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Cómo la ayuda occidental a Ucrania está frenando la invasión rusa

INTERNACIONALES 10/04/2022 Andrea RIZZI
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“¿Ha considerado usted que Rusia no ha logrado someter a Ucrania por lo que nosotros hemos hecho? ¿Por lo que nuestros aliados han hecho? ¿Ha pensado algún momento en ello?”, le espetó el pasado día 5 el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, a un congresista republicano que criticaba su gestión en medio de una acalorada sesión parlamentaria.

No hay duda de que el apoyo occidental ha sido hasta ahora un elemento esencial para frustrar los planes bélicos de Rusia. El admirable valor de los ucranios, por sí solo, no habría sido suficiente. Las armas suministradas en estas primeras semanas por una treintena de países han sido fundamentales. Pero también lo han sido factores intangibles y menos comentados como el flujo de información de inteligencia hacia Kiev, la ayuda en ciberdefensa así como los años de formación occidentales que prepararon mejor a las fuerzas ucranias para esta guerra.

Los países occidentales están en proceso de reflexión sobre cómo adaptar esa ayuda al nuevo escenario bélico que se perfila en Ucrania con la concentración de fuerzas rusas en Donbás. “La guerra está cambiando de nivel. Evoluciona hacia un modelo más clásico de tropa contra tropa. El armamento enviado las semanas pasadas ha sido muy útil, pero ahora hace falta más”, señala una alta fuente diplomática europea.

“Lo que les hemos entregado hasta ahora ha sido increíblemente útil en esta primera fase”, coincide William Alberque, director de Estrategia, Tecnología y Control de Armas en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres, en referencia a los misiles antitanque modelos Javelin o NLAW y a los antiaéreos Stinger. “Pero ahora avanzamos hacia una nueva fase en la que probablemente será necesario una mezcla de acción de tipo guerrilla con otra de mayor envergadura y coordinación, para la que se precisa artillería de mayor alcance y tanques”.

Es más, ese cambio ya se está materializando. En los últimos días, se han conocido importantes novedades que apuntan a un salto cualitativo. Eslovaquia ha dicho haber donado a Kiev una batería de S-300, un sistema de defensa antiaérea de largo alcance, y en compensación EE UU desplegará en su territorio un sistema de defensa antimisiles Patriot. Fuentes de Defensa de la República Checa han confirmado a la agencia Reuters la entrega a Ucrania de tanques T-72. Se trata de armamento de mayor potencia con respecto a lo suministrado hasta ahora —por lo general, misiles antitanque y antiaéreo portátiles—. En ambos casos, son aparatos de origen soviético que las fuerzas ucranias saben cómo manejar.

“La entrega checa es solo la punta del iceberg”, comenta Alberque, que anteriormente trabajó en la OTAN. “Creo que hay en marcha un proceso rápido para evaluar qué más se les puede entregar, especialmente el tipo de armamento más compatible”. La firma por parte de Polonia, esta semana, de un contrato por valor de 4.750 millones de dólares (4.378 millones de euros) para el suministro de 250 tanques estadounidenses Abrams, los primeros de los cuales está previsto que lleguen ya este año, consolida la idea de que Varsovia, que también dispone de T-72, será el siguiente en suministrar esos carros de combate a Ucrania. Según el Balance Militar 2022 del IISS, cuenta con 318 unidades de ese modelo en distintas variantes.

Pero el movimiento es mucho más amplio. Estados Unidos ha informado de que ya están rumbo a Ucrania un centenar de drones armados Switchblades, para cuyo uso está formando a militares ucranios. Washington también ha anunciado el envío de sistemas de guía láser para misiles —sin precisar modelo—, en el marco del enésimo incremento de la ayuda militar a Ucrania. La Administración de Biden está ofreciendo respaldo militar a Kiev por valor de 1.700 millones de dólares (1.573 millones de euros) desde el inicio de la guerra, a los que hay que sumar otros más de 5.000 desde 2014. La cifra aumenta a gran velocidad.

Reino Unido ha empezado a suministrar misiles antitanque Starstreak, de mayor alcance que los Stinger que Ucrania ya recibe de varios donantes (unos 7 kilómetros frente a los actuales 5,5) y anunciado nuevas ayudas por valor de 100 millones de libras (120 millones de euros). La UE también incrementa su apoyo a Kiev, elevando hasta los 1.500 millones de euros su fondo para armar a Ucrania. Alemania ha aprobado la entrega de 56 vehículos de combate de infantería modelo PbV-501, procedentes del armamento de la antigua República Democrática y actualmente en manos de la República Checa.

“La reorganización de las fuerzas rusas tiene implicaciones significativas. Reduce la dispersión y también supone que pueden operar en un entorno, como Donbás, donde cuentan con una posición militar más consolidada. Eso altera el equilibrio anterior y hace necesario material diferente”, dice Luis Simón, director de la Oficina del Real Instituto Elcano en Bruselas y experto en materia de Defensa. “Si tienes que recuperar terreno, expulsar enemigos, necesitas aviones y tanques. Y el problema es que estas son plataformas complejas de operar. El armamento de corte soviético es útil como ayuda inmediata. Pero en Occidente hay cantidades limitadas de ello. Por tanto, si la guerra va para largo, será probablemente necesario ganar tiempo con entregas de ese tipo y mientras tanto ir entrenando a los ucranios para que sepan manejar sistemas occidentales”, apunta Simón.

Las entregas están adquiriendo mayor calado y la reunión ministerial de la OTAN de esta semana ha evidenciado explícitamente la intención de mejorar los suministros. Sin embargo, destacados expertos consideran que de alguna manera las amenazas nucleares de Putin han condicionado cierta inhibición occidental a la hora de entregar armas potentes a Ucrania. Un ejemplo es el fallido intento de suministrar aviones de combate MiG, del que se habló hace unas semanas y no ha prosperado. Hay voces que manifiestan que el único límite debería ser no atacar directamente a Rusia, pero que toda entrega de armamento a Ucrania tiene perfecta cabida en el marco de soporte a la legítima defensa.

Lo que, en cambio, está fluyendo, sin duda con gran provecho para Ucrania, es la información de inteligencia. En este apartado no abundan las comunicaciones oficiales, pero afloran elementos suficientes para inferir la importancia del asunto.

“Hemos compartido información de inteligencia que incluye datos que los ucranios pueden usar para desarrollar su respuesta militar a la invasión rusa. La compartimos en tiempo real”, dijo la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, el pasado 3 de marzo. “Observamos con mucha atención. Tenemos capacidades de vigilancia que nos proveen de mucha información. Esto es importante y es algo que utilizamos de una buena manera. Porque la información, la mejor consciencia de la situación, es obviamente algo muy relevante en una situación como la actual”, señaló esta semana el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.

Tanto la OTAN como varios de sus aliados de manera individual u otros países como Suecia son activos en misiones de vuelo de reconocimiento y vigilancia en las inmediaciones del espacio aéreo de Ucrania. “No sabemos exactamente qué les están transmitiendo, pero sí sabemos que hay una intensa actividad de vuelos. ¿Por qué lo hacen? Es lógico pensar que para transmitir a los ucranios información. Esto ha sido tremendamente importante para facilitar la defensa, para atacar aspectos clave de la logística rusa, para matar a generales”, dice Alberque.

Simón coincide: “Aunque no hay información pública al respecto, todo apunta a que también se está ofreciendo asistencia a Ucrania en términos de inteligencia, vigilancia, reconocimiento, a través de aviones y satélites, y también de inteligencia de espionaje clásica, para que pueda tener un cuadro operativo más claro”.

Ucrania también cuenta con apoyo occidental en ciberdefensa, incluso por parte de empresas privadas como Microsoft, que lo han anunciado públicamente. La compañía de Gates ha informado de varias acciones, una de ellas esta misma semana, para neutralizar un ataque contra instituciones ucranias procedente de Strontium, un grupo vinculado a los servicios de inteligencia exteriores de las Fuerzas Armadas rusas.

En este terreno, como en otros ámbitos militares, la ayuda occidental fue cobrando cuerpo paulatinamente como formación, entrenamiento y apoyo financiero después de la agresión rusa que empezó en 2014 con la anexión de la península ucrania de Crimea. Ahora se halla en fase de metamorfosis de acuerdo con la evolución del conflicto. Habrá que ver adónde llegará. De momento, ha sido decisiva.

Fuente: Infobae

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