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El hombre que negoció la dolarización con EEUU aconseja lograr superávit fiscal antes que cambiar la moneda

ECONOMÍA 06/05/2023 Martìn KANENGUISER
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El ex viceministro de Economía Pablo Guidotti, quien lideró la negociación para dolarizar la economía argentina en los 90, afirmó que las circunstancias actuales son muy diferentes y que hay que priorizar la recuperación del superávit fiscal antes de pensar en cambiar la moneda.

En una entrevista con Infobae, Guidotti, que secundó a Roque Fernández en el Banco Central y luego en el Ministerio de Economía, consideró que es “prematuro” hablar de dolarización y enfatizó que la mayoría de los países de América latina lograron salir de los regímenes de alta inflación por una política fiscal prudente combinada con la construcción de un banco central independiente.

 
Guidotti comenzó luego del Efecto Tequila a dialogar con Larry Summers en el Tesoro de los EEUU y colaboradores de Alan Greenspan en la Reserva Federal para negociar un tratado bilateral que permitiera la dolarización de la Argentina con el apoyo financiero de Washington. Las conversaciones, que arrancaron bien en el plano técnico, luego se demoraron porque el gobierno de Carlos Menem nunca declaró que quería dar ese paso, hasta que, luego de la devaluación brasileña de 1999, tomó ese camino.

Sin embargo, tanto el equipo económico como el gobierno de Bill Clinton consideraban que se necesitaba el consenso de la oposición para avanzar en las negociaciones y ese apoyo nunca llegó, ni del PJ ni de la Alianza entre el Frepaso y la UCR. De hecho, Guidotti se reunió con los referentes económicos de ambos espacios y la respuesta fue negativa.

Pese a la insistencia de Menem por lograr una “dolarización unilateral”, la idea se evaporó, hasta que ahora resurgió de la mano del candidato libertario, Javier Milei.

Guidotti recordó aquellas circunstancias y las comparó con el presente. Además, expresó su fuerte preocupación por los próximos meses, hasta que se produzca en recambio presidencial en diciembre. “No sé cómo llegan, ni si llegan”, comentó.

- Las negociaciones con EEUU: “La Argentina había superado la crisis del Tequila en el 95, después había empezado una etapa de alto crecimiento, tal es así que en 1997 la tasa de crecimiento fue del 8,1. Pero había turbulencias financieras en Asia y los mercados emergentes estaban mostrando volatilidad. Como la Argentina tenía un tipo de cambio fijo en la convertibilidad, parecía natural evolucionar hacia un esquema que tuviese menos riesgos cambiarios. Era un mundo en el que había solamente experimentos incipientes de países emergentes que dolarizaban o que adoptaban metas de inflación en regímenes flexibles”.

“Era un contexto muy diferente y lo que se discutió con Estados Unidos fue un tratado monetario con dos características fundamentales: que Estados Unidos devolviese el señoreaje y que la Argentina pudiese utilizarlo como garantía colateral de una línea de financiamiento de la Reserva Federal”.

“La idea no era hacer política monetaria independiente, sino que el Banco Central tuviera fondos para actuar de prestamista de última instancia en una crisis y que ese prestamista de última instancia tuviera unos USD 10.000 millones. Ese número surgió por la fuerte salida de depósitos durante el Tequila, así que consideramos que era suficiente”.

“La idea era que la dolarización no podía ser un instrumento utilizado políticamente eventualmente por Estados Unidos y que tenía que tener una fortaleza institucional que le daba un tratado bilateral que debía ser apoyado por todos los partidos políticos en la Argentina y por eso nos reunimos con todos los referentes económicos tanto de del duhaldismo en ese momento que era Jorge Remes Lenicov como del radicalismo, que fueron José Luis Machinea, Ricardo López Murphy y Alberto Rodríguez Giavarini”.

“En Estados Unidos la respuesta, tanto del Tesoro como de la Reserva Federal, fue positiva. Larry Summers estaba muy a favor; obviamente que ellos preferían las dolarizaciones unilaterales porque eran más simples y de hecho El Salvador se dolarizó en esa época”.

“En la Reserva Federal había gente que estaba a favor; Alan Greenspan por ejemplo, y del lado técnico, me acuerdo de Karen Johnson. Claro que tenían las típicas preocupaciones sobre la pérdida de un instrumento de política monetaria, pero la realidad es que en ese momento una política monetaria independiente y eso fue lo que por ejemplo llevó a que Guillermo Calvo y Carmen Reinhardt crearan el término el miedo a flotar. Es decir, los países querían tipo de cambio flotante, pero sin flotar”.

“El mundo actual es muy diferente, porque hoy tenés muchos países exitosos que tienen tipo de cambio flexible y tienen metas de inflación”.

“En aquel momento el problema que tuvimos es que Pedro Pou (presidente del BCRA), que era una de las muy pocas personas que conocían lo que estaba pasando en las charlas, se la contó a Menem, que entonces aprovechó en el 99 a dar a conocer su propuesta. Yo estaba en las reuniones del FMI y Summers me expresó su preocupación por que el tema había salido a la luz”.

“Él salió a aclarar que Estados Unidos no otorgaría una serie de condiciones que nosotros no le pedimos para dolarizar, como que Estados Unidos supervisara nuestro sistema bancario o que pudiéramos tener una silla en la Fed, pero dejó en claro que estaba de acuerdo con la idea”.

“Obviamente De la Rúa y menos Duhalde aceptaron la propuesta, así que en ese momento quedó claro que en el último año de Menem esa idea no iba a prosperar, pero por problemas internos nuestros”.

Escenarios diferentes
- La diferencia entre ambas situaciones: “El panorama es ahora completamente distinto, primero porque la Argentina está enfrentando una crisis muy grande; en 1999 el porcentaje de la deuda-PBI era del 40% y había superávit fiscal primario. Las preocupaciones no eran tanto domésticas, sino básicamente que los mercados emergentes estaban experimentando volatilidad”.

“Más adelante muchos países emergentes entendieron la importancia de acumular reservas internacionales, es decir, de tener un seguro frente a situaciones de volatilidad y entonces ya no volvieron a verse crisis masivas sistémicas en economías emergentes como las que hubo en los 90. Pero la Argentina no está ninguna posición de fuerza, sino más bien está en crisis”.

“Tiene un problema fiscal enorme y muchos otros problemas, por tod­o el régimen absurdo de controles de capital que hay. De modo tal que la Argentina en cierta medida está mucho más cerca de lo que ocurrió en Ecuador al dolarizar y, además, ahora, hay una gran experiencia de países latinoamericanos que han podido crear bancos centrales independientes y creíbles en 10 años, después de la gran crisis global del 2009″.

“También hay diferencias: Ecuador había enfrentado una crisis bancaria muy grande y cuando llegó el momento de dolarizar tenían los depósitos congelados, lo que desde el punto de vista técnico les facilitaba la dolarización. Además, Ecuador sigue siendo bastante inestable; hay que recordar que Mahuad, el presidente que dolarizó, a las dos semanas de haber dolarizado sufrió un golpe de Estado, que bien podría haber terminado con la dolarización, no la terminó porque Lucio Gutiérrez, quien lo sucedió, mantuvo este régimen”.

Reintentar o no
- Dolarizar o no dolarizar: “Todos los regímenes bien administrados pueden ser útiles y tienen ventajas y desventajas, o sea, es como decir que el euro fue una muy mala idea; tal vez en los 90 uno podía pensar también en una moneda dentro de las Américas, pero hoy esa discusión es imposible por la escasa integración económica que hay en la región”.

“Pero también es cierto que hoy perfectamente uno puede pensar en un banco central institucionalmente creíble y que implemente una política monetaria bajo un régimen de tipo de cambio flexible. En ambos casos, con cambio flexible o fijo, primero hay que hacer muchas reformas. Me preocupa que algunos piensen que existe una solución monetaria mágica”.”

“Sería un error pensar que con la situación fiscal actual se pueda dolarizar; la dolarización no va a resolver el problema fiscal, que es muy profundo porque tiene un componente político e institucional muy grande y por lo tanto va a requerir realmente un cambio de mentalidad de la sociedad”.

“Cuando uno va a Estados Unidos la primera cosa que te dicen es Argentina es el país que produce la mayor cantidad de soluciones financieras a los problemas, que siempre fracasan. Por eso tenemos que enfocarnos en lo principal y sería una distracción mirar solo los temas puramente monetarios”.

“Por ejemplo, en el contexto del muy mal programa que la Argentina tiene con el Fondo, aún si hubiese cumplido las metas fiscales de este año, estaría teniendo un déficit fiscal financiero más grande que el del año pasado, a pesar de que el déficit primario cayera. Creo que hay que dejar de hablar de balance primario y empezar a mirar lo que genera el aumento en el endeudamiento; tiene que tener un superávit primario de 2% del PBI en 2024″.

“El próximo gobierno de Argentina va a empezar sin credibilidad, por más que cambie el signo político, los inversores van a esperar que se pongan en marcha acciones concretas. En 2015 claramente hubo un error al pensar que Argentina podía incluso aumentar el déficit porque iba a haber financiamiento. Eso era no entender el funcionamiento de la economía internacional. La idea de que más credibilidad puede generar más acceso al financiamiento que va a permitir dolarizar a un menor costo sin hiperinflación no es lógica”.

“Es prematuro pensar en qué régimen monetario queremos terminar; primero tenemos que hacer un plan de estabilización y fundamentalmente crear las condiciones para que se corrija el desequilibrio fiscal y se eliminen un montón de regulaciones absurdas; también hay que bajar el gasto público improductivo y permitir que se eliminen los impuestos a las exportaciones que no existen en ningún otro país. Cuando uno habla de gasto público está hablando de una masa de corrupción enorme”.

“El ajuste no significa terminar con la educación; hay un montón de gastos por corrupción e ineficiencia en el Estado que pueden permitir el ajuste que permita reactivar la economía, incluso bajando impuestos. Después de eso podemos discutir si lo mejor para la Argentina es tener un banco central que opere igual que los de Perú, Chile, Colombia, Brasil o Paraguay, porque no hay nada que lo impida”.

“Si después Argentina quiere explorar áreas monetarias con otros países de América Latina puede ser. Pero va a haber una discusión muy amplia porque hoy en día la gran mayoría de los países de América Latina tienen inflación baja y no tienen ninguna intención en meterse en un área monetaria”.

Corto plazo
- La transición hasta diciembre: “Es muy complicado llegar a las elecciones y al cambio de gobierno de la manera que lo estamos haciendo; la Argentina está haciendo cosas que van a generar una caída muy fuerte en el PBI, de 3 o 4 puntos, superior a otras recesiones previas, con una inflación del 130% o más y una brecha cambiaria que se va a ampliar. No está nada claro que lleguemos aun así”.

“La sequía es un shock que no estaba previsto el año pasado y que representa una caída de ingresos por USD 22.000 millones; ningún país frente a un shock de ese tipo dice que no va a cambiar nada. Ya estamos sin reservas y hay un manejo muy poco profesional que me sorprende porque si Sergio Massa se quisiera presentar como candidato a presidente debería estar anticipando lo que piensa hacer si gana y no dejarse una auto bomba”.

- El programa con el FMI: “Es un programa horrible, criticado en todo el mundo y cuyo objetivo único era refinanciar la deuda. Ya se incumplieron todas las metas que tenía y creo que va a ser imposible reavivarlo. Tal vez haya una negociación inconclusa donde van a usar la palabra ‘constructiva’ cada vez que salen a hablar de las reuniones, pero va a ser algo como Pakistán donde negocian, pasan las semanas y no me sorprendería que Argentina también entre en atrasos”.

Fuente: Infobae

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