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La crisis económica en Bolivia pasa la factura al presidente Luis Arce

INTERNACIONALES 06/06/2023 Fernando MOLINA
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El presidente Luis Arce ya no es el político boliviano más popular. Pierde pie en las encuestas por causa de la crisis económica del país, cuya existencia el mandatario niega, pero que el 80% de los bolivianos considera una realidad. También lo perjudican los casos de corrupción dentro de su Gobierno. Un estudio que acaba de aparecer señala que no sería el mejor candidato de la izquierda en las elecciones de 2025, de acuerdo a los electores de esta corriente. El oficialismo señaló que se trata de “un mal momento y pasará”.

“Somos la economía más estable, el sistema financiero está totalmente estable, los indicadores financieros de solvencia y liquidez que tiene el sistema financiero son buenos, no hay duda al respecto”, se jactó hace un mes Arce en una entrevista televisiva. La última de las encuesta que publica periódicamente el diario Página Siete, que se consideran críticas con el Gobierno, encontró que la gente no le cree: 44% de los bolivianos piensa que hay una “crisis económica fuerte” y 38%, una “crisis moderada”. Y solo el 31% cree que Arce tiene la capacidad de resolverla. Entre los escépticos están, de acuerdo a este sondeo, un 20% de votantes del presidente boliviano en las elecciones que ganó por mayoría absoluta en 2020.

Es posible que los desilusionados sean simpatizantes del expresidente Evo Morales, que ya no respalda a Arce, pese a que este fue electo con los colores del Movimiento al Socialismo (MAS), que Morales dirige. Otro estudio de la empresa Diagnosis indica que la aprobación de la gestión del mandatario cayó desde su mejor momento, a mediados del año pasado y que ahora, con un 37%, es diez puntos menor que entonces. La encuesta muestra que esta pérdida de posiciones está relacionada con la aparición de un grupo demográfico (de alrededor del 16% de la población) que se manifiesta “indiferente” respecto a la gestión gubernamental. Este grupo no sale de los sectores sociales tradicionalmente opositores al MAS, que son las clases medias acomodadas del país, sino de los segmentos menos educados y más pobres del electorado que constantemente ha votado por el MAS. De ahí que Diagnosis considere que se trata de “evistas” que han dejado de apoyar al Gobierno.

La división de la izquierda boliviana en dos alas comenzó por el antagonismo entre Morales y Arce respecto a la forma en que el segundo debía gobernar y con quién debía hacerlo. El fondo del conflicto reside en que Morales, que ya ha sido presidente de Bolivia tres veces, quiere volver al poder en 2025, mientras que Arce también acaricia el sueño de su reelección. Las agresiones mutuas entre ambas alas han sido tantas y tan fuertes que una reconciliación resulta muy improbable, pese a que, según las cifras de los sondeos, si las elecciones fueran ahora, la oposición ganaría ampliamente frente a las dos facciones del MAS.

Lo difícil para la corriente opositora será encontrar la forma de definir un candidato único. Aunque la ley boliviana establece la obligación de realizar primarias, pocos piensan que esta será la forma de resolver la fragmentación oficialista y opositora. En Bolivia no existe la tradición política de acudir a las urnas para resolver asuntos partidarios. De acuerdo a la encuesta de Página Siete, si de todas maneras eso ocurriera, Arce perdería frente a Morales en la primaria del MAS.

Los líderes más conocidos de la oposición no aparecen en buenas posiciones en los sondeos. En cambio, se detecta el deseo de la población de que aparezca una figura nueva que renueve las alternativas para salir del ciclo de gobiernos izquierdistas que comenzó en 2006. En este momento, el opositor con mayor intención de voto es Luis Fernando Camacho, el gobernador de Santa Cruz que se halla preso en una institución carcelaria de La Paz. Está acusado por su participación en el derrocamiento de Evo Morales, que él considera puramente política, pero que el MAS califica como conspirativa y criminal.

Desde Santa Cruz, Camacho dirigió las protestas que enmarcaron la renuncia de Morales el 10 de noviembre de 2019. Se lo considera el “Bolsonaro boliviano” y su elevación en las encuestas se debe a su situación personal, pero también coincide con las tendencia regional y mundial de fortalecimiento de las opciones de ultraderecha.

Fuente: El País

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