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Festejamos las derrotas

El Fondo describió con crudeza la aceleración de la crisis a partir del triunfo de Fernández en las PASO. Pero Fernández saludó tan desfavorable diagnóstico como un éxito político

MIRADAS 23/02/2020 Agencia de Noticias del Interior
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Para entender la lógica política de estos días conviene repasar las tres consignas del partido gobernante en "1984" la pesadillesca novela de George Orwell: "La guerra es paz. La libertad es esclavitud. La ignorancia es fuerza". Tan contradictorio es lo que sucede y el lenguaje con que se lo explica.

A mediados de la semana el Fondo Monetario Internacional publicó un comunicado con una descripción desoladora de la economía local. Consideró que el país no podía hacer frente a los compromisos financieros asumidos y dio a entender que los acreedores privados deberán aceptar una quita.
Esto derivó en un lógico y fuerte revés para los títulos y bonos argentinos y en el crecimiento del riesgo país. Sin embargo, el presidente Alberto Fernández lo saludó con una insólita satisfacción. Opinó que el organismo le había dado "la razón".

¿A qué atribuir la sorprendente salida? Al hecho de que Fernández está más concentrado en no pagar la deuda que en crear un clima de confianza para conseguir inversiones, reactivar la economía y establecer una estrategia de crecimiento sostenido. Estos objetivos no aparecen en su agenda, dedicada desde que asumió el poder a la pulseada con los bonistas.

En el imaginario presidencial sin duda está presente la experiencia de Néstor Kirchner en 2003 y el largo default de la primera década del siglo, durante el cual la economía argentina creció sostenidamente por un fuerte viento de cola. Eran épocas en las que los superávits gemelos permitían crecer con lo puesto y no recurrir al endeudamiento. Después el desproporcionado aumento del gasto cambió la situación de las cuentas públicas.

Lo que siguió fue el estancamiento y la progresiva liquidación de las reservas para pagar deuda y el cepo para retener los dólares a los que el gobierno podía echar mano. Los últimos cuatro años de Cristina Kirchner fueron de parálisis sin salida. Pero Fernández cree que volver a la era precristina es posible.

Después del comunicado del FMI Fernández se encontró en público con Roberto Lavagna en una acto organizado por el farmacéutico K Hugo Sigman. La confluencia de Fernández y Lavagna sería el primer paso para reeditar la saga que terminó con el fracaso de los "holdouts". Pretenden primero una fuerte quita y, segundo, un aplazamiento de pagos a los acreedores privados y al propio FMI. El ex ministro de Economía cree al parecer que el pronunciamiento del Fondo dejó abierta la puerta para una poda inmisericorde a los fondos de inversión.

Pero el "staff" del organismo no dijo sólo que la Argentina no puede pagar, explicó también por qué y dejó mal parado al actual gobierno que se abstuvo de citar esa parte del comunicado. En ella los funcionarios señalan que la capacidad del país para pagar sus deudas "se deterioró significativamente" desde julio de 2019, fecha del anterior informe en el que el Fondo opinó que Argentina estaba en condiciones de afrontar sus compromisos.

¿Que ocurrió después de julio que hizo caer al país en la insolvencia? El comunicado no lo dice porque es obvio: el triunfo K en las PASO el 11/8 que aseguró la salida del macrismo del poder. La descripción es lapidaria: "desde julio de 2019 el peso se ha depreciado en más del 40 por ciento, el riesgo país ha aumentado cerca de 1100 puntos básicos, las reservas internacionales han disminuido alrededor de US$ 20 mil millones y el PBI real se ha contraído más de lo que había sido proyectado. Como resultado la deuda pública bruta aumentó a cerca de 90 por ciento del PBI a fines de 2019, 13 puntos porcentuales más que la proyección en el momento de la cuarta revisión".

En síntesis, el colapso está ligado de manera indisoluble con el regreso del kirchnerismo al poder, más que con el ciclo económico macrista que estaba dando las primeras señales de modesta recuperación tras el fuerte ajuste impuesto por el Fondo. El problema es de confianza y con una quita de la deuda, que de todas maneras el gobierno no piensa pagar, no alcanza para salir de la recesión, la inflación y la pobreza.

Sigue entretanto el minué en el que Fernández amenaza con no pagar y los bonistas con no aceptar la quita, pero el default aún no es una certeza. Lo es, en cambio, el precario poder del presidente que cuando quiere mandar una señal de austeridad fiscal como un aumento de las tarifas debe retroceder patéticamente. Fernández no es poco creíble sólo porque no muestra un programa económico coherente. Lo es más por el doble comando.

Fuente: La Prensa

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