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Complicidad expresa: Daniel Capitanich no hizo nada para detener al acusado de AMIA

OPINIÓN 11/01/2022 Diego GUELAR
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Este 10 de enero, Daniel Ortega asumió por cuarta vez la Presidencia de Nicaragua. En realidad es su quinto período, porque en 1981, después de deponer al dictador Anastasio Somoza, se hizo cargo del gobierno como “Coordinador de la Junta Revolucionaria”. Cómo pasó de “líder revolucionario”, acompañado por el escritor Sergio Ramírez y el cura-poeta Ernesto Cardenal, para convertirse el mismo en un cruel dictador, es tema de otro articulo. Ahora tenemos que destacar el curioso episodio que ocurrió en Managua en la tarde de este 10 de enero de 2022.

Un joven diplomático argentino se acerca a su embajador -Mateo Daniel Capitanich- en el medio de la ceremonia oficial y le susurra: “Señor embajador, ¿Vio quien representa al gobierno Iraní? y le señala discretamente a un hombre barbudo que se encontraba a pocos metros de distancia. “¿Quién es?”, preguntó curioso el embajador. Casi tartamudeando, su ladero le dice: “Es Mohsen Rezai, el vicepresidente de Asuntos Económicos…”. “Ah”, contesta el embajador, “¿Y?”

El hermano del gobernador Capitanich arquea las cejas en forma inquisitiva. Ya incómodo y nervioso ante la ignorancia de su jefe, el secretario agrega: “Es uno de los 5 iraníes que tienen ‘alerta roja’ de Interpol y orden de captura de la justicia argentina como ‘autores intelectuales’ del atentado contra la AMIA en 1994…. ¿No deberíamos denunciarlo ante la oficina local de Interpol?”

Capitanich lo mira con cierto desprecio y le dice: “Cuando volvamos a la embajada mandamos un cable e informamos a la Cancillería. Pero que sea en un cable exclusivo para el Canciller Cafiero, no sea cosa que se filtre a la prensa…”.

Rezai había sido entre 1982 y 1984 el Comandante de la Guardia Republicana iraní. Cuando asumió su cargo actual, el gobierno de Alberto Fernández elevó una protesta formal al encargado de negocios iraní en Buenos Aires. No se si hubo cable oficial, llamado telefónico o nada, pero las noticias periodísticas y diplomáticas en Managua consignan la presencia de una numerosa delegación iraní.

El embajador podría haber actuado por propia iniciativa o requerir instrucciones al Canciller, quien seguramente informó al Presidente lo que estaba ocurriendo en la capital caribeña. Pero nadie hizo nada. A esta hora, Rezai está viajando, sano y salvo, para su país después de haber disfrutado de una cálida recepción, y de las delicias de la comida y el ron nicaragüense.

¿Nadie se va a hacer responsable de este acto de complicidad expresa con aquellos que idearon y planearon semejante acto criminal en 1994? Esperemos que algún fiscal actúe de oficio y que el bloque de la oposición eleve la protesta y exija la asunción de las responsabilidades emergentes de semejante negligencia. Pudimos echar mano de semejante imputado y no lo hicimos.

Que alguien pague por semejante desprecio al atentado cometido y a las decisiones de nuestra justicia.

Fuente: Infobae

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