobertura frente a la incertidumbre. En este caso en particular, además dicho proceso se ve acentuado - y ha arrancado prematuramente - por la expectativa de ‘más pesos, menos dólares’ del segundo semestre. Esto se debe a que no sólo merma el ingreso de divisas por la liquidación del campo, a raíz de la estacionalidad, sino que se anticipa una aceleración del desequilibrio fiscal, el cual sería financiado principalmente a través de emisión monetaria”.

”Aún así, aprovechando al máximo el poder de fuego acumulado en lo que va del año, en medio de crecientes intervenciones y eventualmente adicionales regulaciones, es de esperar que siga el lento deslizamiento del dólar mayorista -aún a riesgo de incubar atraso cambiario- y también que se defienda con decisión la dinámica de los dólares financieros regulados, al ya exhibir una ‘brecha’ demasiado elevada que no resultaría sustentable en el tiempo”, agregó a Infobae el titular del Estudio Ber.

“El desafío de todos dichos esfuerzos -que se descuenta se aplicarán en esta etapa electoral- será el ‘día después’ de los comicios, ya que llegará el turno de adoptar claves decisiones postergadas, entre ellas consensuar un plan económico integral que permita rápidamente alcanzar un acuerdo con el FMI, en vista a los abultados vencimientos del año próximo, e ingresar en un camino de convergencia en los serios desequilibrios acumulados. Ante la acumulación de mayores desequilibrios, a través del tiempo transcurrido con sucesivos deterioros, el nivel de desconfianza de los operadores resulta más acentuado, y de ahí la expectativa de que -en el actual escenario político y económico- el tipo de cambio real debería ser más alto, ya que los desafíos por delante cada vez resultan más serios”, puntualizó Gustavo Ber.

Amílcar Collante, economista del CeSur (Centro de Estudios Económicos del Sur) consideró que “el dólar oficial se va a mover en torno al 1% mensual hasta las elecciones, o sea, va a seguir ‘planchado’. El objetivo del Gobierno es llegar con la intención de ‘anclar’ el tipo de cambio, es la política antiinflacionaria de corto plazo de cara a las elecciones. Así que va a ir moviéndose a ese ritmo, poco más, poco menos. En cuanto a los dólares alternativos, el Gobierno está dispuesto a sacrificar más reservas y bonos del Banco Central, en ese caso para mantener a raya las cotizaciones de los dólares alternativos, pero ahí es más difícil la tarea, porque con la expansión de pesos por la emisión en el segundo semestre es difícil mantener controlado un proceso de dolarización que recién está arrancando y se mueve igual con muchas regulaciones y un ‘súper cepo’”.

Collante explicó a Infobae que “si el Gobierno mantiene el programa fiscal y de expansión que se espera, y no mueve la tasa de interés y no arregla con el FMI, es difícil mantener al dólar en este nivel. De arreglar con el Fondo y de ser más agresivo con la tasa de interés, habría un ‘driver’, con una señal de acercamiento -como manifestó Cristina Kirchner este fin de semana- el anclaje podría venir de ese lado y mostrar un programa de mediano plazo que va de la mano con eso”.

“A nivel histórico para el dólar oficial ‘electoral’, este nivel de competitividad -si se toma el tipo de cambio real multilateral- hoy está más arriba que en 2017 y, obviamente, que 2015 y 2013. Y es bastante similar a lo que fue la elección de 2011. No así de 2019, porque el tipo de cambio ya había pasado de 45 a 60 pesos. En octubre de 2019 el tipo de cambio competitivo tenía más que ver con la crisis cambiaria y no con algo que fuera estable, si no un salte de overshooting por el efecto PASO. En términos de competitividad vas a estar perdiendo, pero no como el ‘híper atraso’ de 2017 o fin de 2015, pero la dinámica no se puede mantener mucho tiempo atrasándolo”, comparó el especialista de CeSur. “Respecto de la brecha, la tuvimos en 2013 y 2015 en el 50% a 60%; en 2017 no hubo y en 2019 volvió el cepo recién después de la elección. Y ahora el nivel de brecha es récord del 90%”, apuntó Amílcar Collante.

“El dólar está mal, pero acostumbrado. Yo veo difícil que el dólar salte o explote por varias razones. En primer lugar, porque está todo maniatado. Si voy y te ato todo, saltar no podés. Eso te limita muchísimo el mercado cambiario. Cada vez se van poniendo más y más restricciones”, comentó el economista Fausto Spotorno, de la consultora Orlando Ferreres & Asociados.

“Son muchas las razones que pueden explicar la suba del dólar pero hay una que es muy fuerte que es la expansión monetaria que está habiendo y va a haber producto del déficit fiscal que hace que los ahorros tiendan a dolarizarse”, dijo el economista Gabriel Rubinstein. “Es la intención del Gobierno que no haya un cimbronazo cambiario después de las elecciones, pero el camino del infierno está lleno de buenas intenciones”, señaló.

Los expertos de Portfolio Personal Inversiones subrayaron que “la demanda por cobertura ya comenzó a hacerse presente, pero desde el BCRA aseguran tener suficiente ‘poder de fuego’ para afrontar los próximos meses. Julio fue un mes positivo en términos de acumulación de divisas a pesar de la menor estacionalidad de granos, pero probablemente a costa de mayores restricciones a las importaciones”.

“El camino hacia las elecciones es largo y las tensiones en el mercado de cambios no se espera que sean menores. La mayor demanda por cobertura coincide con meses cargados de vencimientos en pesos y una menor estacionalidad del agro. En tanto, si bien las reservas del BCRA crecen, lo hacen a un ritmo menor que lo que observábamos un mes atrás”, agregaron desde Portfolio Personal.

* Para www.infobae.com

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