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El peronismo llega al final de la campaña con optimismo para dar vuelta el resultado de las PASO

POLÍTICA Joaquín Mugica Díaz*
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“El domingo cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar”. El grito de guerra, bien futbolero y bien argentino, salió del corazón de la cancha de Arsenal de Sarandí, donde los sindicatos y los movimientos sociales se amontonaron para presenciar el cierre de campaña de Axel Kicillof y Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires. En el peronismo hay optimismo. Mucho. Pese a todo.

Unión por la Patria (UP) llega al final de la campaña con la expectativa de dar vuelta el resultado de las PASO. Es decir, de abandonar el tercer lugar y subirse al primer escalón del podio. Es un objetivo de máxima que parece demasiado pretencioso y que está autoimpuesto por las arengas y la necesidad de mostrarse ganadores.

Un objetivo más viable parece ser el de forzar un balotaje con Javier Milei, que aparece primero en todas las encuestas. Si eso sucediera, pondrían en juego la polarización en su máxima expresión. Confrontar con el libertario implicaría, según entienden, enfrentar un proyecto de país viable con uno inviable. Blanco o negro.

El discurso de Milei y sus polémicas afirmaciones sobre la dolarización, el Papa Francisco y la dictadura son parte del argumento que tienen en el peronismo para creer que no puede llegar a la Casa Rosada. Entre esas ideas y la propuesta de Massa de generar un gobierno de unidad nacional hay una distancia enorme, motivo por el que consideran que, al final del camino, la gente no lo elegirá. “La sociedad no se va a suicidar”, resaltó un intendente del conurbano.

“La factura por la economía ya nos llegó en las PASO. Como le pasó a Macri en el 2015, que después tuvo una levantada muy fuerte para las elecciones generales. Hay una expectativa grande de que podamos lograr un buen resultado”, explicó un importante dirigente social con muchos pergaminos en las filas peronistas. En el oficialismo están convencidos que lo peor ya pasó y que quedó concentrado en los 27 puntos que sacó en las PASO, por debajo del piso histórico del 30%.

Esa teoría difiere de la que tienen otros dirigentes, que piensan que, recién cuando se abran las urnas, el peronismo sabrá con absoluta seguridad cómo le impactó en la elección el escándalo de Martín Insaurralde, el 25% de inflación en dos meses y el dólar blue a $1000. El optimismo tiene matices pero sobrevive en todos los rincones de Unión por la Patria.

El estado de ánimo actual es completamente distinto al que había después de las PASO, cuando la mayor parte de la dirigencia tardó más de una semana en pisar el escenario político y comunicacional, y empezar a delinear un mensaje claro respecto al camino que la fuerza política debía recorrer. Ahora está instalada la idea de que pueden pelear por la presidencia hasta el final. De que están en competencia.

En esa efervescencia es que siguen dando a Patricia Bullrich afuera del balotaje. No la cuentan como rival. “El domingo la gente la va a sacar afuera de la cancha. Pero en el balotaje no vienen caricias para nosotros. No hay que hacerse los rulos”, resumió un funcionario nacional de unos de los ministerios más importantes de la estructura gubernamental. Optimismo con moderación. Sobre todo pensando en una hipotética segunda vuelta.

En las arterias oficialistas saben que hay dos universos de encuestas bien diferentes. Un grupo lo posiciona a Milei con 34 puntos y a Massa con 32. Números aproximados. Y a Bullrich la colocan en un tercer lugar con 26 puntos. Es decir, sin ser competitiva para ingresar al balotaje. Pero hay otro grupo de encuestas que lo ponen a Milei en 36 puntos y a Massa y Bullrich, mano a mano, peleando el segundo puesto con cerca de 28 puntos.

Esas realidades distintas que pintan las encuestas - que todos consumen más allá de que muchas fallaron en las PASO - generan sensaciones encontradas en muchos dirigentes, que por momentos creen que el pase al balotaje está asegurado, y por momentos temen una catástrofe electoral en la noche del domingo. Es decir, quedar afuera del balotaje. Ese es un escenario que nadie analiza en el oficialismo porque creen que no tiene sustento. Nadie se imagina afuera de la pelea final.

En el acto en Sarandí, Kicillof y Massa siguieron la misma línea argumental. Se necesita de dos gestiones del mismo color político en la nación y la provincia para poder salir de la crisis. Para gestionar en conjunto y alineados. Es un tema sobre el que el Gobernador hace tiempo que vienen machacando, afirmado en datos estadísticos que le dan un buen panorama para concretar su reelección.

“Hay mucho en riesgo y mucho por defender. Los problemas que hay no se resuelven con motosierra, dinamita o ajuste. La provincia no se salva sola. No alcanza con un gobierno local. Necesitamos un proyecto nacional que aguante los embates de la deuda externa que nos dejaron”, sentenció Kicillof, que parece tener el caballo ganador en la batalla por la gobernación y quiero subirlo a Massa detrás suyo.

El ministro de Economía le devolvió gentilezas planteando en público uno de los grandes objetivos que tienen en peronismo en este segundo tramo de la campaña. “El domingo gran parte del triunfo va a ser por el esfuerzo y el resultado de los compañeros de la provincia de Buenos Aires”, indicó. El oficialismo necesita mejorar su performance electoral en el territorio bonaerense si quiere meterse en la segunda vuelta. Es una necesidad más que un deseo.

Las dos claves para el domingo son levantar la cantidad de votos en los anillos más poblados del conurbano y en el norte grande. Tarea de intendentes y gobernadores. Reducir el corte de boletas e incentivar la asistencia a los colegios para aumentar la cantidad de adhesiones respecto a las PASO. Massa necesita que Kicillof apuntale bien la provincia de Buenos Aires para ingresar a balotaje. Y que los gobernadores norteños hagan lo mismo.

Quedan pocas horas de campaña. Massa participará esta tarde del cierre de Leandro Santoro en el Luna Park y el jueves hará un cierre nacional despolitizado. Estará en una fábrica con trabajadores. Allí lanzará sus últimas palabras antes de la elección del domingo. Lo que suceda después - más allá de lo que puedan expresar las encuestas - es indescifrable.

* Para www.infobae.com

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