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Alberto Fernández concentra su agenda política en la defensa de Cristina, mientras la vicepresidente aún silencia su opinión sobre el programa económico del Gobierno

POLÍTICA 05/09/2022 Román Lejtman*
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Alberto Fernández puso a disposición de Cristina Fernández de Kirchner su agenda política ante el intento de asesinato que sufrió la Vicepresidente cuando saludaba a decenas de militantes peronistas que aguardaban frente a su piso en Recoleta. Y esa decisión personal se profundizará si el Tribunal Oral Federal (TOF) 2 ratifica con una sentencia condenatoria las acusaciones presentadas por el fiscal Diego Luciani contra CFK.

Cristina reconoce el amplio gesto político del jefe de Estado, pero su vínculo con Alberto Fernández es simple apariencia y ya ni siquiera simula ante la opinión pública. El Presidente visitó a Fernández de Kirchner en su piso de la calle Juncal, estuvieron hablando treinta minutos y no hubo una sola imagen oficial compartida por los dos.

A ella le gusta aparecer con sus invitados y utiliza su cuenta en Twitter para comunicar sus encuentros políticos. Alberto Fernández también se apalanca en las redes sociales para informar sobre sus reuniones y opinar sobre su agenda cotidiana. Pero el frío entre ambos bloqueó la posibilidad de una foto común y un texto ecuménico de 140 caracteres.

El Presidente y Cristina protagonizan un affair político que tiene guiones disímiles. Alberto Fernández ya entendió que no tiene posibilidades de pujar por su reelección y el resto de su mandato lo dedicará a resaltar a la vicepresidente. Una decisión política que -en ciertos despachos de Balcarce 50- es considerada una claudicación personal del jefe de Estado.

CFK toma distancia de Alberto Fernández, cuestiona sus discursos políticos -aunque sean a favor- y avalará todos los movimientos del Gobierno que faciliten su ofensiva contra los medios de comunicación y la justicia federal.

La lejanía que impone Cristina sobre el Presidente no sólo exhibe su desilusión personal. También es un movimiento estratégico para tener suficiente espacio político cuando considere que llegó la hora de criticar las medidas económicas de Sergio Massa. CFK reconoce el pragmatismo del ministro de Economía, pero disiente de su negociación con el Fondo Monetario Internacional para cumplir las metas acordadas por Martín Guzmán con Kristalina Georgieva.

Massa viaja a Washington para explicar su programa económico, y en la capital de Estados Unidos aguardan su llegaba para preguntar si Alberto Fernández aún tiene poder, si Cristina se hizo cargo de la agenda presidencial y si su fortaleza institucional está asegurada al margen de las diferencias entre el jefe de Estado y la vicepresidenta.

En DC hay apoyo explícito a Massa, pero no entienden cómo hará para sobrevivir a los silencios de Cristina, que repudia el acuerdo con el FMI que cerró Guzmán, defendió con ahínco Silvina Batakis e intenta cumplir el Presidente.

A diferencia de la parquedad que aplica a Alberto Fernández, CFK dialoga con Massa y contesta sus llamadas y sus chats por Telegram. La vicepresidenta ajusta las propuestas del ministro de Economía y aguarda que su viaje a Washington no signifique una desilusión política. Cristina necesita expandir el gasto público para su eventual campaña electoral, y no aceptará una sola instrucción de Georgieva que ponga en jaque su vocación de poder.

La centralidad de CFK complica la táctica de negociación de Massa en DC. El titular del Palacio de Hacienda está condicionado por el peso específico de la Vicepresidente y las limitaciones políticas de Alberto Fernández, que cedió protagonismo institucional tras la acusaciones del fiscal Luciani y el intento de magnicidio ejecutado por Fernando Sabag Montiel.

En este contexto, Massa no puede prometer ante Georgieva ciertas metas que Cristina vetaría en silencio. Y tampoco puede buscar refugio en la Casa Rosada, que ha concentrado su agenda politica en defender a la vicepresidente.

El intento de asesinato de CFK consolidó la correlación de fuerzas respecto a Alberto Fernández. Sin embargo, Cristina aún no seduce a la mayoría de los movimientos sociales del oficialismo, a determinados gobernadores peronistas que pretenden defender sus propios espacios de poder y a los dirigentes de la CGT que exhiben sobrepeso.

Son piezas distintas con un grado de autonomía que todavía no controlan La Cámpora y el Instituto Patria.

CFK se tomará un respiro -el ataque fallido la impactó- y luego regresará al centro del escenario. Ya tiene las espaldas cubiertas en Gobierno -con Alberto Fernández y Massa-, y se prepara para defender su inocencia en la justicia federal. Será una batalla inédita que librará en los espacios públicos, los medios de comunicación y las redes sociales.

* Para www.infobae.com

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