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La exportación de servicios del conocimiento y alta tecnología acumula 4 años de crecimiento y superávit de divisas

ECONOMÍA 11/10/2022 Daniel Sticco*
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El ministro de Economía, Sergio Massa, anunció a comienzos de la semana el Régimen de Estímulo a las Exportaciones del sector tecnológico a través del bautizado “dólar tecno”, un nuevo esquema con el que se buscará “favorecer la generación de divisas y empleo calificado, mediante inversiones directas en infraestructura, bienes de capital y capital de trabajo, destinadas a la puesta en marcha de nuevos proyectos o ampliación de otros ya existentes que involucren el desarrollo de actividades vinculadas al sector”, según destacaron en el Palacio de Hacienda.

“Se les dará libre disponibilidad del 20% de las divisas que ingresan al país por proyectos de inversión dirigidos a exportaciones, así como del 30% de las divisas fruto del incremento de las ventas al exterior. Ambos son acumulables”, anticipó el ministro, quien auguró que la Economía del Conocimiento exportará USD 10.000 millones en 2023.

Se trata de una meta singularmente ambiciosa, tal vez más que la que tuvo Massa cuando dijo que con el acuerdo con los exportadores del complejo sojero se iban a liquidar en un mes operaciones por USD 5.000 millones al tipo de cambio diferenciado base de $200 -neto para las cerealeras de unos $135-, aunque finalmente ingresaron al Banco Central USD 8.123 millones, los cuales fueron claves para apuntalar el notable desempeño que arrastra la recaudación tributaria en poco más de dos años.

Sin embargo, como en el caso anterior con el resultado final a la vista, pareciera que no se trata de un número al azar o de simplemente buenos deseos, más allá del entusiasmo que manifestaron los empresarios y líderes del sector con la iniciativa; sino que se fundamenta en la trayectoria de la generación de divisas por parte del conjunto de la industria del conocimiento o “industria sin chimenea” como se la conoce históricamente, según pudo detectar Infobae en el análisis de la serie mensual del balance cambiario de las exportaciones de bienes y servicios del Banco Central de la República Argentina.

En la estadística oficial de casi dos décadas se identifican tres grandes rubros que se asocian exclusiva y diferenciadamente al conocimiento y desarrollo tecnológico, de otros que forman parte como valor agregado en la producción de bienes y otras prestaciones: servicios empresariales, profesionales y técnicos; información e informática; y de comunicaciones y telecomunicaciones.

De los tres ítems el más dinámico, aunque no exento de altibajos, es el de Información e Informática, el cual tras registrar exportaciones por menos de USD 50 millones en 2003, pasó al rango de USD 600 millones una década después, y desde 2019 superó USD 1.000 millones y en 2021 los USD 1.500 millones.

El caso de los servicios empresariales y técnicos se mantiene firme como el más representativo, pero se advierten señales de haber alcanzado su techo en la zona de USD 5.000 millones que alcanzó en 2011, declinó a menos de USD 3.000 millones en 2018 y desde entonces muestra un sendero de recuperación sostenida, pero todavía por debajo del máximo de la serie.

Oportunidad para un salto de cantidad y calidad

Ahora con la iniciativa de apelar a incentivos, primariamente con fines de sanear las cuentas externas, en particular del Banco Central, pero que es posible pensar en estrategias sustentables de largo plazo que contribuyan a impulsar la inversión y el empleo de alto “clima educativo”, como define el Indec en los indicadores Socioeconómicos, aparece como una oportunidad para volver a incrementar su representatividad en el agregado del monto de ventas de la Argentina al resto del mundo de bienes y servicios.

Según la serie del balance cambiario, la industria del conocimiento pasó a comienzos de siglo de generar poco más de 3% del total de las exportaciones anuales de bienes y servicios a 7% al cierre de la primera década; desde ese momentos mostró oscilaciones a la baja, hasta un piso de 5,8% en 2014, cuando regía el cepo cambiario y control del comercio exterior, sube al máximo histórico en 2016 de 8,4%, ya con tipos de cambio libre y unificado, pero no logra sostenerse y retrocede en dos puntos porcentuales.

Casualmente, con el cambio de gobierno, y en medio de un clima de brutal contracción de la actividad interna recobra presencia en 2020, y se acerca al máximo histórico, pero desde entonces, con la concurrencia del inicio de un proceso de atraso del tipo de cambio, recuperación del mercado interno y creciente brecha entre las diferentes cotizaciones del dólar en la plaza local, pierde relevancia, al punto que con los datos de los primeros 8 meses de 2022 se estima descenderá a menos de 6% del total de las ventas externas del país, la proporción que mostró ocho años antes.

Y pese a esos altibajos, la industria del conocimiento mantuvo su condición firme de convertirse en un generador neto de divisas para el país. En la serie histórica de referencia se observa que siempre el monto total de exportaciones superó al de importaciones.

Incluso en los años en que el balance cambiario del país fue abultadamente deficitario: 2013; y el cuatrienio 2015-2018. Para 2022, la proyección el saldo excedente sube de representar 22,4% en 2021 a más de 46%, con unos USD 2.700 millones.

Alcanzar en 2023 la meta de USD 10.000 millones de exportaciones de conocimiento y tecnología que se fijó el ministro Sergio Massa no sólo significará consolidar el proceso expansivo del saldo neto superavitario, sino que implicará también dar un salto de calidad y cantidad como hacía tiempo que no se veía.

Para afianzar ese comportamiento se deberá acudir a políticas sustentables de largo plazo que surjan de un plan integral y generalizado para todos los sectores de la economía, y no como un atajo desesperado frente a una coyuntura compleja para las cuentas externas del Banco Central, que tiene como contrapartida intensificar el control de cambios, en particular sobre las importaciones de bienes de consumo y de producción.

* Para www.infobae.com

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