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Cristina y Macri, en el país de la nostalgia

POLÍTICA 15/08/2022 Fernando GONZÁLEZ
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“Estoy como todo el mundo, sin laburo, rascando el fondo de la olla”. La frase, que podría pertenecer a miles de ciudadanos argentinos sin trabajo, conmueve mucho más porque es pronunciada por José Larralde, una leyenda del folclore que escribió varias joyas de la canción gauchesca, entre ellas, el inolvidable “Herencia pa’ un hijo gaucho”. La viralización en las redes de internet es impresionante y Larralde graba un nuevo video para aclarar que no está pidiendo nada. Que a los 84 años, se las puede arreglar solo y que no quiere un plan social ni nada que se parezca a un subsidio. Es otra fotografía impiadosa del país de Alberto y de Cristina, a cargo ahora de Sergio Massa.

“Cuando no se quiere ver, no hay más que cerrar los ojos”, recita Larralde en su canción más exitosa. Bonaerense y andariego, la escribió en 1968 y, como la mayoría de los lamentos en la Argentina, sigue teniendo vigencia aunque pasen los años. El país está detenido en la nostalgia y sin señales visibles de futuro.

Pero si los sufrimientos de Larralde constituyen la radiografía artística del momento económico que vive la Argentina, las cifras de la inflación publicadas el jueves pasado por el Indec son el complemento estadístico de la dimensión humana. El 7,4% de la suba de precios registrada en el mes de julio está anticipando otros dos datos negativos. La inflación de agosto y la de septiembre también alumbrarán números catastróficos.

En agosto porque, ya a mediados de mes, las mediciones de las consultoras privadas registran aumentos muy fuertes de los alimentos y de otros rubros que impactan en el salto de la inflación. Y en septiembre, el episodio clave que puede mantener la curva ascendente de los precios es el tarifazo inminente con los servicios públicos. Una decisión que Massa ha demorado unos días justamente por eso, porque busca fórmulas que puedan atenuar el impacto inevitable sobre la inflación.

Y septiembre es el mes clave. Es el límite de los dos meses que Cristina se puso como plazo para permitirle al ministro de Economía que contenga el gasto público y mantenga el relato de cumplir con las metas a las que la Argentina se comprometió con el Fondo Monetario Internacional en enero pasado. Después de ese lapso, y ya con el año electoral encima, el kirchnerismo volverá a la carga para acelerar el gasto creyendo que se puede mantener la ilusión de reactivar la economía sin pagar costos.

Además de la inflación, el otro flanco débil de la economía que intenta sostener Massa es el derrumbe de las reservas monetarias. Tan escasos son los dólares por el fiasco de la importación de energía que jamás terminó de entender el kirchnerismo, que el presidente del Banco Central (Miguel Pesce) debió salir a decir que estaba activando los u$s 20.000 millones del swap chino para dar la sensación de que puede hacerle frente a la corrida cambiaria de las últimas semanas.

Es otra de las tantas maniobras con las que el Gobierno busca barrer bajo la alfombra el desastre económico de la gestión Fernández. El intercambio con el Banco Popular de China fue puesto en marcha en 2009 por el entonces presidente del Banco central, Martín Redrado. Es una reserva monetaria en yenes, equivalente a unos u$s 20.000 millones, pero que para activarlos requiere de un permiso de las autoridades bancarias chinas y que tiene un costo del 7% para convertir los yenes en dólares.

El último jueves, en una crónica publicada por Infobae, el periodista Martín Kanenguiser reveló que Sergio Massa había recibido al embajador chino en la Argentina, Zou Xiaoli, para dialogar sobre posibles inversiones y cooperación financiera. Quedaba claro que el ministro de Economía comenzaba recién las gestiones para poder utilizar el swap chino en el futuro cercano. Y que todavía no se estaban utilizando como había afirmado a las apuradas el presidente del Banco Central.

“Si un día te vengo con la historia de que voy a usar el swap chino, tienen que sacarme la tarjeta roja. El swap chino es irrelevante; el swap chino no existe”, explicó con la contundencia de su estilo personal el economista Carlos Melconian. El ex presidente del Banco Nación, hoy al frente del equipo técnico de la Fundación Mediterránea, reveló además en una entrevista por CNN Radio que, según sus estimaciones, las reservas negativas del Banco Central están en el orden de los u$s 6.000 millones. Una cifra escalofriante que triplica la que maneja el mercado.

La soledad peronista de Massa

Estas son las evidencias de la realidad que enfrenta Sergio Massa. En su tercera semana como ministro de Economía, empieza a sentir la presión de una gestión en la que está absolutamente solo. Los gobernadores peronistas han comenzado a activar el adelantamiento de las elecciones provinciales para despegarse del Gobierno. El primero de ellos fue, paradójicamente, el mandatario más cercano a Massa.

Gustavo Sáenz anunció la semana pasada que las elecciones en Salta para elegir gobernador se celebrarán el 16 de abril del año próximo. El amigo gobernador le cedió a Massa a su secretaria de Energía (la ingeniera Flavia Royón) para que ordene el gabinete energético nacional, pero se cuida especialmente de hacer los comicios en fechas separadas de los nacionales. Soldado que huye sirve para otra guerra, o para otra elección.

Massa sabe perfectamente que por ahora no puede contar con los gobernadores peronistas, y que tampoco cuenta con los gremios. Este miércoles, la CGT hará su primera manifestación en las calles contra el gobierno del Frente de Todos bajo el camuflaje de que la marcha es contra los formadores de precios.

El eje verdadero de la protesta de la central sindical es la actualización de las paritarias, que impulsan todos los gremios de la CGT y que puede transformarse en otra enorme complicación para la gestión de Massa. El reclamo gremial está motorizado porque el kirchnerismo plantea una suba fija de los salarios para perseguir a la inflación. Y los jefes sindicales no quieren saber nada con eludir el mecanismo de las actualizaciones que pactaron con las empresas de cada rubro en el primer semestre.

Mientras Alberto Fernández va consolidándose como una sombra presidencial, Cristina Kirchner se muestra cada vez más preocupada por su situación judicial. La recusación contra el fiscal Diego Luciani, a quien su abogado defensor intenta correr de la causa Vialidad, no tuvo impacto alguno. El Tribunal Oral Federal 2, el que debe evaluar el pedido de condena que haga el fiscal, rechazó el reclamo de la Vicepresidenta contra su acusador y contra el propio presidente del TOF2, el juez Rodrigo Giménez Uriburu. El kirchnerismo hará un nuevo intento seguramente cuando la causa llegue a la Cámara de Casación.

Lo cierto es que los alegatos del fiscal siguen avanzando y Cristina deberá hacer frente a una acusación sólida por haber integrado supuestamente una organización dedicada a quedarse con dinero de todos los argentinos, a través de la empresa Austral Construcciones (la de Lázaro Báez y familia), a la que le otorgaron más del 80% de las obras públicas de Santa Cruz.

Las fotos del fiscal Luciani y del juez Giménez Uriburu vistiendo la camiseta de un equipo de fútbol de fin de semana, que jugó algunos partidos en la quinta Los Abrojos (propiedad de Mauricio Macri) no parece prueba suficiente para frenar la investigación judicial contra Báez, Cristina, Julio De Vido y José López, dos de los funcionarios que participaron del mecanismo que sirvió mucho más para fortalecer algunos patrimonios que para extender las rutas argentinas a lo largo de la Patagonia.

El fin de semana mostró algunas imágenes que dejaron en evidencia el desamparo político del kircherismo. Un escuálido acto en Parque Centenario, liderado por el controvertido juez Juan Ramos Padilla. Y unas pocas decenas de activistas con banderas que decían “Todos con Cristina”, atadas a algunos de los puentes de la Ruta Panamericana. El afán de muchos porteños y bonaerenses por huir de la Ciudad aprovechando el buen clima en el fin de semana largo no hizo más que dejar en evidencia la indiferencia en torno a los gestos de respaldo a la Vicepresidenta. “Vamos a tener que invertir un poco más en cotillón”, reflexionaba con algo de ironía uno de los impulsores.

El efecto combinado que provocan el deterioro permanente de la gestión del Gobierno y el laberinto judicial en el que va quedando atrapada Cristina, ha permitido algunos milagros en la oposición. Mauricio Macri trata de aprovechar el clima que hunde al oficialismo para mostrarse en cuidadosas recorridas políticas por el Gran Buenos Aires. Y hasta Nicolás Dujovne se ha dado el gusto de reivindicar su gestión pálida como ministro de economía. Todo es posible en el país paralizado por la nostalgia.

Es curioso que Dujovne sienta reivindicada la gestión como ministro de Economía que llevó a Mauricio Macri a la derrota electoral que le impidió su reelección, convirtiéndose así en el único dirigente argentino que no pudo ser reelecto siendo presidente. Ya lo habían logrado Juan Domingo Perón en 1952, Carlos Menem en 1995 y Cristina en 2011. Dujovne terminó su gestión con el 55% de inflación y una caída abrupta de la actividad que dejó a Macri prácticamente sin chances de victoria.

Dujovne, que había sucedido a Alfonso Prat-Gay como ministro de Economía, debió ser reemplazado por el economista Hernán Lacunza, quien reperfiló la deuda en pesos y combatió la suba del dólar para recomponer la economía y que Macri pudiera entregarle a Alberto Fernández un país menos convulsionado.

Sería hasta una anécdota simpática si en medio no estuviera la lluvia ácida que acaba de desencadenar Elisa Carrió para recordar que a la oposición le quedan todavía muchas sesiones de terapia de grupo y etapas de aprendizaje. “Querés romper; sos la Cristina Kirchner de Juntos por el Cambio”, le había escrito el jujeño Gerardo Morales a través de whatsapp. Esta semana todos intentarán borrar el cataclismo interno de estos días.

El talento para el conflicto de Lilita o la velocidad de respuesta de Morales, sin embargo, están lejos de la visión absolutista que exudan las palabras del kirchnerista Andrés “Cuervo” Larroque. “Sin Cristina no hay peronismo, y sin peronismo no hay país”, ha estampado en su cuenta de Twitter. La conclusión del silogismo salta a la vista. En este tiempos de ausencia personal e ineficacia partidaria, se podría decir siguiendo el razonamiento de Larroque que no hay peronismo, ni hay país.

Fuente: Infobae

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