Por obra y gracia de la naturaleza, hace miles de años, una roca gigante quedó encajada sobre un arroyo en lo alto de las sierras de Córdoba. Hoy, esa casualidad regala un paisaje tan magnífico como desconocido: la Piedra del Molino.
Está ubicada en Traslasierra, a la altura entre Los Molles y San Javier y custodiada por el cerro Champaquí. Molles, talas, algarrobos, espinillos y los legendarios tabaquillos forman parte del camino. Alrededor de la piedra, los helechos y el musgo copan todo de verde.
La fauna también es abundante: aves como zorzales, mandiocas, vencejos de collar, picaflor cometa, chingolos y águilas moras se hacen escuchar. Y no es extraño que los cóndores custodien el camino, que serpentea siguiendo la quebrada.
Al llegar, la imagen es soñada: la Piedra invita a adentrarse a una caverna y allí se impone el sonido de una cascada de manantial casi oculta desde afuera.
Fuente: EL Doce