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Las tetas de la Selección

OPINIÓN 24/12/2022 Natalia VOLOSIN
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Voy a parafrasear a la gran filósofa argentina Moria Casán: todos se cuelgan de las tetas de la Selección. Me refiero a la política partidaria, por supuesto. Pero también a nos, el pueblo. Y es entendible. Queremos ser parte. Queremos que sea nuestra. Queremos que se nos parezca, o que se parezca a lo que queremos parecernos, a lo que queremos ser. Y está bien. ¿Cómo no vamos a querer parecernos a los campeones del mundo?

Empecemos por la política. Si buscamos lo que dijeron los dirigentes, nos sorprenderá cuan similar es lo que nos venden sobre ellos mismos, sobre sus proyectos para el país y sobre sus valores a eso que ven (o creen ver o dicen ver) en el equipo de Lionel. Mirá.

El presidente Alberto Fernández dijo que los jugadores y el cuerpo técnico “son el ejemplo de que no debemos bajar los brazos” y que “tenemos un gran pueblo y un gran futuro”. Estuvo un poco menos lírico que el “estamos destinados al éxito” del ex presidente Eduardo Duhalde, pero igual de fantasioso. ¿Un gran futuro? ¿Con una inflación anual cercana al 100%, un 40% de pobreza y un 10% de indigencia? ¿Con una grieta fenomenal entre los partidos, adentro de los partidos y de cara a un año electoral?

Cristina Kirchner agradeció la alegría que le dieron al pueblo y le dedicó a Messi “un saludo especial después de su maradoniano ‘andá pa’ allá bobo’, con el que se ganó definitivamente el corazón de los y las argentinas”. Al radicalismo, al PRO y a los libertarios no les gustó nada el Messi combativo. Lo trataron de vulgar y, desde sus usinas, escribieron páginas y páginas sobre el comportamiento supuestamente antideportivo de los jugadores. Los mismos a los que luego corearon y aplaudieron al ritmo de muchaaachoos.

El kirchnerismo, en cambio, ve a Messi con anteojos maradoneanos, cercano al Diego, ese que dijo “fui, soy y seré peronista”, el que estuvo tan cerca de Cristina cuando murió Néstor Kirchner. La intendenta de Quilmes Mayra Mendoza, por ejemplo, tuiteó: “Ganamos los sudakas, la vulgaridad, los subestimados. Ganó la pasión, la garra y el amor por nuestra Patria”. Solo su brazo con la cara de Kirchner tatuada es más peronista que eso.

Horacio Rodríguez Larreta, el gran componedor, vio la final en un fan fest de la Ciudad (todo tan biónica que duele) y retuiteó un video de Nico Tagliafico (de merecidísima titularidad en la final) en el que el jugador refiere que se pueden lograr muchas cosas para el país, no solo para el fútbol, si nos mantenemos unidos. “Cuando estamos juntos somos mejores”, concluyó el Jefe de Gobierno porteño a tono con su habitual discurso moderado y acordista.

En las antípodas, Patricia Bullrich metió, como siempre, la cuchara de la discordia que tanto le ha garpado: “¡Bienvenidos, Campeones del Mundo! Recibamos a Messi y a la Selección con los valores que compartimos con ellos: los del esfuerzo y el trabajo”, puso en su cuenta de Twitter en alusión al feriado mundialista.

Sergio Massa, fiel a su estilo sloganesco, tuiteó: “Coraje. Templanza en la difícil. Talento, orden y humildad”. ¿Habla de la selección o de sí mismo? Con o sin razón, con más o menos marketing, si algo ha intentado proyectar el flamante ministro de economía es que se hizo cargo de la difícil, que agarró una papa caliente, que está poniendo las cuentas en orden y que cultiva un perfil bajo en torno a las encendidas disputas con las que se entretiene la dirigencia de cara a las elecciones presidenciales.

Al final, el que le puso menos chimichurri político partidario al triunfo fue Mauricio Macri. Cuando volvió sí, claro: en dos minutos se subió a las críticas contra el feriado en tono “garrá-la-pala”. Lo de siempre. Pero desde allá, todavía en Qatar, lo único que expresó cuando ganó Argentina fue “Gracias muchachos, gracias cuerpo técnico. ¡Esto es maravilloso! ¡Vamos Argentina, vamos Sudamérica! Somos afortunados de vivir en la época de Lionel y poder verlo jugar. Orgullo es poco. ¡Lo merecías más que nadie, gracias por traer la copa a los argentinos!”. Prolijo. Ascético. Futbolero. Tal vez porque, al final del día, el fútbol es lo que mejor expresa los deseos del ex presidente.

Y también todos, todas, adoptaron alguna posición sobre cómo debía ser el festejo. Si había que decretar feriado, si debían ir o no a la Rosada, si tenían que subirse a un micro abierto o a una patineta, si está bien tomarse tan en serio lo de “hay que alentar hasta la muerte” (la canción más maradoneana que tenemos para la Selección), tan en serio como para arriesgar la vida colgándose de un semáforo o tirándose de un puente, si tenían que bajar por Lugones o por la 25 de Mayo, si había que mandar al micro por el subtrenmetrocleta y demás.

¿Y nosotres, les mortales? ¿Qué vimos en la Selección? ¿También nos buscamos en su triunfo? ¿También intentamos colar a empujones nuestras creencias, nuestros prejuicios, deseos, valores? Pues claro que sí. Yo, sin ir más lejos, dije “el Kun en pedo somos todos”. ¿Pasto? Puede ser. Pero Agüero lesionado y en modo fan de sus propios compañeros me representa nivel alma. Te pido mildis.

Otros disfrutaron del churro (¿tal vez era tabaco?) que parecía estar armándose Otamendi arriba del micro en un video que publicó De Paul. Muchas y muchos los vimos maradoneanos. Muchas y muchos los quieren ⎯tal vez incluso los ven⎯ radicalmente distintos al Diego.

Y hubo, también, quienes celebraron una supuesta solemnidad y respeto a las normas en la conducta de la Selección que yo, honestamente, no veo. Pero, sobre todo, que no deseo. Ni, por cierto, dejo de desear. Porque me parece un criterio irrelevante para evaluar a los jugadores. Y, en cambio, se me hace esencial para juzgar a, qué decirte, la dirigencia política, empresarial y sindical.

Todo esto está muy bien. Cada cual puede ver en el equipo de los señores Lionel Sebastián Scaloni, Pablo César Aimar y Walter Adrián Samuel (¿mejor central de la historia de Boca?) lo que le venga en gana. Yo, en lo personal, veo grupo. Veo amor. Y, siempre en lo personal, me desagradan profundamente los políticos que busca la fotito con los campeones. Tampoco me habría gustado (con Alberto Fernández, con Mauricio Macri, con Cristina Fernández o con quien sea de presidente) que fueran a la Rosada, con o sin fotito.

En tiempos post-grieta, ese balcón, lo digo no sin dolor, ya no es lo que era. Y, para bien o para mal, todavía soy de esas personas que distinguen los conceptos de pueblo, nación, gobierno y Estado. Puede no gustarte. Estás en todo tu derecho. Y yo en el mío. Y los jugadores también, claro. Corrijo: los jugadores más que nadie. Pueden festejar como se les cante. ¿Sabés por qué? Porque son sus tetas.

Fuente: Infobae

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