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Rosario y los datos de la inexplicable inacción gubernamental en seguridad

OPINIÓN 12/02/2023 conicherep*
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Cuando el publicista porteño Ramiro Agulla le presentó los spots para el final de su campaña, Omar Perotti le respondió: «Entendiste lo que quiero transmitir, ese es el eje de mi campaña y será el de mi gestión», nos contó a Mauricio Maronna y a mí, el autor de la inolvidable «Llama que Llama» y el «Dicen que soy aburrido» de Fernando De La Rúa. Lo hizo, mientras se quejaba porque habían pasado casi dos años de haberle hecho la campaña y el gobernador no le había saldado los honorarios. Con la ejecución de los presupuestos le pasa lo mismo. Demora en pagar, y como en la campaña, lo termina pagando la población.

Nadie puede acusar a Perotti de ser el autor de la violencia que sufre Rosario. Pero nadie ignora, que no hizo absolutamente nada para evitar que la situación se agravara.

Nadie, tampoco, desconoce los niveles de corrupción que genera el narcotráfico dentro de las fuerzas policiales, ni la falta de acompañamiento adecuado de la justicia y de las fuerzas federales, ni se omite entre los componentes explosivos, la creciente pobreza y marginalidad, de la que se sirven las organizaciones criminales, para sumar soldados a su causa.

Tampoco nadie podrá ignorar el aumento del consumo y la demanda de estupefacientes en las dos principales ciudades de la provincia, ni las disputas de territorio por la venta en los barrios.

Sin embargo, Perotti usó su campaña electoral con el eje exclusivo de atacar todos esos frentes, y no sólo no avanzó en nada, sino que se agravó todo. Sólo en Rosario, el

La designación del cuarto ministros de seguridad en 37 meses deja en evidencia que la única y monotemática consigna de campaña de Omar Perotti, fue una gran estafa. Lo que nunca sabremos es si fue intencional, o si estamos en presencia de un hombre que creyó estar preparado para cumplir una función, y después descubrió que no lo estaba. Y algo más: que no sabía, tampoco, la gravedad de la situación que lo esperaba.

 
Hay datos que asombran mucho, y que tienen como exclusivos responsables, a los funcionarios provinciales y en particular, al gobernador.

En tres años y dos meses, la policía de Santa Fe tiene, en las calles de Rosario, según números oficiales un 60% menos de los patrulleros que recibió funcionando de la gestión anterior. No es un invento: el ministro saliente, Rubén Rimoldi, les reconoció, hace 48 horas, a los miembros de la Comisión bicameral de Seguridad que en la ciudad patrullan 108 unidades policiales. Y al momento de recibir Saín el mando del Ministerio admitió que entonces circulaban 162 vehículos. Lo insólito, es que, en las chacaritas de las unidades regionales, descansan centenares de autos que nunca fueron mandados a reparación, por falta de gestión. Los propios jefes policiales reconocen que es «un infierno» conseguir dinero para mandarlos al taller, y que, en todos los casos, utilizaron los vehículos para desguazarlos y usar sus partes, como repuestos de los que siguen funcionando.

¿Por qué no hay más vehículos? Tampoco se entiende mucho. Durante 30 de los 37 meses de gobierno, Perotti dispuso de leyes de emergencia en materia de seguridad, con fondos casi discrecionales, que le permitía hacer compras directas.

En todas, si, en todas las compras, el Tribunal de cuentas detectó sobreprecios. En Motos y autos. Y aun así, no consiguió comprar e igualar la cantidad de vehículos operativos recibidos en 2019.

Otro tanto ocurrió con las armas: Marcelo Saín intentó comprarle armas a una empresa israelí, por un monto superior al del mercado. La empresa BERSA se presentó ante la justicia santafesina y demostró que los pliegos habían sido redactados, sin ninguna prolijidad, copiando el listado técnico de los israelíes. La maniobra fue tan grosera, que el propio Tribunal de Cuentas de la provincia lo cuestionó y el ministro de Economía, Walter Agosto, ordenó que la licitación se cayera. La justicia, procesó a Saín y a tres funcionarios de menor jerarquía por el intento de corrupción. Según la fiscalía de delitos especiales, el perjuicio económico que pudo tener la provincia alcanzaba a los 17 millones de dólares.

No se compraron las armas entonces. Pero ¿Después?

Desde septiembre de 2020, el Ministerio de Seguridad tiene vencidas las autorizaciones de la ANMAC-Agencia Nacional de Manejo de Armamento complejo- y no puede comprar ni balas, ni pistolas, ni chalecos antibalas, ni autos blindados, ni ningún elemento que sirva para la persecución de la delincuencia. ¿Por qué? Nadie lo explica tampoco. De hecho, a principios de enero fue echada de su cargo la jefa de logística del Ministerio, Ana Morel, por haber hecho caer una compra directa de 5500 chalecos antibalas. La empresa que ganó la compulsa la denunció a Morel, por exigir la entrega del material, sin cumplir con las normas de la ANMAC. Las quejas llegaron al despacho del propio gobernador, y la compra quedó sin efecto. Ahora se anunció una nueva compra, directamente a Fabricaciones militares, que le costará a las arcas santafesinas el triple de lo que costaban el año pasado.

Ni Sain, ni su sucesor Jorge Lagna, ni el recién depuesto Ruben Rimoldi, ni ninguno de sus funcionarios de segunda, tercera ni cuarta línea, fueron capaces de renovar el permiso ante la ANMAC. ¿Desidia o decisión? Nunca lo sabremos. La prensa santafesina que tiene acceso a los funcionarios, no pregunta nada sobre el tema.

Las mismas irregularidades ocurren en las áreas de personal del Ministerio y la policía. La mencionada Morel, ascendida tras la salida de Saín, ordenó el regreso de todos los oficiales que estaban de licencia, sin discriminar los motivos. Más de doscientos efectivos, habían presentado causales de salud mental para no seguir cumpliendo funciones en la calle, ni portando armas. Sin embargo, bajo la excusa de la emergencia, tuvieron que volver. Con un saldo trágico, pero esperado: Entre finales de 2021 y comienzos de 2023, ya se suicidaron 11 oficiales. Y lo hicieron con sus armas reglamentarias, esas que ellos mismos habían admitido no poder seguir usando. ¿Casualidad o indolencia?

La policia de Santa Fe tiene hoy, 21.890 efectivos. En 2019, el gobierno recibió 22.176. El número, más allá de la pequeña diferencia, explican una sola cosa: en tres años y dos meses, el gobierno de Perotti no pudo incorporar con la premura que exigía la situación, un número mayor de efectivos. ¿Qué pasó? Pasó la Pandemia, claro, pero también pasó que la escuela de oficiales cambió CINCO veces de autoridades en dos años y todavía no hay camada nueva. Con un agravante: los jefes policiales dicen que no pueden incorporar personal, si no se cuenta con el equipamiento elemental para que comiencen las tareas.

La política salarial es otro factor que agravó el «estado de ánimo» policial. Al igual que el resto de los empleados públicos, incluidos docentes, enfermeros, médicos y personal de emergencia, las paritarias dejaron a los ingresos de los policias, por lo menos un 25 % abajo de la inflación acumulada desde 2020. Contrariamente a lo prometido en campaña, no hubo ni jerarquización, ni aumento de la inversión en comisarias, ni mejoras salariales. La policía de Santa Fe es, la decimosegunda policía del país en el ranking de salarios promedios. ¿Emergencia en Seguridad?

Perotti eligió la seguridad, como monotema de su recorrida por la provincia y convenció a centenares de miles de santafesinos, de que les iba a cambiar la vida. Porque aseguró que se iba a hacer cargo desde el primer día de ese asunto.

Hoy Rosario vive su hora más trágica. El 2022 fue el año de mayor homicidios desde 2013. Las estadísticas criminales venían bajando de manera sostenida desde ese año hasta el 2019. Y luego,que llegaron Saín, Lagna, Rimoldi y ahora Brilloni. Los números iniciales del 2023 abruman: la proyección es aún mayor. En lo que va del año, solo en Rosario, ya murieron más personas asesinadas que durante enero y febrero de 2022.

¿ Puede desentenderse de este desastre el gobernador? Al menos debería reconocer que en su campaña, mintió descaradamente o desconocía lo que prometía resolver.

No ha tenido nunca la característica de la autocritica, en ningún asunto de su gestión, y elige ocultarse de la gente, para evitar los chiflidos. El ejemplo más contundente, ocurrió el sábado pasado en el acto de conmemoración de la Batalla de San Lorenzo: ante el clima del público, le pidió a su ministro Marcos Corach que hablara en nombre de él, después del intendente y antes del Ministro Taiana. ¿ por qué? «Porque tiene miedo» dijo uno de sus principales colaboradores, entre la burla y la bronca.

*Para conicherep.com

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