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Javier Milei y la era del ajuste perpetuo

OPINIÓN Marcelo Falak*
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Javier Milei rodeó de pompa su intervención de la noche del domingo ante el Congreso, la que lo convirtió en el primer presidente en hacerse cargo de presentar un proyecto de Presupuesto en detrimento de su ministro de Economía.

El discurso, que reiteró extensamente sus conocidos lugares comunes doctrinarios, algunos insultos y la ratificación de que cree que su negocio político es confrontar con el kirchnerismo, dejó una definición clave: el apretón severo del gasto de 2024 no es sino el comienzo de una era de ajuste perpetuo. La primera página de "la nueva historia argentina", postuló.

De los lineamientos concretos del Presupuesto 2025 nada dijo. Apenas justificó lo que podría definirse como la regla de hierro de la mileinomía: el déficit cero, tanto primario –previo al pago de deuda– como financiero, que incluye ese ítem.

Javier Milei y el déficit cero aunque duela

El mandatario no concibe ese futuro con él fuera del poder o ajeno a él o a sus dogmas. Sobre todo porque dicha regla implica una involución no sólo política, sino de pensamiento económico. Al postular que el déficit financiero cero será un objetivo irrenunciable para siempre, dijo que el gasto público será recortado incluso cuando la economía esté en recesión. En ese sentido, no planteó una política antikeynesiana, sino una prekeynesiana.

"No creemos en las políticas contracíclicas y en ningún tipo de intervención del Estado", avisó. Así, no sólo desconoce los aportes de John Maynard Keynes al conocimiento, sino la propia experiencia histórica que, aun antes de la publicación de su Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, descubrió, justamente, que la expansión del gasto público es imprescindible para superar los procesos recesivos y, mucho más, las depresiones.

Ese libro es de 1936, pero ya antes de él numerosos gobiernos habían comenzado a aplicar políticas contracíclicas para salir del pozo de la crisis que había comenzado con el crash bursatil en 1929. Fue a partir de ese hito que la idea de buscar el equilibrio macro ajustando incluso cuando la actividad se desploma no lleva a otra cosa que al hiperdesempleo y a una depresión. Milei no sólo deplora a Keynes, sino a la experiencia histórica.

Un comportamiento tal de la autoridad política equivale a invitar a la sociedad –en especial a los sectores medios y a los pobres– a cavar infinitamente un hoyo bajo sus pies.

Con Javier Milei, ajuste para siempre

En ese sentido, el ajuste perpetuo incluirá en la "ley de leyes", anticipó, la necesidad de que los estados subnacionales –provincias y municipios– lleven a cabo, por su parte, un ajuste adicional al de la Nación, equivalente a 60.000 millones de dólares. Queda claro, una vez más, que los sectores de "la casta" que se rinden a sus pies podrán gozar de algún alivio mayor que los enemigos, pero no mucho más que eso. En la Argentina dominada por la ultraderecha, sólo existe el sometimiento político.

No es claro que Milei se dé cuenta de lo difícil que es gobernar un país de casi 50 millones de habitantes bajo premisas semejantes, sobre todo cuando el INDEC se dispone a anunciar –el próximo jueves 26– niveles de pobreza del orden del 55% y de indigencia cercanos al 20% al segundo trimestre, indicadores que venían largamente en alza y que el Caputazo agravó todavía más al considerarse sus nueve lunas de vigencia.

Este lunes se comenzará a analizar el texto, sus supuestos, sus proyecciones y sus objetivos. De allí se desprende que la inflación que el Gobierno espera para 2025 sería sólo el 18,3%, que el tipo de cambio –¿será el oficial con cepo, será uno libre y unificado?– permanecerá planchado en 1.207 pesos hasta diciembre de ese año. El dibujo es realmente muy voluntarista.

Para llegar a ese IPC el año próximo, este debería finalizar 2024 en 104%, algo de arranque imposible si se tiene en cuenta que el acumulado a agosto fue de 94,8%. Poco serio…

Para llegar a esos objetivos de precios y de dólar, la inflación debería bajar al 1,2% mensual promedio, objetivo que Milei y Caputo esperan concretar en enero. Difícil… Faltan todavía severos tarifazos para eliminar los subsidios a los servicios públicos, precios como los de la medicina prepaga y las comunicaciones están indexados por el laissez faire oficial y los salarios deberían presentar alguna resistencia.

El dólar según Javier Milei y Toto Caputo

Según el plan oficial, el tipo de cambio seguirá siendo un ancla fundamental, con una actualización prevista de alrededor de 1,7% al mes –inferior al 2% actual y algo superior a la inflación, lo que permitiría una homeopática recuperación de competitividad–. Una cosa, claro, depende de la otra: con un eventual estallido cambiario, la inflación de dispararía y el Presupuesto sería –como es una tradición argentina, por otro lado– papel mojado.

Con todo, cabe resaltar que ni siquiera proyecciones equivocadas –cosa que el Presidente mencionó como una posibilidad en su discurso– modificarán la idea del déficit cero. Si, en vez de crecer, la economía volviera a caer –en 2025 o más adelante–, el gasto bajaría. Eso, en economía, tiene un nombre: trampa de austeridad, el círculo vicioso que a una baja de recaudación se responde con un recorte de gastos, el que, a su vez, genera recesión y una nueva caída de la recaudación. Y así hasta el infinito y más allá.

Ese esquema hace poco probable la previsión de que la actividad crezca 5% el año próximo, más que recuperando la caída esperada de 3,8% en 2024 y gracias a una recuperación del consumo privado de 4,5%. ¿Es verosímil esto?

"El crecimiento proyectado del PBI está motorizado principalmente por la industria y el comercio, con subas de 6,2% y 6,7%, respectivamente", dice el proyecto de Presupuesto. Buena suerte con eso.

En lo que hace al comercio exterior, el proyecto plantea un aumento de las exportaciones de 7,7% y uno todavía mayor de las importaciones, que sería de 14,2%. Estas revertirían así parte de la caída de 19,2% de este año recesivo, dejando un superávit comercial de casi 21.000 millones de dólares.

Cuestiones de fe.

Hacia la consolidación del modelo

La economía según Milei ya no apunta a una recuperación de los ingresos populares, esto es del consumo, que hasta su llegada al Gobierno daba cuenta de más de dos tercios del producto bruto interno (PBI). El nuevo motor deberán ser las inversiones, salvo por un detalle: no queda claro qué las motivaría.

¿Será un mercado interno vigoroso? Como se dijo, no. ¿Será la demanda externa a través de la generación de una potente economía exportadora? Sólo las fuerzas del cielo lo saben.

Esto es así porque el proyecto del Topo sólo apunta a desmantelar el Estado y lo demás debería llegar espontáneamente. "Gestionar es achicar el Estado para engrandecer a la sociedad", parafraseó a próceres del autoritarismo de mercado como Álvaro Alsogaray y José Alfredo Martínez de Hoz. No puede decirse que el hombre no avise sobre sus propósitos, aunque no es claro que una mayoría social quiera oír o que incluso recuerde de qué se le habla.

El jefe de Estado –cuesta aplicarle esa definición, cuando sus objetivos apuntan a otro lado– confirmó que lo guiará su fe minarquista. El Estado, dijo, tiene solamente tres funciones: establecer el equilibrio macroeconómico, llevar adelante las relaciones exteriores del país y asegurar el imperio de la ley. Nada más y, aclaró específicamente, no la realización de actividades como la generación de infraestructura estratégica –eso dependerá exclusivamente del sector privado y de lo que este considere negocio– y ni siquiera la construcción de "viviendas hacinadas que nadie quiere".

La política social, se desprende de sus palabras, encontraría en el nuevo presupuesto su muerte definitiva.

Los misterios de la era Milei

Algo clave para su visión de futuro esta dado por una de las muchas cosas que no explicó: ¿cómo convertirá el sobrante de pesos para pagar los compromisos en dólares? Evitar un nuevo default a toda costa es la motivación del equilibrio financiero a como dé lugar, lo que, se supone, debería conducir a una reducción del riesgo país tan intensa que reabra el mercado voluntario de deuda para la Argentina.

Ese indicador hoy supera los 1.400 puntos básicos –14 puntos porcentuales por encima del rendimiento de los Bonos del Tesoro de Estados Unidos, un total de alrededor de 18% anual–. Es posible que el mercado salude la única definición de Milei –la deuda se pagará incluso al costa del hambre de la población–, pero no queda clara la extensión que tendrá esa euforia o si superará un estatus efímero.

Esto es así porque Milei no explicó cómo hará el alquimista Toto Caputo para convertir pesos en dólares, sobre todo cuando el ministro y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, no hacen más que despilfarrar reservas que no existen –las netas siguen en terreno fuertemente negativo– para bajar los tipos de cambio paralelos y forzar una desinflación que transita un altiplano indómito.

Dado que el déficit financiero cero es la regla de oro, el mandatario ratificó que vetará todos los proyectos de ley que vote el Congreso que incrementen el gasto y no indiquen qué recorte de partidas lo financiará. Es decir, ni hablar de aplicar impuestos o de retroceder en las desgravaciones prorrico y anti clase media recientes. A un gasto, un ajuste.

Llamó la atención, en ese sentido, que se haya referido a su reciente veto a un aumento de 8,1% para los jubilados sin aludirlo por su nombre. Milei sabe que la medida es ampliamente impopular y que conlleva un costo político. Cabe recordar, sin embargo, que dicho porcentaje había sido cercenado por su administración tras la devaluación de diciembre, por lo que, más que de "aumento", correspondería hablar de "devolución". No la habrá, como no habrá garantías presupuestarias para las universidades nacionales ni marca atrás en la licuación feroz de los salarios de su personal docente y no docente.

Milei se ha lanzado a imponer un modelo de cuño pinochetista o, más modestamente, uno fujimorista, pero se supone que, a diferencia de esos dos casos, en democracia. La tarea que le espera será ardua.

¿Los lineamientos ratificados de la mileinomía generarán, en una mayoría social, bronca y resistencia o resignación y silencio?

* Para www.letrap.com.ar

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