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La oposición colombiana muestra su músculo en la calle: “Esta vez le ganamos a Petro”

INTERNACIONALES 16/02/2023 Camila OSORIO |Lucas REYNOSO
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La oposición aún busca a su líder pero ya cuenta con un número considerable de ciudadanos descontentos listos a demostrar su enojo. Miles de colombianos se manifestaron contra el Gobierno de Gustavo Petro en 12 ciudades del país este miércoles, protestas en las que el descontento era generalizado contra las reformas económicas y sociales del presidente. Las manifestaciones ocurren un día después de las marchas progobierno que había convocado el Ejecutivo, y que no lograron movilizar la misma cantidad de personas. En la capital del país, por ejemplo, los manifestantes contra Petro llenaron tres cuartos de la Plaza de Bolívar, la principal del centro histórico, mientras que la tarde anterior el número de personas progobierno difícilmente llenaba la mitad de la misma plaza. La calle, se demostró, no le pertenece solo al presidente de izquierda.

“Esta vez le ganamos a Petro, le ganamos en las calles”, dice a EL PAÍS el representante de derecha Miguel Polo Polo, quién tomó el protagonismo en la convocatoria de esta marcha, con el apoyo del empresario Pierre Onzaga. “De acuerdo a nuestros cálculos internos, Petro no alcanzó a sacar 60.000 personas y nosotros sacamos unas 500.000”, añade el representante. “Hoy demostramos que la ciudadanía es libre, porque sale sin presiones, y que nosotros no tuvimos que presionar a los ciudadanos a salir a la calle para manifestarse”, comenta. De acuerdo a la Policía Nacional, en la marcha de Petro salieron 28.000 personas, mientras que en la del miércoles se movilizaron unas 47.000. Es decir, de acuerdo a esas cifras oficiales, en la marcha de la oposición participaron casi el doble de personas que las que salieron a apoyar al presidente.

Una joven de clase alta en el centro de Bogotá concuerda con Polo Polo mientras espera que todos los opositores llenen la Plaza de Bolívar. “Esta marcha no es de ningún partido político, esta marcha es de nosotros, acá yo vine porque quise y nadie me pagó”, decía disfrutando del sol del mediodía. Si bien hubo algunos políticos que promovieron activamente esta manifestación, la mayoría de los presentes eran ciudadanos que habían llegado al centro de la capital motivados por su enojo con el Gobierno, y no porque fueron convocados por un partido o sindicato. Ese era un contraste considerable con la multitud del día anterior, que era mayoritariamente convocada por sindicatos de profesores o la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).

En la marcha antigobierno, eran escasos los logos de partidos que han hecho oposición, como el Centro Democrático y Cambio Radical. Aunque algunos políticos fueron bien recibidos cuando se mezclaron entre la multitud —como el senador uribista Miguel Uribe Turbay, que recibió una ola de abrazos y selfies que le impedía caminar tranquilamente— no eran considerados los líderes de la marcha.

Eso no impidió, sin embargo, que los congresistas de la oposición aprovecharan para hacer campaña contra alcaldes alineados al Gobierno de Petro cuando en octubre hay elecciones locales. La senadora María Fernanda Cabal, por ejemplo, se manifestó en su ciudad natal, Cali, donde el gobierno local es cercano a Petro. “Este es el inicio de la recuperación de Cali”, dijo Cabal en la manifestación. El representante Polo Polo, por su lado, decidió manifestarse en la ciudad de Medellín, donde la derecha espera recuperar la alcaldía del alcalde Daniel Quintero, también aliado de Petro.

“Marchamos en Medellín porque esa ciudad ha sido históricamente la casa de la derecha en Colombia”, explica el congresista. “Recientemente ganó allí la izquierda radical, como luego ganó en Colombia, así que lo que sucede en Medellín termina repercutiendo a nivel nacional mucho más que en Bogotá. Ya habíamos marchado en Cali, y en otras ciudades, pero Medellín es muy importante para nosotros”, añade.

Otro político que se apareció en la marcha fue Diego Molano, exministro de Defensa durante el Gobierno de Iván Duque y ahora aspirante a la alcaldía de Bogotá. Aunque habló con El PAÍS sobre su oposición a la reforma a la salud y del sistema penitenciario, recientemente presentadas por el Ejecutivo, aclaró que iba también a la marcha por el “chantaje” del presidente de no financiar el metro de la capital si no va subterráneo. “¡Queremos Metro Ya!”, decía una pancarta junto a su cabeza durante todo el camino hacia la Plaza de Bolívar.

Las marchas progobierno y antigobierno, como se esperaba, nunca fueron sobre la reforma a la salud. Aunque el presidente inicialmente había dicho que convocaba una marcha para “socializar” y debatir su reforma, y la oposición inicialmente se movilizó contra esta, las protestas fueron una colección variopinta de emociones en las que los médicos y los enfermeros estaban casi ausentes. En la de la oposición había varias mujeres recogiendo firmas contra el aborto, por ejemplo, ya que el Gobierno de Petro reglamentó la interrupción voluntaria del embarazo el pasado enero. “Permiten que niños de 14 años puedan decidir sin sus padres. Dicen querer la potencia mundial de la vida, pero promueven el asesinato de bebés en el vientre materno”, dijo una de las militantes.

En la marcha de la oposición, la política de paz total era de “impunidad total”. Allí el presidente no era un líder sino un “guerrillero”. Su política laboral, de salud o pensional era presentada como un camino hacia el castrochavismo, y su política de transición energética era la causa principal de la inflación en Colombia. “Y no, y no, y no me da la gana, una dictadura como la cubana” fue la arenga más sonada durante toda la manifestación.

Son marchas sin puntos medios de diálogo y con mucha polarización, que podría ser ejemplificada en una pelea que se presentó a gritos frente al Congreso entre dos mujeres jóvenes de esquinas ideológicas diferentes. “Ustedes son unos narco guerrilleros” le gritaba aquella de derecha. “A ustedes los ricos el privilegio les nubló la empatía”, le respondía la otra, de izquierda. Sus amigos mediaron entre las dos, la pelea de gritos solo acabó cuando tenían suficientes metros de distancia para dejar de escucharse.

Fuente: El País

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