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Sin Cristina no se puede, ¿sin Cristina no se puede?

POLÍTICA 17/04/2022 Nancy PAZOS
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El living del departamento de Juncal aún le resultaba ajeno. No era para menos. Alberto Fernández hacía poco tiempo que había vuelto a frecuentarlo. El tiempo de los reproches mutuos se había terminado. Ahora las largas tertulias se centraban en el repaso de los años de gestión. Tiempo después gran parte de esas charlas terminarían escritas en “Sinceramente”.

Corría el 2018. Macri era Presidente y había ganado la elección de medio término. La melancolía, a veces, se apoderaba de Cristina: “Él fue mejor Presidente que yo”, soltó de golpe la entonces senadora. “No te confundas ni seas tan cruel con vos misma -respondió Alberto-, él gobernó con vos al lado. Y vos no lo tuviste a él, vos tuviste que gobernar sola…”.

Los que conocieron la intimidad de Olivos durante el kirchnerismo antes de la muerte de Néstor aseguran que las discusiones políticas en la residencia eran de alto voltaje, apasionadas y, muchas veces, a los gritos. Pero que finalmente las diferencias, como buen matrimonio añejo, se saldaban en la intimidad del cuarto.

Alberto y Cristina siguen sin hablarse. Pero el tiempo está atemperando los ánimos. Y los melones, de a poco, se van acomodando. El bebé recién nacido parece haber traído además de emoción y alegría, bastante paz al Presidente. Pasó de comentar en voz alta un posible recambio del elenco ministerial a poner proa a temas de gestión sin recambio -por ahora- de nombres.

La mejora del “clima de convivencia” no llega al punto de la ingenuidad. Alberto evitó tomarse los tres días de licencia por paternidad para no cederle su firma a Cristina.

Sin embargo, el Presidente y su reconfirmado ministro de Economía, Martín Guzmán, se encaminan a tomar medidas que bien podrían tildarse de “cristinistas”: un impuesto a la renta inesperada, un bono de suma fija para los trabajadores del sector privado mas allá de las paritarias y hasta estudian un posible ingreso universal que creen que hoy es de imposible implementación (FMI mediante) pero que ya está en carpeta.

Es que el diagnóstico sobre la profundización de la inequidad que fue la primer alarma que encendió la vicepresidenta antes de las elecciones del año pasado, gana adeptos en el peronismo. El tema es discutido por los gobernadores del Frente de Todos y se tocó hasta en el plenario de dirigentes filo albertistas que juntó Agustín Rossi en Santa Fe la semana pasada.

Martín Guzmán lo tiene súper claro. El ministro le puso un nombre menos confrontativo a la inequidad. En sus carpetas de trabajo llama “ganancia inesperada” a la abultada renta que el campo, las mineras y los petroleros están teniendo con la suba de los commodities a nivel internacional. Parte de ese botín es el que quiere recuperar, con un proyecto que se parangona con el aporte extraordinario de las Grandes Fortunas ideado por Máximo Kirchner en plena pandemia.

El ministro está convencido que sin unidad política la lucha contra la inflación termina en fracaso. Por eso es de los que más insisten en que vuelva a abrirse el diálogo en lo más alto del poder. Aún a sabiendas de que no son pocos los que piden que ruede su cabeza.

Antes de clavarle el visto al Presidente, Cristina Kirchner dejó de contestarle a Guzmán. El ministro insistió varios días hasta que con la renuncia de Máximo Kirchner a la Presidencia del bloque en Diputados terminó de entender el mensaje.

Hoy serian varios los puntos que Guzmán querría estar chequeando en Juncal. Sobre todo ahora que la agenda puede acercarlos. Cristina y Sergio Massa acordaron un bono con los trabajadores del congreso. El ministro avanza en la misma idea a pesar de que en las reuniones con la CGT y la UIA se haya acordado adelantar las paritarias.

Alberto no la llama pero escucha a Cristina. Y sabe que un bono del mismo monto para todos los trabajadores formales achica la pirámide y actúa de paliativo en el mes de la inflación más calamitosa.

Pero la discusión de fondo sigue siendo la distribución del ingreso. Y el mayor electorado del Frente de Todos es el del trabajador informal. Ese que durante el año pasado perdió el 13% de sus ingresos a pesar del crecimiento y la expansión económica. Esa es la verdadera materia pendiente del Gobierno. Cristina lo sabe. Y Alberto empieza a tomar nota.

Esta semana el Presidente piensa dar a conocer medidas en ese sentido. Algunas demandarán la sanción del Congreso. Otras aprobación del FMI.

Guzmán viaja mañana a Washington para la reunión de primavera. Se lleva la tarea hecha. El viernes, con el gong del viaje, consiguió finalmente que se llame a audiencia pública para debatir el precio de la electricidad. A pesar de Federico Basualdo, de Darío Martínez, de Máximo y de Cristina, Guzmán consiguió la bendición presidencial el domingo pasado (casi al mismo tiempo que el trabajo de parto de Fabiola) y avanza en el aumento de tarifas.

El lunes lo dejó en claro en un programa de televisión. Ese día el ministro dejó su tradicional estilo tecnicista para avanzar en el lodazal de la política.

No sólo se auto confirmó en el puesto. Sino que advirtió que el gobierno seguirá adelante sólo con aquéllos que compartan el camino.

Si fuera por sus dichos Basualdo ya debería estar afuera. Los fundamentos que escribió el subsecretario de Energía Eléctrica para la audiencia pública son el porqué NO deberían aumentar las tarifas. Está claro que Basualdo no está solo. Tan claro como que Guzmán ya es magister en tragada de sapos.

Salario universal básico hoy no se puede.

Pero fortalecer la política de ingresos.

Fuente: Infobae

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