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Se enciende el motor de la inversión

OPINIÓN 10/04/2024 Mariano Goerling*
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La inversión es el gran motor del desarrollo y la Argentina tiene enormes oportunidades para atraer capitales orientados al sector productivo que terminen con largas décadas de decadencia. El kirchnerismo decidió que debía ser el consumo, motorizado por la expansión monetaria, el gran cebador de la actividad económica. Así nos fue.

Pero la inflación galopante que dejó la herencia kirchnerista está comenzando a mostrar una tendencia descendente y el equilibrio fiscal ya es una realidad en apenas cuatro meses de mandato del actual Presidente. Se trata de dos requisitos esenciales, aunque no los únicos, para que los inversores vuelvan a confiar en la Argentina, de modo que sea posible remontar una muy baja tasa de inversión respecto del PBI, que hoy apenas supera el 15% cuando tendría que ubicarse por encima del 25% para sostener un proceso de desarrollo continuado.

¿Qué pasa en el mundo? Podemos decir que América latina es un renovado foco de atracción para la inversión extranjera como resultado de las transformaciones globales vinculadas con la transición energética y con las urgencias de los países desarrollados de garantizarse el abastecimiento. A los sectores extractivos tradicionales como el gas, el petróleo y la minería se sumaron las inversiones asociadas a energías renovables, por ejemplo hidrógeno y litio, más allá del interés que concitan determinados servicios y manufacturas.

Según un reciente informe de la Cepal, la inversión extranjera directa hacia América latina registró un aumento del 55,2% en 2022, expresión que contrasta con el comportamiento a nivel global, es decir en todo el planeta, donde exhibió una contracción del 12%. Las sucesiones de crisis, inflación en el mundo desarrollado tras la pandemia, las elevadas tasas de interés y los conflictos geopolíticos impactaron en forma negativa sobre las inversiones transnacionales.

Entonces tenemos claro que existe una oportunidad notable en la región. Pero esa ventana, que comenzó a habilitarse hace ya varios años, no logró ser aprovechada por la Argentina. Las malas políticas que ejecutó el kirchnerismo alejaron a los inversores y aislaron al país, conformando un cuadro complejo que ahora habrá que desandar.

Confirma este dato el hecho de que Brasil fue el principal país receptor de inversiones en la región, con 41% del total, seguido por México (17%). Ambas naciones recibieron incluso más inversión extranjera directa que en 2021, aunque la performance de Brasil fue contundente y explicó el 56% de la variación interanual de toda la región. La participación de la Argentina en el total fue extremadamente pobre: poco más del 6% del total.

Nuestro país tiene sectores y ventajas comparativas muy relevantes para reiniciar un fuerte proceso inversor, que contribuya a fortalecer también las economías regionales como las de mi provincia, Misiones, en la que además hay un vasto espacio para el desarrollo de inversiones turísticas.

Otro sector de auge relativamente reciente es el de las energías renovables. En 2005, los anuncios de inversión extranjera en energías renovables representaban sólo el 6% del monto total en todo el mundo; en 2022, ya trepaban al 80%. En América latina este segmento fue uno de los que atrajeron más inversiones externas, ocupando el tercer lugar en cuanto a montos anunciados. Entre 2005 y 2022 se formularon más de 800 anuncios de proyectos dirigidos a ese sector en la región por casi 170.000 millones de dólares. Desde 2010 hasta 2021, los anuncios de inversiones en energía limpia superaron cada año las inversiones en energías fósiles. Pero de nuevo la Argentina estuvo fuera del radar: Brasil, Chile, México, Panamá y Perú fueron los principales países de destino y en conjunto convocaron más del 80% del monto de todos los anuncios.

Por supuesto que esta realidad puede cambiar y de hecho el actual gobierno está trazando el sendero para hacerlo. Las premisas básicas de un proceso inversor son una macroeconomía ordenada, con equilibrio fiscal, estabilidad de precios, seguridad jurídica y fiscal, desregulaciones, ordenamiento impositivo simple y que estimule las radicaciones de capital. Y por supuesto convicción y fortaleza política.

La recuperación del proceso inversor nos permitirá además mejorar la productividad, un tema en el que estamos notoriamente retrasados respecto de otros países y también nos posibilitará volver a debatir la profundidad del crédito del sector privado. En la Argentina el crédito privado es bajísimo en relación con el PBI, menos del 10%, mientras que países como Chile muestran una equivalencia del 100%. En la Argentina la voracidad del Estado deglutió en las últimas décadas el crédito que de otro modo podría haberse destinado a financiar actividades productivas.

En definitiva, el proceso inversor que la Argentina podría recibir a partir de haber comenzado a ordenar el caos económico que dejó el kirchnerismo será un elemento central para la creación de empleo, el crecimiento económico y el bienestar general.

* Para www.infobae.com

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