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Serbia y Kosovo llegan a un acuerdo para resolver su conflicto por los documentos de identidad

INTERNACIONALES 28/08/2022 Manuel V. GÓMEZ
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Los ciudadanos kosovares que viajen a Serbia podrán entrar en este país con su documentación kosovar, sin papeles adicionales; y los serbios que hagan el camino inverso, también. Esta es la base del acuerdo con el que Belgrado y Pristina resuelven el contencioso que mantenían este verano y que amenazaba con escalar la tensión entre ambos países a partir del próximo 1 de septiembre, cuando Kosovo había planteado que acababa la moratoria por la que dejaba de reconocer las matrículas serbias en los vehículos utilizadas por los ciudadanos serbokosovares de su territorio así como los documentos de identidad expedidos por Belgrado, según ha anunciado este mismo sábado el alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, en su cuenta de Twitter. Fuentes de la Comisión Europea aclaran que este compromiso se limita a los documentos de identidad, pero no a las matrículas de vehículos.

Agosto comenzó con un aumento de la tensión en Kosovo. A principios de mes, Pristina dejó de reconocer las matrículas serbias que emplean los ciudadanos serbokosovares de determinadas zonas del país, donde esta población es mayoritaria. Además, también dejaba de aceptar los documentos de identidad expedidos por Belgrado que usa este colectivo, que se siente parte de Serbia y, como Belgrado, nunca ha reconocido la independencia unilateral proclamada por Kosovo en 2008. Esto provocó la reacción de esta comunidad que comenzó a bloquear carreteras y disparó el malestar en la zona, hasta el punto de que la OTAN, que tiene una fuerza de interposición desplegada allí desde que acabó la guerra, amenazó con intervenir.

La solución temporal que se encontró entonces fue, después de la advertencia de la Alianza Atlántica, que Pristina pospusiera por segunda vez la entrada en vigor de su decisión hasta el 1 de septiembre. Ya en septiembre del año pasado se desencadenó una situación similar por el mismo motivo y la solución fue, también entonces, el retraso de la medida. El pasado 18 de agosto hubo una reunión en Bruselas para buscar una salida, pero el encuentro acabó en fracaso. El Servicio de Acción Exterior de la Unión Europea, a través de su alto representante, Josep Borrell, y su enviado a la zona, el eslovaco, Miroslav Lajcak, ha mediado para encontrar una solución.

Kosovo siempre ha esgrimido que su iniciativa de exigir documentación adicional a los ciudadanos de Belgrado que entran en su territorio entregándoles un papel en el que les comunicaba que pasaban a otro país no era más que una medida recíproca respecto de las que adopta Belgrado. De hecho, fuentes diplomáticas de Pristina recordaban este sábado que “la reciprocidad” es la base para resolver este contencioso, algo que ya hizo el primer ministro kosovar en una entrevista con EL PAÍS hace una semana: “Les dábamos un documento adicional que dice que están entrando en otro país, como lo hace Serbia desde hace 11 años con cada kosovar que cruza la frontera. Es una medida recíproca, legal y pacífica”.

La tensión entre Serbia y Kosovo es uno de los temas pendientes de las guerras que acabaron con la desmembración de la antigua Yugoslavia en los años noventa del pasado siglo. El choque bélico entre ambos fue la última de las contiendas de los Balcanes y acabó cuando la OTAN bombardeó Serbia y Montenegro en 1999 para frenar al régimen de Slobodan Milosevic, lo que no solo puso punto y final a la guerra sino también al propio régimen de Belgrado.

En los acuerdos que pusieron fin a aquella guerra, bajo el amparo de la ONU, Serbia reconocía la autonomía de Kosovo. Sin embargo, en 2008, el Parlamento kosovar declaró de forma unilateral su independencia de Serbia. Países como Estados Unidos, Francia o el Reino Unido reconocieron rápidamente al nuevo Estado europeo. Otros como Rusia, tradicional aliado de Serbia, China o España no lo han hecho. Tampoco lo acepta Serbia, y eso es lo que subyace en el conflicto actual y en la crisis de las matrículas y los documentos de identidad, algo que a primera vista puede parecer un asunto simbólico, pero de gran trascendencia a la hora de reconocer donde reside la soberanía.

La declaración de independencia de 2008 fue recurrida por Serbia al Tribunal Internacional de La Haya. La decisión del tribunal, aunque no era vinculante, fue un golpe a las aspiraciones de Belgrado sobre el antiguo territorio yugoslavo, puesto que concluyó que el paso dado por Pristina había sido legal, dada la excepcionalidad del contexto tras una guerra y las denuncias de limpieza étnica contra los serbios.

Fuente: El País

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