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Maximiliano Pullaro pasa la ambulancia por el campo y la industria, heridos de la era Javier Milei

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Con sus ministros como portavoces oficiosos, el gobierno de Maximiliano Pullaro comenzó un fino trabajo público de diferenciación con Javier Milei en temas que al libertario no le interesan demasiado, pero al santafesino le resultan troncales para su proyecto de poder. El objetivo: no perder los votos del universo de heridos del modelo libertario en Santa Fe.

La tropa del gobernador tiene identificados ciertos sectores hacia donde apunta sus mensajes para evitar que, si Milei se queda sin nafta, lo arrastre con él. Uno de ellos es el campo. “Preocupa el aumento de la incidencia de la carga tributaria nacional a la producción”, se titula una de las gacetillas que envió la Casa Gris hace unos días, en la que se queja de que los impuestos nacionales representan el 76,8% por hectárea y traza la comparación con tributos locales, que solo se llevan el 2%.
 
Por dónde pasa la ambulancia de Maximiliano Pullaro
No es casualidad. El combo de dólar barato, soja planchada y retenciones que se mantuvo durante todo el año empieza a impacientar al campo. Pullaro, que hizo campaña contando como en una economía similar su familia se vio obligada a vender el campo que tenían para pagar deudas, lo sabe. Cerca suyo creen que el modelo que se viene es similar al del menemismo, en el que los pequeños chacareros fueron los que más sufrieron. Por eso, habilita a sus funcionarios a marcar la distancia, aunque con cautela: el clivaje kirchnerismo-antikirchnerismo sigue más presente que nunca.
La industria es otro de los ámbitos en los que el gobierno provincial busca tallar. Jaqueada por un consumo cada vez menos dinámico y la apertura de importaciones, en Santa Fe encuentra un oasis donde el gobierno encadena iniciativas para sostenerla y abrirle nuevos mercados. El Santa Fe Business Forum es el principal ejemplo de ello: un evento donde el gobierno provincial reunió a doscientas empresas del exterior con el objetivo de abrir mercados a la industria local.

La obra pública viene siendo otro factor de diferencias. No solo porque las licitaciones provinciales son un salvavidas en pleno océano para las constructoras que quedaron ociosas ante la decisión de la Casa Rosada de reducir al mínimo los desembolsos, sino también porque la Casa Gris viene dando una pelea para lograr que el Gobierno le ceda el control de rutas nacionales claves, ofreciendo hacerse cargo del mantenimiento de trazas que hoy solo acumulan quejas y accidentes de parte de los usuarios.
Misión (casi) imposible
La misión que se autoimpuso la Casa Gris requiere de una precisión quirúrgica. Exige transitar la fina línea entre lo inconveniente de diferenciarse demasiado de la Casa Rosada, con quien Pullaro comparte electorado, y la necesidad de seguir tendiendo puentes con el campo y la industria, actores fundamentales de su relato de gobierno, con quienes tiene una casi una alianza, pero vienen siendo más que castigados por la política económica del gobierno libertario.

Para hacerlo, en el laboratorio pullarista trazan ciertas reglas. La primera, casi como un mantra, es no diferenciarse innecesariamente, sin más razón que decir que no se piensa igual. Tiene que existir algún objetivo de fondo que justifique la movida. “Si no, el electorado lo castiga”, dicen cerca de Pullaro. La norma tiene un reverso: en las áreas en las que hay coincidencias, eso se destaca. El ejemplo más claro es el de la seguridad, donde el gobernador y el presidente se muestran en perfecta sintonía.

Los portavoces de Maximiliano Pullaro
Una segunda regla es que la parte más combativa del discurso la lleven adelante ministros y otros funcionarios, protegiendo al gobernador en la medida de lo posible. Hay, también, una intención de segmentar el mensaje: cerca de Pullaro saben que una declaración de un ministro servirá para llegar al universo apuntado, pero no tendrá mayor repercusión en el resto del electorado. Aunque las diferencias ideológicas entre el gobernador y Milei son claras para cualquiera que preste atención a sus discursos, es aún inconveniente para el de Hughes erigirse como opositor del Presidente.

Así las cosas, en el rol de portavoz se destacó, por ejemplo, el ministro de Economía Pablo Olivares. “Queda claro la gran presión que ejerce la carga tributaria nacional, a la cabeza con las retenciones, sobre el costo y la renta agrícola”, expresó, por ejemplo, cuando se dio a conocer el dato de cómo impactan los impuestos nacionales sobre el campo santafesino.

A la tribuna del campo y la industria también está atento el titular de Desarrollo Productivo, Gustavo Puccini. Fue el encargado, por ejemplo, de revelar que la Casa Gris “esperaba más” en materia de anuncios de la última visita de Milei a Rosario, cuando pasó por la Bolsa de Comercio y dio un discurso en el que se desentendió absolutamente del auditorio que lo escuchaba.

En el plano de la obra pública el que siempre encabezó los reclamos fue Lisandro Enrico, ministro del área. El venadense es de los que tiene lengua más filosa: se nota que está algo harto por las idas y vueltas que tiene el vínculo con sus pares nacionales. “Les chupa un huevo el interior y les chupan un huevo las rutas nacionales”, se quejó hace unos días Enrico.

CON INFORMACION DE LETRAP.

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