Habían pasado unos pocos días desde el intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner cuando, en septiembre de 2022, Alberto Fernández dijo frente a un grupo de diputados del entonces Frente de Todos que, en 2023, se abría una nueva etapa para el peronismo. Después de 20 años, se avecinaba el fin del kirchnerismo. Habló de desgaste y de ciclo agotado.
“Cumplió”, es la ironía que circula, a modo de broma, en el subsuelo de la tragedia peronista, que oscila entre la desazón, la bronca y la furia mientras mira en cadena nacional la degradación de su dirigencia a través de las acusaciones contra el último presidente que puso el partido.
Las encuestas que circulan en el espacio muestran un edificio en ruinas. La carrera política del expresidente ya estaba sepultada antes de la explosión de las denuncias por violencia de género contra Fabiola Yañez, pero su hundimiento ahora arrastra a los que intentaban desmarcarse de su gobierno.
“Para usted, ¿Cristina Kirchner se podrá despegar de Alberto Fernández?”, preguntó esta semana la consultora DC. Un 77,4% respondió que no. El nombre de la expresidenta apareció, también, cuando consultaron a qué dirigente político perjudica el escándalo. El 79,5% consideró que la afecta a ella, mientras que un 14,3% señaló como perjudicado a Axel Kicillof y un 6,3%, a Sergio Massa.
“Para usted, ¿el kirchnerismo termina con Alberto?”, insistieron en la muestra. Un 68,3% concluyó que sí. El 31,5% dijo que tiene posibilidades de reconstrucción. Pero el 77,8% aseguró que “no” votaría al kirchnerismo en las próximas elecciones, sin importar su candidato. “Ya estábamos destruidos antes, pero esto acelera el proceso. Tenemos que mostrar rápido una renovación”, dice un dirigente que está en la primera línea de conversaciones internas del peronismo.
Un derrumbe sin precedentes
La consultora Trespuntozero, que conduce Shila Vilker, midió la semana pasada la imagen del expresidente, que llegó a un impactante 92,2% de negativa y un 6,6% de positiva. Es casi imposible encontrar en la historia un caso semejante. Un derrumbe absoluto de quien, en abril de 2020, al comienzo de la pandemia, llegó a tener al 75,4% de la opinión pública a su favor.
El estudio de Vilker aporta algunos matices respecto de la situación del peronismo. La consulta abierta – es decir, con respuestas espontáneas- sobre quiénes se perjudican con las acusaciones de violencia de género, muestra que el 34,1% ubica en ese lugar a Fernández únicamente mientras que el 24,2% entiende que el problema es de todo el espacio, el peronismo/kirchnerismo. En tanto solo 1,3% menciona como afectada a Cristina.
Sin embargo, ante la consulta sobre el impacto electoral, un 35,7% respondió que, en las próximas elecciones, “pensaba votar al peronismo-Unión por la Patria y lo seguiría haciendo” a pesar del episodio de violencia de género que protagoniza Fernández. Solo un 7,8% de los consultados respondió que las fotos de la exprimera dama golpeada le habían hecho cambiar de opinión respecto a su apoyo al espacio. El número es parecido al 36,68% que Massa obtuvo en las elecciones generales de 2023.
“El tablero está muy trabado. Hay un acuerdo social de que esto perjudica a Alberto y al peronismo, en general, pero Milei tampoco capitaliza. Para esos votantes, el Gobierno es el cuco. Los peronistas no tienen adónde migrar. Esto es un escándalo, pero el escenario está igual”, explica Vilker.
El número alienta a los que creen que todavía hay posibilidades de supervivencia. “Dentro del desastre, el peronismo es el único sector que tiene alguna chance de hacer algo frente al Gobierno. Es el único que mostró ser oposición real. El que quiera votar en contra de Milei no va a encontrar otra opción mejor”, apunta una voz autorizada en la interna de Unión por la Patria.
El espejo roto de Lula Da Silva
“Para algunos 20 años es el fin de un proceso político, para Lula quizá es el comienzo de uno nuevo”. Las palabras de Fernández en aquella reunión de septiembre de 2022 con diputados peronistas no tardaron en llegar a oídos de Máximo Kirchner que se enteró vía un diputado de la provincia de Buenos Aires. El líder de La Cámpora contestó una semana después, desde un acto que se celebró en Morón, y le tiró a Fernández con Luiz Inácio Lula Da Silva por la cabeza.
La figura de Lula es una referencia recurrente para el kirchnerismo, que siempre soñó con el mismo regreso triunfal del brasileño para Cristina. La voz de la expresidenta en el plano internacional, con eventos como el que encabezó en México, justo apenas antes de que estallara el escándalo de Fernández, se encuadran en esa estrategia.
Con su intervención en el exterior, Cristina intentaba volver a marcar posición en el debate público y se ubicaba en el mismo plano que otros líderes de la región, como Lula y Andrés Manuel López Obrador. El grupo que la respalda, encabezado por La Cámpora, ya había lanzado el operativo clamor para su candidatura como presidenta del PJ y, por qué no, como diputada en 2025 o como cabeza de un gran frente nacional anti-Milei para 2027.
Cerca de la expresidenta hay quienes le recomiendan que, el año que viene, haga un movimiento similar al de 2017: que se repliegue en lo propio, rearme Unidad Ciudadana y muestre que sigue al frente del espacio mayoritario dentro del PJ. Para que, con los números sobre la mesa, después se siente a negociar. Como hizo en 2019.
Otras voces entienden que ese tiempo ya pasó y que el peronismo debe rearmarse y acelerar la renovación si no quiere ser arrastrado por a la intrascendencia. En tren de avanzar en la comparación de Cristina con Lula en su regreso con un aliado de centro, como Geraldo Alckmin, actual vicepresidente, un hombre de peso en UP cree que el modelo está agotado. “Alberto fue su Alckmin”.
Esta semana, el que consiguió una foto preciada junto a Lula fue Kicillof, el gobernador de la provincia de Buenos Aires que trabaja para posicionarse como candidato del peronismo en 2027, con resistencia interna de los sectores que orbitan cerca de Cristina, que consideran que su lanzamiento es “demasiado apresurado” y que sus movimientos requerían del cierre de un acuerdo interno todavía inconcluso.
En Brasil, Lula recibió a Kicillof a pura sonrisa. Lo reunió con gran parte de su gabinete, prometió ayuda y financiamiento, y le dio un espaldarazo importante para su posicionamiento interno. Los que lo alientan en su aventura electoral dicen que el bonaerense deberá jugar fuerte en 2025 y dar muchas muestras de fortaleza si quiere liderar para las presidenciales.
* Para www.letrap.com.ar