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Las tres horas que hicieron temblar los cimientos de la democracia brasileña

INTERNACIONALES 10/01/2023 Naiara GALARRAGA GORTÁZAR
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Para buena parte de los participantes en el asalto al corazón de la democracia brasileña, el domingo en Brasilia empezó con una caminata de nueve kilómetros, los que separan el Cuartel General del Ejército y la plaza de los Tres Poderes, donde se alzan las bellísimas sedes del Congreso, la Presidencia y el Tribunal Supremo. Juntas forman un triángulo equilátero ideado por Óscar Niemeyer, cuya obra fue víctima colateral del grave ataque bolsonarista.

Esta es una cronología, basada en la realizada por el diario O Globo, de la invasión que ha sacudido los cimientos de la república de Brasil:

 
Sábado 7 de enero. El nuevo ministro de Justicia, el antiguo juez Flávio Dino, avisa al gobernador del Distrito Federal, Ibaneis Rocha, aliado de Bolsonaro, de que llega a Brasilia una nueva tanda de bolsonaristas en autobuses fletados desde otras ciudades. El servicio secreto ABIN (por sus siglas en portugués) alerta a diversos organismos de seguridad sobre el riesgo de que en las próximas horas haya asaltos a edificios públicos.

Domingo, 13.00 en Brasilia. Bolsonaristas radicales, que llevan dos meses acampados ante el Cuartel General del Ejército en la capital, y ante otros cuarteles por todo el país, pidiendo a los militares que den un golpe contra Luiz Inácio Lula da Silva, abandonan las casetas donde comen, duermen y rezan para dirigirse tranquilamente a pie a la plaza de los Tres Poderes. La policía militar los escolta como si nada, lo cual es de lo más llamativo porque Lula asumió el poder hace una semana y los bolsonaristas más ultras siguen proclamando que hubo fraude.

El secretario estatal en funciones de Seguridad Pública del Distrito Federal le acaba de decir al gobernador en un mensaje de audio desvelado por Folha de S.Paulo que los manifestantes, con los que han negociado, avanzan pacíficamente. Y añade un “por ahora” que, en retrospectiva, llama la atención. También le dice que han llegado a la ciudad unos 150 autobuses con bolsonaristas para sumarse a la movilización. Tras las terribles imágenes que la víspera dieron la vuelta al mundo, el Tribunal Supremo apartó el lunes temporalmente al gobernador Rocha, por su connivencia y omisión ante los asaltantes.

Domingo, 14.50. Cientos de personas, vestidas con camisetas amarillas y agitando banderas de Brasil, avanzan en masa y superan fácilmente la barrera de agentes que protegen el Congreso. Demasiados pocos para lo que tienen enfrente. Los bolsonaristas ascienden por las rampas al tejado, como ya ocurrió en alguna otra ocasión en los últimos años, pero ellos van más allá. Emplean la violencia. La emprenden a patadas contra las fachadas acristaladas y entran en tromba en los elegantes salones por los que circulan sus señorías, que están en receso navideño hasta fin de mes.

Comienza el asalto.

Algunos se filman haciendo bromas en el plenario y difunden los vídeos.

Los vándalos apedrean una patrulla policial.

Domingo, 15.10. Los extremistas se dirigen al edificio que queda un poco más adelante a la izquierda, el palacio presidencial de Planalto, el mismo donde una semana antes Lula recibió la banda presidencial de manos de una recicladora de basura. Una vez dentro, destrozan obras de arte, mobiliario, roban armas de seguridad presidencial y se ensañan con el despacho de la esposa de Lula, Rosangela Silva, conocida como Janja. No consiguen entrar al despacho del presidente.

Domingo, 15.40. Los radicales cruzan la plaza e invaden la sede del Tribunal Supremo, donde llegan hasta el pleno.

Domingo, 17.55. Lula, al que el ataque le ha pillado en el interior de São Paulo, visitando a damnificados por las lluvias, improvisa una intervención que se emite en directo por televisión. Condena el asalto, acusa directamente a su predecesor, Jair Bolsonaro, de instigarlo y revela que ha ordenado que el Gobierno federal asuma las competencias de seguridad del Distrito Federal. Regresa rápidamente a Brasilia, donde por la noche inspecciona los daños.

Domingo, 18.30. Las fuerzas de seguridad hacen un enorme despliegue que incluye a la caballería y poco a poco van retomando el control. Un centenar de extremistas son detenidos allí mismo.

En unas tres horas, las sedes de los Tres Poderes vuelven a estar bajo el control de las autoridades.

Lunes, 9.00. Lula recibe en su despacho de Planalto a los jefes de los otros dos poderes. A lo largo de la jornada, mantiene también encuentros con el ministro de Defensa y los jefes de las Fuerzas Armadas y con todos los gobernadores.

Paralelamente, las fuerzas de seguridad desmantelan el campamento golpista de Brasilia, con la detención de unas 1.200 personas, mientras los de Río, Manaos y otras capitales se van también vaciando.

Fuente: El País

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