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Santa Fe abrió el año judicial con un fuerte mensaje por la crisis que vive Rosario: “La violencia es un negocio”

POLÍTICA 16/03/2023 Daniel Abba*
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El especial momento por el que atraviesa Rosario dejó su impronta en el acto de inicio del año judicial en la provincia de Santa Fe.

Una ceremonia que no suele exceder los formalismos de rigor y que solo a veces filtra algún mensaje en clave para la clase política, esta vez estuvo atravesada por las referencias a la inseguridad y sus derivaciones, la guerra de bandas narco, las amenazas y las balaceras, y también a los cambios que deberían producirse para combatir un problema que lleva diez años agravándose.

La ceremonia de apertura que suele realizarse en la capital santafesina, donde está la sede de la Corte, esta vez se trasladó a Rosario, en un gesto simbólico y que estuvo rodeado por un fuerte dispositivo de seguridad. El discurso que pronunció el presidente que tiene en 2023 la Corte Suprema provincial, Daniel Erbetta, registró un auditorio también inédito para estos actos, con dirigentes de todos los partidos políticos santafesinos y una representación institucional pocas veces vista.

Las ausencias más notorias fueron de algún miembro del gobierno nacional y hasta del propio gobernador Omar Perotti, que por tener agenda en la Ciudad de Buenos Aires envió a cuatro ministros de su gabinete. Esas sillas vacías quedaron bien disimuladas por el resto de las presencias, que incluyó a la vicegobernadora de Santa Fe, Alejandra Rodenas, a los tres senadores nacionales de la provincia: Carolina Losada, Marcelo Lewandowski y Dionisio Scarpin, a los intendentes de Rosario, Pablo Javkin, y de Santa Fe, Emilio Jatón, así como a diputados nacionales del justicialismo, socialismo y del frente que integran radicales y el Pro.

Una presencia que llamó la atención fue la del senador provincial Armando Traferri, especialmente después que en las vísperas del acto en la Corte se habilitara una nueva discusión en la Justicia sobre sus fueros parlamentarios, que motivó que protagonizara una suerte de conferencia de prensa, tanto al ingresar a los Tribunales de Rosario como a las puertas del salón de actos del tercer piso donde se desarrolló la ceremonia.

Junto a Erbetta se ubicaron los otros cinco ministros y el Procurador de la Corte santafesina, y en el mismo plano que la presidenta de la Junta Federal de Cortes de las provincias argentinas y CABA, y el Fiscal y la Defensora General de la Provincia, estuvieron los familiares de las víctimas de la violencia en Rosario, que arrancaron un aplauso espontáneo cuando fueron anunciados en el discurso. Es la primera vez que son invitados a este acto anual, donde se traza un balance del debe y el haber de la actuación del Poder Judicial de la provincia.

En sus primeras palabras, Erbetta llamó a “no naturalizar situaciones inaceptables” y pidió que “no nos lleven al lugar de aquel famoso guillotinador que todas las mañanas limpiaba la cuchilla para no ensuciar a la víctima”.

Entre sus principales definiciones pareció contestarle al ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, aunque no lo nombró, cuando dijo que las bandas narcos ganaron la batalla, el día después que balearon el frente del supermercado de la familia política de Lionel Messi.

“No hay ninguna lucha perdida ni en Rosario ni en Santa Fe. Nos ocupa un grave y complejo problema, pero todos los santafesinos estamos dispuestos a cambiar el presente. Rosario necesita de todos los niveles públicos y de todos los espacios políticos”, dijo sin referencias personales.

Si hubo un mensaje central del presidente de la Corte fue el de dar un contundente diagnóstico del estado de situación y proponer las acciones para enfrentarlo. No fue poco frente a un auditorio tan calificado y diverso, que le dio un marco de fuerte presencia institucional a sus palabras.

En ese contexto se preocupó por transmitir “a toda la Argentina” que “estamos juntos para dar cuenta de nuestro compromiso y vocación para asumir el grave problema que afecta a los rosarinos, especialmente a los más postergados, y a comprometer todos los esfuerzos para cambiar este presente y proyectar un futuro con más derechos y en paz”.

Entre sus reclamos de falta de reformas estructurales en la justicia, mencionó una situación crítica que se deberá afrontar en la provincia ya no en Rosario, sino en Reconquista, donde se tramita el concurso de Vicentin, el más grande del presente judicial argentino. Señaló Erbetta que en los juzgados de esa ciudad del norte santafesino quedarán sólo dos de los tres juzgados civiles que había, y hay una vacancia del único juzgado laboral y además fue suspendida una jueza de familia.

A nivel general reiteró la necesidad de cubrir 41 vacantes en el ámbito judicial de la provincia, así como de designar 18 fiscales titulares y 54 adjuntos para el Ministerio Público de la Acusación.

El Papa y la Corte más chica

En un discurso de más de una hora, el presidente de la Corte de Santa Fe nombró tres veces al Papa Francisco, especialmente para aludir a lo que el Pontífice llamó “disparidades hirientes”, para describir un mundo injusto en el que conviven la riqueza con la marginalidad y la exclusión social.

Le dedicó un extenso espacio a las amenazas y balaceras que se acrecentaron en el último tiempo en Rosario. “Son únicas en la historia judicial argentina”, destacó y dio un reconocimiento a “tantas juezas, jueces y fiscales que han demostrado responsabilidad, independencia, idoneidad y el temple suficiente como para asumir riesgos que no cualquiera estaría dispuesto a asumir”.

También cuestionó fuertemente a la Justicia Penal Federal: “Ya nadie puede seria y responsablemente negar la necesidad de una reforma en todos sus niveles y estructuras”, repitió.

Habló de “déficits institucionales que la política nacional debe asumir para paliar la escasa capacidad de rendimiento de la justicia penal federal” con jurisdicción en la provincia. “No es responsabilidad de sus actores, sino un diseño desafortunado, una pirámide invertida, y de la permanente postergación de la implementación del sistema acusatorio y la cobertura de vacantes”, aclaró.

Reiteró sus críticas a la Corte Nacional, la más chica de los países occidentales y de la Argentina: se preguntó si “¿puede naturalizarse que cinco o cuatro jueces, sumamente calificados por sus antecedentes, puedan igualmente estudiar y resolver casi 17.000 o más casos por año?”

Puso el acento en que “las reformas judiciales no se agotan en una cuestión normativa, sino que son un problema esencialmente político e ideológico, y también un problema cultural. “No se trata de una cuestión técnica o procesal, y por eso -dijo- hay resistencias y falta de consensos. Porque lo que estamos discutiendo es poder, una nueva concepción del ejercicio del poder”.

La tremenda violencia en Rosario

Erbetta explicó que la violencia en Rosario no se explica cómo erróneamente se pretende por el narco. “No es que no haya tráfico o que no necesitemos inteligencia criminal y capacidad de respuesta de las fuerzas y justicia federales”, advirtió.

“El problema de Rosario -remarcó- en términos de vidas humanas, es el floreciente mercado local de menudeo de drogas, la tremenda violencia de las organizaciones que lo gerencian y los enormes déficits de una estructura policial fuera de tiempo que ha favorecido la connivencia de algunos integrantes de la fuerza comprometidos o directamente asociados a esas organizaciones criminales. La violencia también es un negocio”, resaltó.”

Describió que hoy hay “un escenario de bandas criminales polirrubros, que aprovechan su expertise en el despliegue de violencia y el fácil acceso a armas y municiones, no sólo para disputar el mercado interno de drogas, sino también para extorsionar a empresarios y comerciantes, usurpar viviendas y venderlas y cometer todo tipo de delitos”.

Destacó que en el escalón final es clave la dimensión financiera de esta trama delictiva. “Las ganancias de esos mercados ilegales no se blanquean en la cárcel ni en los barrios que más sufren la violencia. Financieras, empresas de diversos rubros reciben el rendimiento económico generado con violencia, apelando a sociedades, fideicomisos inmobiliarios y hasta asociaciones mutuales”.

“A este estado de cosas -concluyó- se llegó por la falta de políticas públicas que debemos asumir como responsabilidad de los distintos poderes y especialmente de nuestras diferentes condiciones `políticas”.

Entre los presentes había al menos tres probables candidatos a gobernar la provincia en los próximos cuatro años, a quienes les dedicó una frase: “Con el dolor no se pueden pelear votos”.

Sobre el final puso todas las necesidades de la justicia en el marco de un contexto económico y social. “Tenemos la sensación de vivir el siglo 19 y el siglo 21 al mismo tiempo”. Y parafraseó a un ex presidente estadounidense al decir que “es la desigualdad social”, en lugar de la economía. También citó a un famoso juez de la Corte de Estados Unidos que decía que se podía tener democracia o profundas desigualdades sociales, pero nunca las dos cosas a la vez”.

Entonces trazó un horizonte de esperanza: “Este tema lo resuelve la política, pero no sólo con las instituciones punitivas de la seguridad, sino con programas que apunten a achicar esas desigualdades profundas que existen, porque la exclusión social no es solamente un problema de subsistencia, sino un problema de construcción de identidad”.

* Para www.infobae.com

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