


Es probable que el precio del dólar siga cayendo. Los economistas del Estado sostienen que realmente no hay pesos como para que los argentinos se arriesguen a una corrida cambiaria y que, además, falta todavía una parte de la liquidación de la cosecha de soja. Esa liquidación se hará en mayo por una postergación que se debe más que nada a cuestiones climáticas. Con pocos pesos y con algunos dólares en el Banco Central, la caída en el precio de la moneda norteamericana es previsible. El Presidente anticipó, inclusive, que espera un dólar a 1000 pesos; se supone que solo entonces la autoridad monetaria comprará dólares para las reservas. Una acumulación de reservas de dólares fue una de las exigencias del Fondo Monetario Internacional en el acuerdo firmado con el gobierno argentino; ahora, el Banco Central tiene reservas negativas de entre 6000 y 7000 millones de dólares. Quiere decir que usaron dólares de los ahorristas. Ante ese paisaje financiero, el Central debe comprar primero dólares para compensar las reservas negativas, y luego para consolidar sus reservas reales. Javier Milei, a todo esto, se niega a hacerlo antes de que el precio del dólar toque el piso de 1000 pesos acordado con el Fondo.

Cuando la nación política esperaba con expectativa la salida del cepo, después de seis años corridos de laberintos estatales para comprar dólares, la discusión refiere a por qué el Gobierno deja caer su precio. Más allá de las razones técnicas que esgrimen los tertulianos del dólar, no puede ignorarse la conclusión política de que la salida del cepo trató bien a la administración de Milei. Si el debate es por qué está bajando el precio de la moneda norteamericana y no por qué subió con un ritmo inmanejable (como ocurrió casi siempre en la Argentina), puede deducirse que la primera etapa de la salida del devastador cepo fue exitosa. Es difícil que el argentino común sepa quién es Scott Bessent, el poderoso secretario del Tesoro norteamericano; a un comprador común de pocos dólares ese nombre no le dice nada. Sin embargo, Bessent es una de las pocas personas que realmente influyen en la economía mundial. Esto lo saben los grandes operadores del mercado financiero local, los que están en condiciones de conmover el mercado, si tienen con qué y si quieren. Aseguran fuentes oficiales que el ministro de Economía, Luis Caputo, le contó a Bessent en una conversación telefónica, en la semana previa a la salida del cepo, sus inquietudes ante el fin de una era que duró más que el último lustro. En efecto, hubo cepo antes, durante todo el segundo mandato de Cristina Kirchner; la única excepción reciente a una rigurosa regulación para la compraventa de dólares sucedió durante casi todo el mandato de Mauricio Macri. Bessent le ofreció a Caputo algo más que un gesto; le anunció que podía viajar a Buenos Aires por unas pocas horas durante el crucial lunes. “Si sirve de algo”, le aclaró. Caputo aceptó en el acto y Bessent estuvo aquí durante diez horas extenuantes, según aceptaron fuentes diplomáticas norteamericanas. Esa presencia no pasó inadvertida para los protagonistas más importantes de la economía local. En declaraciones posteriores a la agencia Bloomberg, Bessent aconsejó que el país le pague cuanto antes a China el swap de 5000 millones de dólares que usaron “los anteriores gobiernos peronistas”, aclaró con prolija precisión. Para Bessent, América Latina es un objetivo importante de la política exterior de China, a la que acusó en ese mismo reportaje de haber sometido a países de África a acuerdos humillantes. Sea como fuere, tampoco se puede ignorar otra conclusión política, que consiste en advertir el fuerte compromiso del gobierno de Donald Trump con la administración de Milei. Falta saber si el mundo económicamente desquiciado que está construyendo Trump le servirá –o le hará daño– a Milei. Difícilmente le sea útil a cualquier país una economía internacional que no tiene reglas buenas o malas: simplemente, no tiene reglas. Es el resultado de la gestión del líder de la principal potencia del mundo, Trump, que cambia las reglas permanentemente. Nadie sabe cómo terminará todo, porque no existe una experiencia previa en la que Estados Unidos haya sido el factor disruptivo del statu quo internacional. Las catástrofes de Trump no desmerecen el gesto de Bessent.
A su vez, el gobierno argentino no solo deberá cumplir con lo pactado con el Fondo y comprar dólares para aumentar las reservas del Banco Central; también deberá hacer profundas reformas tributaria, previsional y laboral. Todas deberían pasar por un Congreso que será minoritario para Milei aun si este ganaran las elecciones legislativas de octubre próximo. La reforma tributaria es la única que no podrá eludir el Congreso, porque la Constitución dice que los impuestos están excluidos de los decretos de necesidad y urgencia y que cualquier decisión sobre ellos debe ser aprobada previamente por senadores y diputados. Más vale que alguien le aconseje a Milei que respete las instituciones. Las necesitará. También las reformas laboral y previsional deberían ser aprobadas por el Congreso para tener una imprescindible legitimidad política y durar más allá del tiempo que dure Milei en el poder. En el país de los argentinos, lo primero que hacen los adversarios cuando ganan el poder es destruir todo lo que hizo el gobierno que perdió las elecciones. ¿Ejemplo? Alberto Fernández desmoronó cada una de las políticas y de las obras que había levantado Macri. Por destruir, destruyó hasta el aeropuerto de El Palomar y la política aerocomercial de vuelos low cost; así, condenó a los argentinos a regresar como rehenes de los dirigentes sindicales de Aerolíneas Argentinas. Por eso, es difícil que empresarios extranjeros inviertan en la Argentina hasta la próxima elección presidencial. ¿Las políticas ortodoxas de ahora son la regla o solo una ráfaga excepcional?
Una de las condiciones impuestas por el Fondo Monetario constituirá, si se concreta, el fin de la promoción industrial de Tierra del Fuego. Ese régimen, que beneficia a tres o cuatro empresarios, le cuesta al Estado más de 1000 millones de dólares anuales en exenciones impositivas. ¿Para qué? Para que los argentinos paguen entre un 60 y un 100 por ciento más caros los celulares, televisores o acondicionadores de aire que en Estados Unidos o en Chile. Hay análisis que ya se han hecho sobre esa diferencia de precios. Milei y sus funcionarios no hablaron nunca del régimen de Tierra del Fuego, a pesar de la motosierra que se convirtió en un símbolo de la gestión libertaria. “Hay derechos adquiridos”, suelen responder, pero solo ante preguntas muy concretas sobre tales privilegios. Es posible –cómo no– que esos empresarios planteen que tienen derechos adquiridos. Pero ¿por qué no dejar que sea la Justicia la que determine si existen tales derechos? ¿Acaso los jubilados no tienen también derechos adquiridos y todos los gobiernos les han metido las manos en los bolsillos? ¿Por qué aceptar esos supuestos derechos de los empresarios fueguinos sin que el Estado haga ningún esfuerzo en la defensa de sus intereses? Raro.
Durante este año, la economía dependerá también de algo más que la saludable eliminación del déficit. Algo que, quizás, tendrá más influencia todavía que la salida del inútil cepo al dólar. Serán los resultados de las elecciones de mitad de mandato. Milei anticipó que él quiere un acuerdo con dirigentes de Pro en la provincia de Buenos Aires para “terminar con el kirchnerismo”, pero se negó a un acuerdo con el partido de Macri en la Capital. Será difícil y arduo hacer una campaña como adversarios en la Capital y como aliados en la provincia de Buenos Aires. Los límites geográficos están en los mapas, pero no en la vida cotidiana de la sociedad; porteños y bonaerenses, sobre todo los que viven en el decisivo conurbano, tienen las mismas fuentes de información y, a veces, una parecida percepción de las cosas públicas. El Presidente no lo quiere a Jorge Macri y descree de un acuerdo partidario en la provincia entre La Libertad Avanza y Pro. Por eso, su hermana, Karina Milei, encargada del pasteleo político, prefiere una alianza con dirigentes de Pro, no con Pro. Ya se sacó algunas fotos con los dirigentes macristas que aspira a cooptar: Cristian Ritondo, presidente del bloque de diputados nacionales de Pro; Diego Santilli, diputado nacional, y Guillermo Montenegro, intendente de Mar del Plata. Ritondo y Santilli dijeron a LA NACION, ante una puntual consulta, que participan de esas negociaciones en nombre de Pro y que ellos no harán acuerdos personales con La Libertad Avanza. Hace dos semanas, Mauricio Macri se reunió con Santilli, lo miró fijó a los ojos y le preguntó: “¿Vas a arreglar con ellos?”. Santilli le contestó que él había sido leal con Horacio Rodríguez Larreta hasta cuando este ya estaba desahuciado. ”No he cambiado. Aspiro a un acuerdo entre los dos partidos, porque los bonaerenses lo piden, no a acuerdos personales”, le aseguró. A su vez, Ritondo le dice siempre a quien quiera escucharlo: “Yo voy a las reuniones con el Gobierno como presidente del bloque de diputados de Pro. No se confundan”.
De todos modos, a ciertos políticos no peronistas empieza a preocuparlos la aparición de encuestas que señalan un posible triunfo en la Capital del candidato del peronismo kirchnerista, Leandro Santoro. Cristina Kirchner y Axel Kicillof tienen, además, un ascendiente importante en los distritos más poblados, y más pobres, del Gran Buenos Aires. ¿Qué explicación existe para la popularidad de una expresidenta que dejó el país en estado agónico y de un gobernador que no solucionó ningún problema en la enorme Buenos Aires? Dejémosle la respuesta a la sociología; lo que importa ahora es qué sucederá con la economía si el kirchnerismo demuestra que está vivo. Nada bueno.
El Presidente debería explicar por qué, entre tantas fragilidades, maltrata, insulta o calumnia a Florencia Donovan, una periodista bien informada y objetiva, y a María Laura Santillán, con una impecable trayectoria en el periodismo televisivo. O por qué insiste sin razón con viejos agravios contra los periodistas Jorge Fernández Díaz, Carlos Pagni y Alfredo Leuco. Los cinco no son iguales, salvo en la férrea defensa que hacen de su independencia intelectual y de la libertad para expresar sus ideas. La libertad de prensa es la primera de las libertades, porque sin ella no podrían existir las otras libertades. ¿Alguien imagina una sociedad democrática, pero desinformada? Sería un oxímoron. Tarde o temprano, el Presidente deberá responder por su falta de respeto a las buenas formas de la política, porque estas son las formas de la democracia.
Quizás, al jefe del Estado no le importe ninguno de los preceptos que impone la democracia, pero en ese caso habrá optado por una variante autoritaria que le haría daño a él mismo antes que a nadie. El Presidente fue legal y legítimamente elegido dentro de un sistema democrático, que es el sistema por el que los argentinos optaron hace más de cuarenta años. En efecto, sus malos modos lo empobrecen a él mismo. La investidura presidencial es un símbolo que todos tenemos que respetar, pero el Presidente es el primero que debe honrar su propia investidura. Los periodistas insistiremos en nuestra defensa de la libertad de expresarnos porque el peor remedio sería tomar como normal lo que es claramente una anomalía. Tampoco podemos justificar alegremente esas excentricidades de Milei con el argumento de que el Presidente es así; estaríamos avalando la censura indirecta. No es solo él: se han conocido en los últimos días tuits de trolls oficialistas con filmaciones de personas pegándole a un muñeco. Es una alegoría de los mileístas sobre la relación del Gobierno con el periodismo. Creer que esa relación consiste en un combate perpetuo es un error; suponer que tal combate se resuelve con insultos propagados por el megáfono presidencial, es peor aún. El Presidente tiene una función, y el periodismo tiene otra.
* Para La Nación




El cardenal italiano Pietro Parolin es apuntado como quien más posibilidades tiene de ser elegido Papa

El Papa Francisco murió a causa de un ictus y una posterior “insuficiencia cardíaca irreversible”



The Wall Street Journal analizó a Javier Milei y señaló que Donald Trump se asemeja en lo económico al peronismo
:quality(85)/https://assets.iprofesional.com/assets/jpg/2024/08/581679.jpg)

:quality(85)/https://assets.iprofesional.com/assets/jpg/2024/11/587587.jpg)



El posteo de Alberto Fernández dedicado a su hijo Francisco: “Sigo luchando para poder hablarte y verte”

Claves de la semana: los datos económicos y financieros que seguirá de cerca el mercado

