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RECURSOS MÉDICOS Y SOCIALES CONTRA EL VIRUS

Aunque en medio de una maraña de informaciones intencionadas, interesadas o falsas, la naturaleza del virus y la pandemia se va develando. Desde muchas disciplinas surgen valiosas guías para vencer esta difícil lucha

POLÍTICA - EDITORIAL 06/04/2020 Isaías ABRUTZKY / Especial para Tiempo de Santa Fe
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Isaías ABRUTZKY / Especial para Tiempo de Santa Fe 

Miles de investigadores en todo el mundo trabajan febrilmente y a contra reloj para encontrar mecanismos de prevención frente a la posibilidad de infectarse y de combate al virus en un paciente que lo adquirió.

Este flagelo que sufre la población mundial requiere del aporte de un sinnúmero de disciplinas, que excede largamente las que son específicas de la salud, como las que competen a médicos, enfermeras y biólogos. 

Químicos, físicos, ingenieros y matemáticos, entre otros, tienen desafíos muy importantes que vencer en esta loca carrera contra un enemigo invisible, artero, rápido y poderoso. 

Quienes integramos el sector de ciudadanos comunes estamos bombardeados por informaciones provenientes de las más distintas fuentes, muchas veces traducidas e interpretadas a través de filtros de interés. Hay mucho dinero y prestigio puesto en juego, y no faltan quienes -sin culpa por lo que está sucediendo- piensan en que su aporte puede traducirse en un beneficio pecuniario. Un enfermero arriesga su salud, y tal vez su vida, por el mismo bajo salario de siempre; quien tiene a cargo un laboratorio medicinal privado, una compañía -cuyo principal interés es la renta- no puede dejar de pensar en qué puede darle o quitarle su trabajo a la economía de su empresa. Y como la carrera es desesperada, se afana en difundir las buenas noticias que provienen de su laboratorio, y de tratar de que el gobierno apoye su labor y recomiende los frutos que puedan ir obteniendo de ella. 

Más allá de estos esfuerzos, hay gente que recomienda las más diversas prácticas para evitar el contagio o aumentar las defensas una vez que la infección se haya instalado. Y estos consejos se viralizan a través de las redes, haciendo difícil o imposible tomar conocimiento de la idoneidad de quienes las recomiendan. Pero después de todo muchas opiniones provenientes de autoridades del tema debieron ser luego rectificadas, así es difícil confiar en alguien.  

Algún científico reconocido considero inútil y hasta contraproducente que personas asintomáticas usaran barbijo para protegerse. Más tarde cambió de opinión. Hubo quien editó y distribuyó un video que mostraba la permeabilidad de diferentes barbijos a gotitas presentes  en el aire. Hay diferencias, claro. Pero más allá de la mayor o menor permeabilidad de la capa de protección, no puede haber duda de que cualquier paño o papel se va a humedecer con las gotitas que incidan. Y esto quiere decir que una buena parte de la carga viral se va a detener allí, lo que induciría a promover el uso de barbijo por todas las personas, y apelando a los recursos de que dispongan. Uno de grado quirúrgico puede ser lo mejor, pero en la ocasión cualquier tipo de barbijo, aún los caseros, prestará alguna ayuda valiosa. 

 

La carga viral

La cantidad de unidades del virus que se instalan inicialmente en el huésped humano tiene una importancia decisiva en la adquisición de la enfermedad y su posterior evolución. Un artículo publicado en el New York Times el primero de abril, advierte de la poca atención que se presta a esta variable. Sus autores son Joshua D. Rabinowitz y Caroline R. Bartman, ambos especialistas en genómica, ciencia que se enfoca en la estructura, función, evolución y mapeo de los genomas, e integra el campo de la biología molecular. 

“Como ocurre con cualquier otro veneno, los virus son usualmente más peligrosos en grandes cantidades. Exposiciones iniciales pequeñas tienden a producir infecciones leves o asintomáticas, en tanto grandes dosis pueden ser letales”, dicen los investigadores. Este es un dato que puede jugar un papel crucial en los esfuerzos de la ciudadanía y los gobiernos para definir las medidas individuales y colectivas que lleven a un pronto decaimiento de la tasa de avance de la enfermedad. La permanencia de una persona en la cercanía inmediata de otra ya infectada, como ocurre durante un viaje en tren implica recibir una dosis muy alta de virus, en tanto que el ingreso a una oficina en la que estuvo previamente alguien contaminado, por unos instantes, representa un peligro mucho menor. 

Aunque ocurrió que algunos enfermos curados volvieron a contaminarse, se admite que quien salió con éxito de la afección virósica generó anticuerpos capaces de reconocer y neutralizar al virus con facilidad, por lo que difícilmente vuelva a actuar como propagador de la epidemia. Cerrados estos caminos de avance, la virulencia decae y finalmente la peste desaparece. 

Hay que notar, asimismo, que los infectados que se recuperaron pueden proveer elementos de lucha contra el virus, como su plasma sanguíneo que, inyectado en enfermos graves puede ayudar a atenuar la enfermedad, salvando vidas. 

Los investigadores relatan en caso de un un paciente que, en la epidemia de SARS de 2003, en Hong Kong, infectó a muchas personas que vivían en el mismo complejo de departamentos. Aparentemente la contaminación se produjo por partículas virales que se esparcieron por el aire. Quienes habitaban unidades cercanas a la del causante tuvieron mucha mayor probabilidad de enfermarse severamente y morir que aquellos que estaban más alejados, los que, en caso de sufrir la infección evolucionaban mucho más favorablemente. 

 Estos datos permiten elaborar modelos de conducta que conduzcan a relajar las condiciones de confinamiento que actualmente los gobiernos ponen en vigencia y así reactivar la actividad económica sin dejar de frenar la epidemia.

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