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Javier Milei: un mes del estilo “outsider” en el ejercicio del poder en Casa Rosada

POLÍTICA 09/01/2024 Liliana Franco*
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Suele comentarse que hay dos tipos de presidentes. Los que “sufren” el poder (como fue el caso de Eduardo Duhalde con la crisis de comienzos del milenio) o los que lo “disfrutan” (Carlos Menem en los noventa). En el contacto directo con Javier Milei se percibe que el actual primer mandatario está en el último grupo. Suele decir: “Me apasiona coordinar las reuniones de Gabinete (nacional) y seguir los temas”.

Es de delegar, da libertad a sus ministros para ejecuten sus directivas. Insiste que para él la Presidencia es “un trabajo” y como tal lo encara. Repite que es “un outsider” y que su llegada al Gobierno responde más al fracaso de los partidos políticos. Por esta razón, pide que no evalúen sus decisiones con la mirada de la política tradicional. Quienes lo conocen señalan que el Presidente “duerme muy poco”, es de levantarse temprano y no es extraño verlo llegar a las 7.30 a la Casa Rosada.

Los anteriores presidentes solían trabajar en el escritorio que se encuentra en el despacho con el famoso sillón de Rivadavia. Milei, en cambio, prefiere desarrollar su tarea sentándose a la cabecera de la larga mesa de reuniones que también forma parte de su oficina.

Allí despliega sus papeles. Sobre su izquierda tiene una mesa en la que ubica objetos que aprecia, como el libro de los Rolling Stones que le regaló el primer ministro británico, o una foto de Carlos Menem con la legendaria banda de rock. Se la entregó Víctor Bugge, el fotógrafo presidencial que cumple funciones hace más de 45 años y que fuera rescatado por Milei del ostracismo que le impuso la gestión de Alberto Fernández. A su derecha, se encuentra otra mesa con el bastón y la banda presidenciales.

El primer mandatario suele salir al balcón de la Casa Rosada. El motivo: “Quiero ver a la gente, no perder contacto”, dice. En algunos aspectos parece todavía no acostumbrarse a los límites que le imponen sus nuevas funciones. Sigue usando el mismo teléfono que tenía antes de llegar al Gobierno y a través de WhatsApp suele decirle a sus amigos “venite a conversar” o “voy a verte” sin reparar en lo que significa movilizar un presidente.

Tomó la decisión de residir en la Quinta de Olivos, pero los martes y jueves desarrollará sus tareas en la Casa Rosada, días en los que se realizarán reuniones de Gabinete nacional. No convivirá en la residencia con su pareja, Fátima Florez, que tiene previsto continuar con su actividad artística, señalan en el entorno del Primer Mandatario.

Al respecto, el Presidente tiene previsto anunciar en los próximos días la eliminación de la figura de “Primera Dama”, porque considera que se trata de una forma “denigrante para las mujeres” ya que demanda a los cónyuges presidenciales funciones principalmente protocolares.

Se trasladará en auto y su intención es no usar el helicóptero presidencial (salvo por razones excepcionales). Hablando de medios de transporte, el primer mandatario también decidió vender el avión presidencial adquirido por el anterior Gobierno por más de u$s20 millones . En la Casa Rosada se comenta que esta compra “tuvo irregularidades” y tienen dudas sobre cuánto se podrá recuperar del dinero invertido por el Estado.

El próximo viaje de Javier Milei, a la reunión del Foro Económico Mundial que se realizará a partir del 16 de enero con destino a Davos (Suiza) para participar del Foro Económico Mundial, lo realizará en un avión de línea con “una reducida comitiva”. Lo acompañarán el jefe de Gabinete, Nicolás Posse; el ministro de Economía, Luis Caputo; el titular del BCRA, Santiago Bausili y su hermana Karina.

El Primer Mandatario quiere hacer una clara diferenciación entre sus gastos y los que le demanda la función. Por esa razón decidió pagar de su bolsillo el traslado y el alojamiento a la ciudad de Mar del Plata, cuando fue a ver el espectáculo de Fátima, ya que consideró estas erogaciones correspondían a su vida personal. A diferencia de lo que hizo cuando era legislador, en esta oportunidad no dona su sueldo, porque la función presidencial le impide tener otras actividades que le generen ingresos.

Tiempo para pensar

Javier Milei es poco amigo de los actos y tampoco es muy dado a las cuestiones protocolares. Este estilo de conducción le permite darse “tiempo para pensar”, particularmente en el tema que es su pasión, la economía.

El debate de ideas también forma parte de este ejercicio. Con quienes más conversa son Luis “Toto” Caputo y Federico Sturzenegger, mentor de la desregulación del Estado. Pero no son los únicos economistas con los que comparten estas charlas. También se deja tiempo para leer y releer a economistas libertarios (sus preferidos) y otros como Kenneth Arrow y Gerard Debreu, ganadores del premio Nobel de economía por su modelo de equilibrio general.

En estos momentos se encuentra releyendo, entre otros libros, “El Banco Central, teoría y práctica”, de Alan Blinder; “Introducción al crecimiento económico”, de Charles Jones y Dietrich Vollrath (con su impactante tapa donde se muestra en una imagen satelital el contraste entre Corea del Norte -en oscuridad- y del Sur -totalmente iluminada-. “Ves, esta imagen muestra como el capitalismo es el que genera bienestar”, afirma.

Para recuperar el crecimiento, el Presidente está “decidido a ir rápido y a fondo, porque no queda otra” con las reformas que propone. “No hay alternativas, no hay plata...”, suele repetir.

Uno de los temas que le preocupan, en este sentido, es que las provincias se pongan en la misma sintonía y acompañen el ajuste del gasto, “que no debe pasar solo por la Nación”.

Mientras tanto, las distintas reparticiones del Poder Ejecutivo han comenzado la tarea de racionalizar. Más allá de la intención de hacer eficiente el gasto público, uno de los problemas que enfrenta el nuevo Gobierno es la falta de experiencia de los funcionarios. Es que, salvo determinados casos Patricia Bullrich, en Seguridad, o Caputo, en Economía-, los equipos no tienen antecedentes en el manejo de la compleja burocracia oficial. Esta falta de conocimiento dificulta la reformulación de un Estado que, tras la última reforma profunda, realizada en los años noventa, ha venido emparchándose y distorsionándose hasta llegar a lo que es hoy.

* Para www.ambito.com

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