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El desafío de los trans grieta

OPINIÓN 25/02/2023 Mónica Gutiérrez*
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Está probado. Las coaliciones sirven para ganar pero no siempre para gobernar. La pretendida unidad con la que fatigan las fuerzas políticas es un artefacto frágil, una cáscara delgada, una bola que sirve para rodar hasta la fecha electoral pero que estalla en cuanto el poder comienza a destilar sus primeras combustiones.

La grieta también es una construcción de la política. Es funcional porque abroquela, rejunta, compacta. Facilita el amontonamiento en torno a una pretendida identidad. Sirve también para dibujar liderazgos pero no alcanza para gestionar y consolidarlos. La grieta no sólo obstruye, paraliza, impide. También daña de manera irreversible el tejido social.

El discurso de la grieta es perverso y, cómo ocurre con los gases tóxicos, suele escapar al control de quienes pretenden administrarlo. En tiempos tan inciertos como los que nos toca vivir, la grieta ofrece un refugio identitario, una explicación cuasi religiosa a todos los males habidos y por haber.

La simplificación malsana de la realidad que implican los relatos ideologizados tranquiliza a las almas sencillas. La identificación y señalamiento de enemigos a los que se atribuye una carga demoníaca, enmascara los propios fracasos y defecciones. La culpa es siempre del otro. Por eso es muy difícil salir de la grieta, porque garantiza una zona de confort para los convencidos.

La grieta es una suerte de placebo. Produce un alivio momentáneo y ficticio, pero a diferencia de los falsos fármacos tiene efectos colaterales de carácter letal para los sistemas que se pretenden democráticos.

Los conceptos de “unidad” y “grieta” están siendo puestos en juego en estos días de atropellada electoralista.

Horacio Rodríguez Larreta lanzó su candidatura con un discurso “anti grieta” y llamó a “invitar a casa a amigos que uno ha dejado de ver porque piensan diferente”. Una propuesta entre angelical y ridícula en este contexto de animosidades manifiestas.

“La grieta es un invento de la política para generar odio y conseguir votos”, dijo asertivo HRL, quien trató de “estafadores” a los promotores de la división. La calificación de “promotores” bien podría estar dirigida a algunos de los suyos. Dentro del PRO no son pocos los referentes que fogonean la confrontación.

El juego discursivo de los agrietadores seriales permite sostener liderazgos que necesitan de un otro al que oponerse para sobrevivir. La creciente tensión entre HRL y Patricia Bullrich viene en tono de agrietamiento.

Bullrich hace de la confrontación su estilo y mal no le va.

“Argentina no sale con tibios, sale con mucha decisión, tibios abstenerse”, descerrajó y para que no queden dudas se enganchó con el término “estafa” del vocabulario electoral larretista: ”La gran estafa es haber convertido a la Argentina en un país en decadencia”.

La presidente del PRO dio respuesta contundente a las ondas de amor y paz que baja HRL.

¿Con quién vamos a dialogar? ¿Con Cristina, con Massa, con los Moyano, con Grabois?

¿Vamos a dialogar con Zaffaroni?, interpela desafiante la más dura de Juntos.

Las buenas intenciones de Larreta se estrellan contra el frontón de su propio espacio político. Mauricio Macri, que sigue deshojando la margarita, dijo que cree “profundamente en la competencia” y que promete ser “ecuánime” pero que si alguien no garantiza el cambio lo va a decir.

El ex Presidente, que esta semana se pavoneó en las flamantes oficinas de María Eugenia Vidal, apenas horas antes del lanzamiento de Larreta, recela de la capacidad del jefe de Gobierno de la Ciudad para imponer los profundos cambios que necesita la Argentina.

Valora la capacidad de gestión de Larreta pero no ve con buenos ojos su impronta acuerdista. Mucho más allá de egos y narcisismo, una cuestión central los diferencia.

Mientras Rodríguez Larreta quiere llegar al poder con arreglos previos y firmes con otras fuerzas, Mauricio Macri, en cambio, sostiene que lo primero es llegar al poder y recién después, desde una posición de fuerza, intentar acordar apoyo para las drásticas medidas que cree la Argentina necesita. Es esta una cuestión central que los diferencia.

Macri no ve con buenos ojos los acercamientos y amistades políticas del jefe de Gobierno de la Ciudad. La moderación larretista lo empalaga. Prefiere la frontalidad que despliega la muñeca brava de Juntos.

“La piba” no se anda con chiquitas. Ella también, como Horacio, se manifiesta dispuesta a competir contra Mauricio Macri, en las PASO. Pero lo de Larreta es más complejo. El tiene un desafío mucho más extremo. HRL tiene que “matar al padre”. Muchos temen que, si no lo logra, va a ser el “Alberto” de Macri.

Menear el asunto de la “grieta” sirve tanto “para un roto como para un descosido”.

“Yo soy el original anti grieta”, replica Daniel Scioli desde el más allá. “Cuenten conmigo” es la frase que resuena de una carta abierta en la que se pone a disposición de todes para lo que gusten mandar. “Acá estoy para hacer lo que haya que hacer”.

En su literaria reaparición el bueno de Daniel se posiciona como precandidato. Sin pudor alguno para el autobombo, Scioli asegura que “la gente busca experiencia, un dador de confianza, de certidumbre, de tranquilidad, quien pueda cumplir el preámbulo de la Constitución, que construya unidad nacional sobre lo construido y que no venga a romper con todo”.

El embajador argentino en Brasil dice sentirse muy representado por la presentación que le otorgó un periodista: “El traidor que nunca traicionó”. Otro santo varón que está obligado a “matar a la madre” si no quiere correr la suerte de Alberto Fernández, que termina estrangulado por el cordón umbilical que lo ata a su progenitora y que no logró cortar a tiempo.

La cuestión de la “grieta” y el tema de la unidad tienen absolutamente sin cuidado a Juan Grabois. “No quiero que mi generación militante acepte que el límite de lo posible es tener el año que viene otro mediocre, otro tibio, otro cobarde, que no haga las reformas que hay que hacer”.

El discurso del líder de Patria Grande se podría extrapolar con algún comentario al pasar de Mauricio Macri. El tema de fondo es que las “profundas reformas” que propicia Grabois están en las antípodas de las que propone Macri.

Para algunos la grieta es una cuestión de modos, de conversación, de buenas maneras. La banalización del concepto desconoce la matriz ideológica y de profundos intereses cruzados sobre la que se modeló y sustenta el relato K. Ignorar este trasfondo es caer en un voluntarismo naif que no sirve ni convence y solo garantiza nuevas frustraciones.

Esta semana, no obstante, aparecieron recurrentes indicios de que algo empieza a revertirse inevitablemente. Se respira un tufillo a “principio del fin”.

El Senado de la Nación dio por concluidas las Extraordinarias sin haberse reunido. Con la Vicepresidente de la Nación y Presidente de la Cámara Alta recluida en el Sur, la última sesión cayó por falta de quórum.

El ciclo terminó con el bloque partido. Cuatro senadores hicieron rancho aparte y junto a la cordobesa Alejandra Vigo pasaron a conformar un nuevo bloque Unidad Federal. La movida deja en una debilitada situación a Cristina Fernández de Kirchner quién tendrá que enfrentar muchas dificultades para negociar leyes y conseguir el quórum

Con astucia que la caracteriza, CFK convirtió la crisis en oportunidad y sin mayores remilgos subió la carta de renuncia del jujeño Guillermo Snopek al sitio web del Senado.

“Motiva mi decisión, la distancia cada vez mayor que siento respecto al rumbo de gestión del presidente Alberto Fernández, alejado de las prioridades que nuestro pueblo demanda”, argumentaba el senador.

Consecuente con su estilo, CFK presentó su defecto como virtud. La culpa es de Alberto.

El grupo de los senadores en rebeldía se presentan también con intenciones “trans grieta”. Detrás de la movida está la impronta de los gobernadores de San Luis, Alberto Rodríguez Saa, y de Córdoba, Juan Schiaretti. Este último, legítimo esposo de Alejandra Vigo, activo en la conformación de un nuevo espacio dentro del peronismo junto a Juan Manuel Urtubey y otros dirigentes que se proponen “saltar la grieta”.

No fue la de la partición del bloque la única mala noticia para CFK en lo que va de la semana.

El acto del 24 de marzo, en el que el kirchnerismo pensaba transformar en una denuncia masiva contra la supuesta “proscripción” de CFK fue severamente objetado por Abuelas de Plaza de Mayo que rechazaron la idea de mezclar las cosas de un modo tan groseramente utilitario. Le pusieron un límite.

CFK tendrá su acto, pero será el 11 de marzo, en coincidencia con el aniversario de la llegada de Cámpora al Gobierno (Perón al poder) en 1973.

Emilio Pérsico también reubicó a la compañera vicepresidenta. “Dudo que llegue al 40%”, dijo en relación a una eventual candidatura de CFK.

Las declaraciones del líder del Movimiento Evita relativizan el argumento de la “proscripción”. El Movimiento Evita y Barrios de Pie, dos organizaciones sociales ligadas al oficialismo, presentaron este viernes el partido “Patria de los Comunes” con el que pretenden llevar candidatos propios a varios distritos del gran Buenos Aires y Santa Fe.

Las declaraciones de Aníbal Fernández también suman indicios de un progresivo deshilachamiento del poder real y simbólico de CFK.

“No me gustaría una candidatura de Cristina porque el Presidente tiene que ser reelecto”, afirmó. El ministro de Seguridad de la Nación, el funcionario que más cargos ministeriales ha ocupado en los últimos 20 años, dispone de un fino olfato político, y un atento sentido de autopreservación. Y, como todo el mundo sabe, no está acostumbrado a dar puntada sin hilo.

* Para www.infobae.com

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