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Sergio Massa, el amigo de todos

POLÍTICA 28/07/2022 Agencia de Noticias del Interior
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Sergio Massa es uno de los pocos argentinos que no aplica para aquella célebre escena de El secreto de sus ojos en la que Guillermo Francella destraba la búsqueda del prófugo ante el ayudante fiscal interpretado por Ricardo Darín: “¿Te das cuenta, Benjamín? El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín... No puede cambiar... de pasión”, en referencia a su equipo de fútbol.

Massa no ha cambiado una, sino dos veces de pasión futbolera. De chico fue simpatizante de Chacarita, porque nació cerca de la cancha del Funebrero en San Martín, en el Gran Buenos Aires. De adolescente pasó a ser hincha de San Lorenzo, y cuando ya había pasado de militar en la Ucedé hacia el PJ, se transformó en fanático de otro azulgrana, Tigre, del cual fue el dirigente más influyente y se le adjudica incidencia decisiva en la vuelta a Primera y en la llegada a competencias internacionales.

Si cambió tanto en lo que casi nadie cambia, qué decir de la política, ese lugar donde los saltos son más que frecuentes.

Massa ha pasado por casi todos los espectros de la paleta partidaria argentina. Arrancó en la Ucedé, se pasó al PJ, fue menemista, duhaldista, kirchnerista, antikirchnerista, aliado del macrismo y de vuelta socio del kirchnerismo. Cuando le preguntan por su ideología, la respuesta parece más que obvia: “De centro”.

 
Por estas horas, Massa es el hombre central de la desconcertada política argentina. Todo indica que Alberto y Cristina Fernández podrían aceptar su pretensión de pasar de la presidencia de la Cámara de Diputados a un superministerio de Economía o a una repotenciada Jefatura de Gabinete.

CARRERA SINUOSA
Tiene 50 años y desde que estaba en segundo grado de la primaria repite que quiere ser presidente. Pero todas las carreras del actual diputado nacional son sinuosas. De hecho, empezó la carrera de Abogacía en la Universidad de Belgrano a los 17 años y se recibió recién en 2013, cuando tenía 41 años, rompía con los K y se ilusionaba con llegar a la Casa Rosada de la mano de su Frente Renovador.

Comenzó a militar a los 16 años en la Upau, la agrupación juvenil de la Ucedé, el partido fundado por Álvaro Alsogaray. En San Martín, primero fue rival y luego ahijado político del gremialista gastronómico, Luis Barrionuevo, que fue quien lo inició en esas dotes de estar en el momento justo y el lugar adecuado para acomodarse al calor del poder.

 
Es más, sus biógrafos no autorizados sugieren que fue Barrionuevo el que le sugirió dejar a su noviecita del barrio para relacionarse con Malena Galmarini, hija de dos dirigentes peronistas como Fernando Galmarini y Marcela Durrieu, de buena llegada a Carlos Menem.

Con Menem ocupó el primer cargo público, en 1998. Fue asesor del ministro de Desarrollo Social, Ramón “Palito” Ortega, que soñaba con llegar a presidente desde ese cargo.

En 2001 se casó con Malena y se mudó a Tigre, donde construyó buena parte de su carrera política.

Su suegro Fernando lo acercó a Eduardo Duhalde, que lo nombró al frente de la Anses apenas la Asamblea Legislativa lo nombró presidente en las primeras horas de 2022.

Se quedó en el organismo previsional cuando Néstor Kirchner llegó al poder en 2003, y en aquellos años de apogeo de la transversalidad K y del Frente para la Victoria compitió en 2017 por su primer cargo electivo, la intendencia de Tigre, que obtuvo con comodidad.

 
Pero fue unos pocos meses jefe municipal de uno de los distritos de mayor poder adquisitivo del Gran Buenos Aires. Es que, después de la batalla con el campo, el enfrentamiento con los medios, el quiebre de la relación del kirchnerismo con sectores medios de la sociedad, el comienzo de la grieta como la conocemos ahora, se terminó el ciclo de Alberto Fernández como jefe de Gabinete y Néstor y Cristina llamaron a Massa para reemplazarlo.

OPERADOR DE RIESGO
Versátil, no tuvo inconvenientes en guardar sus ideas liberales para impulsar políticas de fuerte contenido estatista, como el regreso de Aerolíneas Argentinas como empresa pública.

La relación con Cristina nunca fue buena. Las filtraciones conocidas a través de Wikileaks, de consultas de la diplomacia estadounidense al entonces jefe de Gabinete, revelan conceptos descalificadores sobre la personalidad y la salud mental del matrimonio santacruceño.

La aceitada relación de Massa con la Embajada de Estados Unidos es uno de los elementos más comentados en la política argentina.

Como jefe de Gabinete cristinista, hizo jugadas muy osadas, que fueron desautorizadas por sus propios jefes. La más sonada fue el intento de remover a Jorge Bergoglio, entonces crítico del kirchnerismo, como jefe de la Iglesia argentina.

El empresario Jorge O’Reilly, asesor y operador todoterreno de Massa, fue el encargado de la movida ante influyentes arzobispos. Apenas circuló el rumor, los Kirchner recibieron a Bergoglio, quien años después se convertiría en papa.

Massa sólo duró un año como jefe de Gabinete. Se fue en julio de 2009, después de haber sido candidato testimonial a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, en aquella elección que perdió la boleta oficialista encabezada por el propio Kirchner. En esos comicios, Malena Galmarini encabezó en Tigre una lista separada de la del Frente de Todos.

Desde la intendencia de Tigre y con la puerta semiabierta para salir del kirchnerismo, se dedicó a construir vínculos políticos, empresariales, deportivos, diplomáticos y mediáticos.

EL FAVORITO
Los asados en su residencia, que él mismo se encargaba de servir, se volvieron famosos, en especial por la familiaridad que exhibía con propietarios y ejecutivos de importantes medios de comunicación. Una buena parte del establishment lo vio siempre con buenos ojos como una especie de salida moderada de los K.

Su apogeo fue en la elección legislativa de medio término del segundo gobierno de Cristina. Massa hizo campaña con durísimas acusaciones al kirchnerismo, jurando que jamás volvería a ese espacio y bregando por el juzgamiento y detención de la entonces presidenta. El Frente Renovador que había formado ganó las elecciones en la provincia de Buenos Aires y él creyó que estaba a las puertas de cumplir su sueño de niño.

La irrupción de la alianza del PRO, la UCR y la Coalición Cívica con Mauricio Macri a la cabeza le trastrocó los planes. Intentó en simultáneo acordar con Macri y buscar la senda del medio para la presidencial de 2015.

Sólo logró sumar algunos apoyos en el PJ no K y le sirvió de muy poco tenerlo de sparring en las primarias al cordobés José Manuel de la Sota, ya que quedó muy lejos del balotaje entre Macri y Daniel Scioli, con el que también tuvo buenas relaciones.

Apenas asumido Macri, Massa se transformó en una especie de “opositor designado”. Ambos se conocían de la dirigencia deportiva y tenían una especie de pacto donde el dirigente de Tigre hacía como si fuese opositor pero era, en realidad, un aliado.

También duró poco ese acuerdo y Macri le puso el mote de “Ventajita”.

Massa siguió construyendo con lo que se iba cayendo del kirchnerismo y tenía en Alberto Fernández a uno de sus operadores.

EL TRIUNVIRATO
Cuando Cristina decidió que el porteño armador político de su esposo fuese su candidato a presidente, tendió un puente para que Massa regresara adonde había jurado que no volvería.

Quedó constituido como el vértice minoritario de un triángulo de poder que atravesó por distintas etapas en lo que va de la gestión del Frente de Todos.

Desde la presidencia de la Cámara de Diputados, trabó relaciones con el kirchnerismo más ortodoxo encabezado por Máximo y con sectores de Juntos por el Cambio. Se presenta siempre como artífice del diálogo y los acuerdos.

Obsesionado por los detalles comunicacionales, las poses en las fotos, la ubicuidad de sus posturas, el poco apego a las definiciones contundentes, Massa se quedó con cuotas de poder importante en el Ejecutivo, hasta que la crisis lo formalizó en el triunvirato de toma de decisiones, en especial tras la salida de Martín Guzmán.

Objeto siempre de memes y burlas en redes y en comentarios políticos, el más extendido fue cuando se complicó la interna del Frente de Todos y la situación económica-social del país: “La crisis es tan grande que Massa no sabe a quién traicionar”.

Fuente: La Voz del Interior, sobre una nota de Roberto Battaglino

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