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¡Mirá pa’cá, bobo!

POLÍTICA 06/03/2023 Agencia de Noticias del Interior
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Pocas veces, cuando se habla del drama rosarino, se mira para acá, para el entramado policial/judicial/político. Los medios nacionales suelen no meterse en el berenjenal de nombres, hechos y relaciones del narco con las instituciones. Es rimbombante la balacera, no el encubrimiento de la legislatura, el palacio de justicia o los medios locales, sin cuya sombrilla nada de esto sería posible. Héroes son los periodistas santafesinos (algunos de ellos citados en esta nota) a quienes no les es nada fácil nombrar a políticos o funcionarios venales, por las más que promiscuas relaciones de éstos con los dueños de los medios.

Por eso, basado en las investigaciones de esos periodistas y en documentos públicos, en dos entregas, se intentará contar al menos en parte, quién es quién en la ciudad de los pibes sin calma. 


Fue a trabajar como todos los días, el contador Enrique Encino gerente de la sucursal Las Parejas del Banco Nación, en la provincia de Santa Fe, ese lunes 6 de enero del ‘20. Semana nueva, mes nuevo, año nuevo, década nueva.

No podía saber que era su último lunes.

No podía saber que en ese mismo momento desde una cárcel, gente que no tenía ni idea de su existencia, estaba planificando su asesinato.


El preso Carlos “Toro” Escobar, integrante de la banda de Los Monos habla desde el penal de Ezeiza con Maximiliano “Cachete” Díaz, uno de los “gerentes” de la organización que estaba en libertad, en Rosario.

Toro: Escuchá, mañana el tema del ‘Ca’ lo hacen ustedes ¿o querés que lo hagamos?

Cachete: ¿El temita de qué?

Toro: Del Casino. Hablá y decí, vo’ hablá y deciles nomás que le manden curso. Ya tengo la motito.

El martes 7 Enrique Encino, en Las Parejas, pensó que ese fin de semana estaría bueno ir a probar suerte al Casino City Center en Rosario.

Probar suerte.

Las desgracias a veces tienen el desagradable sabor de las paradojas.

No podía saber que en ese mismo momento, en otra conversación, en otra cárcel, estaban escribiendo su destino.

Cachete Díaz volvía a hablar con alguien en un penal, esta vez Marcos Paz. Allí le contesta Guille Cantero, el líder de Los Monos. Cachete ya se había reunido con la gente en libertad del Toro y le pasa informe a Guille.

Cachete: Boludo, todo bien, ahí ya tipo 8 voy un ratito al City a ver qué onda.

Guille: Sí, fíjate bien, a ver si nos dan algo piola.

Cachete: Sí, boludo, ahí ya les dije a los guachos qué es lo que tienen que hacer, así que vamos a ver cómo sale.

El sábado a la tarde mientras Enrique Encino y su esposa recorren los 100 kilómetros que separan Las Parejas del City Center en Rosario, Cachete Díaz le consigue una moto y un arma a Otniel de León Almonte, “el dominicano” y a otro soldadito.

Las causas y los azares se mezclan, misteriosos.

A las 22.28 Enrique decide salir a fumar.

A las 22.29 enciende un cigarrillo en el balcón sobre la calle Moreno.

A las 22.30 el sicario Otniel de León Almonte pasa raudo en una moto y realiza seis disparos con un arma calibre 9 milímetros hacia el balcón.

Enrique Encino, cae.

Dos balas entraron en su cabeza.

Así quedaba sellada la extorsión de Los Monos a las autoridades del Casino City Center, ese monstruo gris con lucecitas de colores que da la bienvenida, apenas pasando la villa Las Flores, a quienes llegan desde Buenos Aires por la autopista.

Dos días después, el 13 de enero, Cachete Díaz fue detenido y, como contó el periodista Germán de los Santos en el sitio AireDigital de Santa Fe, cuando lo encontraron estaba con su pareja Flavia Broin, cuyo álbum familiar está lleno de policías.

La historia recién comenzaba.

La detención pública en la céntrica esquina rosarina de Mitre y Pellegrini de Cachete salió por televisión.

Alguien que estaba viendo la noticia se acerca, tres días después, el 16, a la Agencia de Criminalidad Organizada de Fiscalía con un celular en pésimas condiciones que dice haber encontrado allí.

 Según informó en su momento el sitio Rosario3, es el teléfono que habían intentado destruir y finalmente descartaron Cachete y su pareja Flavia.

Fue la caja de Pandora, fue Hansel y Gretel llevando miguitas a cada uno de los poderes de la provincia de Santa Fe.

Fue la miseria mostrándose en todo su esplendor.

Entre tantos diálogos encontrados, hubo uno que abrió las puertas del infierno.

El narcomono Cachete hablaba con Leandro Andrés Peiti, acusado de ser jefe del juego clandestino en la provincia.

La relación entre los dos, como la vida de los Pokemones, evolucionó.

De extorsionador y extorsionado pasaron a socios.

El 8 de enero, 3 días antes del asesinato al azar de Enrique Encino, Cachete le pide Peiti que consiga la libertad de dos sicarios de Los Monos, Horacio Quinteros y Claudio Ricaldez, que eran quienes iban a hacer el ataque al casino, pero cayeron en un control rutinario de Gendarmería.

¿Y por qué Peiti -cuya carrera en el juego clandestino comenzó con una de esas maquinitas de peluches- podía conseguir tamaño “favor” de la justicia santafesina?

Porque Peiti mensualmente le pasaba 5000 dólares al jefe de los fiscales de Rosario, Patricio Serjal, al fiscal Gustavo Ponce Asahad y al empleado judicial Nelson Ugolini para estar cubierto y que le avisaran cualquier cosita que la justicia supiera sobre él.

Peiti llama a Ugolini, Ugolini se mete en el sistema informático de la justicia y le contesta a Peiti: “Quinteros -uno de los frustrados sicarios- se comió un encubrimiento por andar con un auto robado y una 9mm cargada. Le metieron ‘portación de guerra’. No tengo la causa yo, pero déjame ver cómo metemos comentario ahí”.

Como contó el periodista rosarino Agustín Lago en “Infobae”, Peiti cumplió el pedido del Mono Cachete, le mandó foto del WhatsApp donde Ugolini le contaba qué pasaba con sus sicarios y listo el pollo.

Todo hubiera seguido oculto si no hubiera aparecido el teléfono de Cachete.

Peiti es detenido junto con otros integrantes de Los Monos.            

Pero Peiti no es un monito menor.

Es dueño de casinos legales en Misiones, en Formosa y en Paraguay. Tuvo o tiene emprendimientos en Mar del Plata, Catamarca, San Luis, Chaco. Sin embargo, en Santa Fe, su lugar en el mundo, nunca fue imputado por juego clandestino.

La protección del jefe de fiscales rosarino Patricio Serjal fue efectiva. Tanto, que cuando el fiscal Ponce Asahad vio en el sistema del Organismo de Investigaciones del Ministerio Público de la Acusación santafesina y comprobó que había una investigación sobre Peiti, le aconsejó dejar de usar el teléfono. Entre otras cosas, ahí aparecía una llamada del ex diputado provincial del Partido Justicialista Darío Scataglini, a quien poco después desplazaron como asesor del presidente del PJ Santafesino Ricardo Olivera.

¿Por qué tan alto funcionario necesitaba comunicarse con un empresario de Los Monos, más aún cuando al presentarse dijo que llamaba en nombre de un senador del PJ? Porque coso.

Y entonces aparece la política.

Resumen hasta acá para no perderse.
Una extorsión de Los Monos al casino de Rosario, digitada libremente desde la cárcel. Un muerto inocente al azar. Detención de uno de los participantes del asesinato extorsivo. Encuentro del teléfono. Ahí aparece la relación de los narcos con un zar del juego clandestino que a su vez coimea a la justicia para proteger su negocio y el de los narcos.

Vamos ahora por la relación entre la “justicia” y la política.

A raíz de lo ocurrido, el solícito y corrupto fiscal Gustavo Ponce Asahad es imputado. En agosto del año pasado declara como colaborador y prende un ventilador de caca: “La conexión de Peiti conmigo, la fiscalía y el doctor Serjal fue producto de Traferri, a raíz de un encuentro que armó el senador”.

En su declaración Ponce Asahad acusó también al ex ministro del gobernador peronista Carlos Reutemann, el ex diputado peronista Carlos Carranza, de informar a los capos del juego clandestino las causas que había en el Ministerio Público de la Acusación contra ellos.

“El Negro” Carranza es íntimo del senador “Pipi” Traferri, fue presidente del Consejo de la Magistratura santafesina y secretario de Justicia; influencer total sobre la justicia santafesina, íntimo de Rafael Gutiérrez, integrante de la Corte Suprema Santafesina.

Entre otras perlas, Asahad contó que por un fallo a favor del dueño de una concesionaria de autos, su jefe el fiscal Serjal se ligó un 0 km y Carranza, otro.

Y acá se ha nombrado al pasar a Traferri.

Si el lector no es santafesino, deberá saber que este senador -que era jefe del bloque de 12 senadores peronistas hasta que se le fueron 6 por este escándalo- es el eje de toda la cuestión que se desenredó a partir de la muerte absurda de Enrique Encino. Concejal en la localidad de San Lorenzo desde el ’89 al ’91, intendente de San Lorenzo entre el ’91 y el ’02, senador provincial entre ’03 y ’07, y desde el ’11 hasta este año en que finalizará su cuarto mandato y va por la reelección. Es quien hace y deshace en el senado santafesino, una de las legislaturas más caras del país por la enorme cantidad de dinero que discrecionalmente manejan los senadores.

San Lorenzo está pegada a Rosario, no sólo físicamente.

Hubo entonces una audiencia de funcionarios judiciales contra funcionarios judiciales: los fiscales Luis Schiappa Pietra y Matías Edery contra los fiscales Serjal, Asahad y el funcionario Ugolini.

¡La que se armó!

Apareció un audio de Uglini en donde se mostraba no sólo que el senador Pipi Traferri era el garante de la impunidad del ultraquinielero Peiti -para lo que usaba a Serjal y Asahad-, sino que además, era intocable: “Enfrentarte al Pipi Traferri es lo peor que podés hacer” contó el periodista y escritor Osvaldo Aguirre en el sitio “Sumapolítica”.   

El ultraquinielero Peiti declaró también como arrepentido y si Asahad prendió un ventilador, Peiti se largó con veinte de esos molinos eólicos gigantescos. 

Ante la jueza Eleonora Verón dijo Peiti: “Habré puesto para campaña unos 200 mil dólares que le di a Traferri”. Y contó que Traferri le dijo que para conseguir legalizar a su favor el juego digital -según reveló el periodista Hernán Lascano en el diario “La Capital”- Omar Perotti tenía que ganar las elecciones: “Dijo que tenía todo armado para apoyar a Perotti y que gane. Entonces yo lo fui ayudando, colaborando”. Pero no termina ahí la generosidad de Peiti. Aseguró haberle dado 5 mil dólares por mes a quien le abrió la puerta a la política, Ricardo Paulichenco, ex apoderado del PJ, secretario Legislativo de la Provincia, hoy fallecido, y 50.000 dólares al senador por el departamento Iriondo, Hugo Rasetto: “Nuestra traba era Rasetto. Pero en la reunión con él, se llegó a un acuerdo y nos autorizó”.

Y acá, a riesgo de atosigar con datos, es conveniente llevar la historia hacia atrás, hacia 2017.

Ese año, el concejal radical Jorge Boasso presentó una denuncia contra el senador peronista Joaquín Gramajo; el senador peronista y vicepresidente del PJ, Rubén Pirola; el senador peronista José Baucero; el senador radical Hugo Rasetto, actual delegado al comité provincial de la UCR; el ya conocido senador peronista Armando Pipi Traferri, y el diputado radical del Frente Progresista, Jorge Henn.

¿De qué los acusaba? De que usaban la ofensiva cantidad de dinero que manejan discrecionalmente -y con la que, clientelismo mediante, consiguen los votos que les permite seguir currando- en subsidios a ONG que eran muchas veces pantallas de los bolsillos de esos mismos legisladores.

En el año ’22 los senadores santafesinos contaron con casi 800 millones de pesos para repartir, sin ningún tipo de control. Mientras tanto, el propio Ministerio Público de la Acusación cuenta con 400 millones. Sí, los senadores reparten discrecionalmente el doble de la plata que pone el Estado para investigar a las bandas criminales y eventualmente, a ellos mismos. 

Santa Fe no es una provincia feudal.

Pero casi.

Un senador es una figura reverenciada en los departamentos y las pequeñas comunas, que se prostituyen por una cancha de paddle, 50 libros para una biblioteca o el auspicio de un programa de televisión en el cable local, donde siempre aparecen sonrientes y regalando algo que no les pertenece. Los jefes comunales saben que deben llevarse bien con el senador de su departamento, para ligar alguna obra alguna vez.

Personalismo del peor, así se vive en Santa Fe.

¿Qué pasó con la denuncia de 2017?

Los fiscales avanzan en la investigación hasta que el servicial jefe de fiscales Patricio Serjal pide el expediente.

Lo pisa, lo amasa, le hace un bollito y aquí no ha pasado nada.

La disposición de Serjal para hacer favores al senador Traferri y su banda, en todo su esplendor. Dinero del Estado y dinero del narcotráfico en alegre montón.

La fiscal regional que reemplaza a Serjal -a quien inopinadamente el gobernador Perotti le aceptó la renuncia, salvándolo de juicio político-, María Laura Iribarren, decidió no sólo reabrir la causa sino además crear un equipo especial de fiscales para esta investigación.

Por otro lado, en una trágica comedia de enredos, el Pipi Traferri intentó sacar del medio a los fiscales Schappa Pietra y Edery, famoso por tener que ir a comprar pizza con chaleco antibala, por las amenazas narcos.

Será material de la próxima entrega.

¿La reapertura de aquella denuncia de Boasso significará que el intocable Traferri está en peligro?

No sería tan optimista.

El jueves pasado, la reunión urgente de la Junta provincial de Seguridad, encabezada por el gobernador Perotti, tuvo una silla para el Pipi:

El que metió en su cargo a la vicegobernadora, Alejandra Rodenas, que compartió candidatura con Agustín Rossi y lleva adelante una batalla frontal con el gobernador Perotti.

 El que armó el contubernio entre la justicia, el juego clandestino y los Monos.

 El que maneja el senado y la política santafesina.

 El lobo, las gallinas, el drama.

 (continuará, lamentablemente…)

Apariciones estelares en la nota de hoy
Jefe de Los Monos

Guille Cantero (desde Marcos Paz)

Integrantes de la banda

Carlos Toro Escobar (desde Ezeiza)

Maximiliano Cachete Díaz

Sicarios

Otniel de León Almonte

Horacio Quinteros

Claudio Ricaldez

Jefe Juego Clandestino/Socio de Los Monos

Leandro Andrés Peiti

Nexos Peiti/Justicia (destituidos)

Empleado Judicial Nelson Ugolini

Fiscal Gustavo Ponce Asahad

Jefe de Fiscales Patricio Serjal

Poder Judicial Santafesino

Carlos “Negro” Carranza

Rafael Gutiérrez

Fiscales (los buenos)

Matía Edery

Luis Schappa Pietra

Nexo juego clandestino/senado santafesino

Ricardo Paulichenco

Armando “Pipi” Traferri

Hugo Rasetto

Legisladores acusados

Armando “Pipi” Traferri

Joaquín Gramajo

Rubén Pirola

José Baucero

Hugo Rasetto

Jorge Henn

Vicegobernadora

Alejandra Rodenas

Por Osvaldo Bazán para El Sol

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