La Casa Gris se topó con algunas baldosas sueltas en el sprint final del camino a la Legislatura de la reforma previsional. La edad mínima para el retiro es una de las principales diferencias que mantiene con el Partido Socialista, su socio mayoritario en Unidos para Cambiar Santa Fe.
Según el proyecto que está terminando de redactar el equipo técnico del gobernador Maximiliano Pullaro, en la provincia de Santa Fe, ni varones ni mujeres podrían jubilarse antes de los 65: “Ya descartamos las posiciones reformistas más duras que pedían elevar la edad a 67 años”, se atajan desde el Ejecutivo.
Pero el tema está lejos de estar saldado: “No sé con qué votos sacarán eso”, disparó un diputado del interbloque del oficialismo sobre la unificación del retiro a los 65. Y expuso una de las gritas más marcadas que tiene la discusión puertas adentro.
Junto con otras variables, ese es uno de los puntos que otros sectores del oficialismo todavía no terminan de digerir: “Falta conocer la letra chica, ni siquiera los senadores radicales vieron el borrador todavía”, se quejan. Y es que cuentan que el Ejecutivo prometió a los y las legisladoras de Unidos el envío del boceto antes de hacer la presentación definitiva el próximo lunes 19, pero todavía no llegó.
Cámara amiga
El ingreso del escrito será por la cámara alta, porque allí tomó volumen la discusión con un proyecto que presentó el senador Raúl Gramajo (9 de Julio) que creaba una comisión para elaborar un proyecto de reforma del régimen previsional. Sin embargo, en Diputados pararon la pelota 45 días, en desacuerdo con la estrategia planteada por el Senado, y se terminó creando una comisión multisectorial que redactó un informe sobre el estado de situación de la Caja con recomendaciones no vinculantes para el Ejecutivo.
El guiño al Senado se interpreta por la mayoría de votos que concentra allí el radicalismo, pero también porque desde el principio fue una cámara más amigable con una reforma previsional profunda. Sin embargo, del otro lado del pasillo de la Legislatura no creen que sea una estrategia que presione a la cámara baja: “¿Por qué los senadores votarían algo que saben que en diputados no pasa? Si se lo mandamos de vuelta con modificaciones, toda la presión la van a tener ellos. Y no es un tema con el que la gente esté tranquila”, advierten.
Sin maquillaje
En esa línea, desde las bancas de Unidos esperan antes del lunes poder pasar la lupa por los puntos de reforma que enviará el Ejecutivo. La letra chica también será central para resolver qué hacer con los regímenes especiales -como el que aplica para docentes y policías- y qué proporción del déficit se buscará subsanar con la reforma, teniendo en cuenta que alrededor del 70% es consecuencia de que la Nación no envía los fondos comprometidos.
Socialistas y radicales son los principales socios de Unidos, pero además ostentan los principales bloques legislativos, por lo tanto, dominan la agenda parlamentaria. Mientras el PS apuesta a una reforma moderada, el ministro de Gobierno, Fabián Bastia, define la aspiración del núcleo duro del pullarismo: "Muy profunda y de largo alcance temporal. Reforma sustancial, no maquillaje".
CON INFORMACION DE LETRA P.