Saint-Josse se puede describir con muchos superlativos: es el municipio más pequeño de Bruselas, el más densamente poblado, el más joven y también el más multicultural. Mientras paseas, escucharás una variedad de idiomas: turco, búlgaro, árabe, sueco, portugués y más. Esto no es de extrañar, ya que la zona alberga 153 nacionalidades diferentes. Una verdadera Torre de Babel en la que no faltan recursos culturales. Saint-Josse puede ser diminuto, pero rebosa de emociones y aventuras esperando ser descubiertas.
Saint-Josse-ten-Noode es un barrio de Bruselas que se encuentra al este de la capital y tan sólo a unos 15 minutos del centro. Es una «comuna», que dicen por aquí, un poco sucia en apariencia pero con ese «sabor a pueblo» dentro de una capital. Se encuentra pegada a la zona que la gente llama popularmente «barrio europeo», a pesar de que ese territorio no existe como tal para la administración sino que es sólo el nombre por el que lo reconoce la gente, y no muy lejos de Matongué, el barrio que ocupan muchos emigrantes africanos. Por lo tanto, la diversidad es grande en Saint Josse: hay emigrantes marroquíes, turcos, de distintas partes de áfrica, españoles, como nosotros y belgas, por supuesto, a parte de otros. Lo más llamativo es que esta diversidad se puede ver reflejada en los graffitis que cubren, casi de forma espontánea, varias paredes y persianas metálicas de algunas tiendas de la calle de Lovaina. Me encantó, sobre todo, uno dedicado a Compay Segundo. Los distintos graffitis tienen como tema la música y la diversidad y algunos cubren fachadas enteras. Si queréis ver todas las fotos de los graffitis y de Saint Josse, podéis hacerlo aquí.
Ésta es la iglesia de Saint- Josse (abajo) y está en la plaza donde se desarrolla la vida de este barrio. En la plaza ponen el mercado de verduras y de otras cosas como jabones y champús, zapatos, etc., en ella hay una escuela y al rededor hay bares, restaurantes y cafeterías.
Así pues, en definitiva Saint Josse parece un barrio un poco dejado en cuanto a restauración y limpieza de sus edificios y calles, pero es interesante por su multiculturalidad, su arte callejero y sus lugares históricos y, por qué no, también deliciosos, como la «friterie».
Fuente: Visite Bruselas