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Alberto Fernández busca resguardar su injerencia en la gestión y apostará a sus funcionarios de confianza

POLÍTICA 05/08/2022 Brenda Struminger*
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Juan Manuel Olmos asumió ayer como Vicejefe de Gabinete, pero su acto de jura tuvo mucha más pompa de lo que se acostumbra para ese rango. El Salón de los Pueblos Originarios donde se hizo la ceremonia, ayer por la tarde, estaba repleto -muchos invitados se quedaron sin asiento-, hubo invitados de los rangos más diversos, repetidos y sonoros aplausos, palabras emotivas, y un cierre efusivo, con marcha peronista incluida.

Alberto Fernández no estuvo en la toma de mando de su alfil más fiel y poderoso. Se encontraba desde la mañana en la Casa de Gobierno, pero prefirió quedarse en su despacho después del extenso almuerzo que había mantenido con Sergio Massa para discutir la puesta en marcha de las nuevas medidas económicas. En su entorno aclararon que no corresponde a un Presidente participar en una jura de segundo nivel de jerarquía. “Es un secretario, y depende de Manzur. En definitiva, Alberto ya lo nombró”, dijeron. Sin embargo, su figura estaba omnipresente en el atestado salón.

Al tomarle juramento a Olmos, Manzur se encargó especialmente de nombrar al Presidente, e incluso le dedicó unas palabras de agradecimiento. Los que observaban y escuchaban sabían, sin embargo, que su desembarco había sido una intervención directa de Alberto Fernández en su terreno, sólo admitida por el tucumano a cambio de la posibilidad de poner un pie en Economía a través de un hombre de su confianza, Jorge Neme, que asumirá como Secretario de Planeamiento bajo la órbita de Massa.

La llegada de Olmos, coinciden distintos funcionarios de la Casa Rosada, está vinculada directamente con las intenciones del Presidente de retomar la injerencia que perdió sobre la gestión con la eyección de Santiago Cafiero en 2021, a pedido de Cristina Kirchner como represalia por la derrota electoral. Cerca del primer mandatario creen que tras el arribo de Manzur disminuyó el ritmo de la administración, que Alberto Fernández quedó ajeno a los programas de los ministerios y que tuvo menos posibilidades de plasmar su sello en las actividades nacionales.

Un alto funcionario aseguró que Olmos tratará de darle “más dinamismo” a una gestión que estaba prácticamente “paralizada”. Pero también aclaró que trabajará por y para Alberto Fernández, que no se resigna a ocupar, tras la llegada rimbombante de Massa, un lugar protocolar en la estructura del Gobierno. Su desembarco en la Jefatura de Gabinete fue prácticamente el único “triunfo” de Alberto Fernández en la repartija de cargos y reordenamiento ministerial negociados con Cristina Kirchner y Sergio Massa la semana pasada. El resto fueron puras derrotas, empezando por la llegada de Massa -el Presidente la resistía-; las salidas de los recientemente nombrados Silvina Batakis y Daniel Scioli; y los intentos frustrados para que el albertista Gabriel Katopodis se hiciera cargo de Transporte, en manos del massista Alexis Guerrera.

El Presidente no pudo avanzar en esta última jugada, que quedó descartada definitivamente, al menos en lo inmediato, entre el martes y el miércoles. Es cierto que lo intentó, como confirmaron desde el albertismo en repetidas oportunidades durante los últimos días. Pero al final tuvieron razón los dirigentes del Frente Renovador que desde el fin de semana se mostraban convencidos de que Massa no lo permitiría y llegaron incluso a mofarse de las consultas en ese sentido. El miércoles, durante la jura del nuevo ministro de Economía, un importante ministro de la órbita de Alberto Fernández confirmó que, hoy, esa posibilidad está “momentáneamente descartada”.

De todas maneras, no pierden las esperanzas, y se guardan la anexión de Transporte dentro de Obra Pública como una carta para más adelante. “Cuando baje la espuma”, dijo un hombre de consulta permanente del Presidente, en referencia a la algarabía creada en torno a -y por el propio- Massa que, en paralelo, para mostrar humildad, también se dedicó a aclarar que “no es un salvador, sino un servidor”.

Del kirchnerismo, en la ceremonia en torno a Olmos sólo estuvieron los ministros que suelen poner la cara en los actos institucionales para preservar las apariencias: Eduardo “Wado” de Pedro (Interior) y Martín Soria (Justicia). Pero la mayoría de los asientos fueron ocupados por funcionarios, legisladores y dirigentes albertistas: Carla Vizzotti (Salud), Claudio Moroni (Trabajo); Daniel Filmus (Ciencia) y Juan Cabandie (Ambiente); la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra; la vicecanciller Cecilia Todesca Bocco; el secretario de Comunicación, Juan Ross; la portavoz Gabriela Cerruti; el secretario de Relaciones Parlamentarias, Fernando “Chino” Navarro; los diputados nacionales Leandro Santoro y Victoria Tolosa Paz; el secretario de Culto, Guillermo Olivieri; y el dirigente porteño Víctor Santa María, hoy distanciado de Alberto Fernández tras años de una muy cercana relación.

También hubo algunos representantes del kirchnerismo porteño duro, como el senador nacional Mariano Recalde, sucesor de Olmos al frente del PJ porteño, y la legisladora porteña afín a Cristina Kirchner, Paula Penacca. Según dijeron en La Cámpora, fueron en calidad de “amigos de la Ciudad”, cuando los vínculos entre el justicialismo local y la organización de Máximo Kirchner, en un año no electoral, sin discusiones por cargos, atraviesan un momento de paz.

También pasaron a saludar algunos de los funcionarios recién reubicados o arribados al Gabinete: Mercedes Marcó del Pont, que pasó de la AFIP a la Secretaría de Asuntos Estratégicos; Carlos Castagneto, que quedó al frente del organismo recaudador; y el nuevo secretario de Comercio, Matías Tombolini, en representación de Massa.

La jura, breve, terminó sugestivamente con el canto de la marcha peronista. En la interna del Frente de Todos fue un mensaje político fuerte, según interpretó un funcionario. “El PJ es puro Olmos y Olmos es puro Alberto”, deslizó.

Alberto Fernández no tiene especial aprecio por Juan Manzur, con quien tuvo varios cruces en los escasos nueve meses que llevan juntos en la Casa Rosada. Pero peor opción le resultaba que se impusiera en su lugar Jorge Capitanich, como proponía Cristina Kirchner. Se conformó con avalar la continuidad del tucumano e “intervenir” la Jefatura con un funcionario de su riñón más íntimo y de perfil muy bajo. En su entorno aseguran que Olmos, a pesar de su nuevo cargo, seguirá en las sombras. Después de todo, no es él quien busca vidriera en el nuevo esquema de distribución de poder del Gobierno.

* Para www.infobae.com

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