Señales de alerta: la soja quedó en su valor más bajo desde 2006 y Brasil sigue devaluando el real
ECONOMÍA Virginia PORCELLALa de ayer podría haber sido una jornada completamente negra en el mercado si los bonos de la deuda no hubieran resistido el embate generalizado que afectó a los mercados globales y repercutió en la Argentina con una fuerte presión sobre el dólar y también un mal desempeño de las acciones.
Una parte de esos movimientos, particularmente en el mercado cambiario, se atribuye a la estacionalidad típica de diciembre mientras que los activos privados no pudieron escapar a la caída de los mercados globales tras la decisión de la Reserva Federal de los Estados Unidos de bajar 25 puntos la tasa de interés. La medida estaba dentro de lo esperado pero la advertencia del titular de la entidad, Jerome Powell, respecto de una posible actitud “más cautelosa” en 2025, desencadenó el malestar de los inversores.
Esa reacción tiene efectos colaterales para la Argentina: tanto la soja, principal producto de exportación del país y, por ahora, indispensable fuente de divisas, acusó el impacto con una baja de 2,6% y acumula un retroceso de 7% en la semana. La tonelada cerró ayer en USD 349, lo que equivale a su valor real más bajo desde septiembre de 2006, según el cálculo del economista de Romano Group, Salvador Vitelli.
No es una buena noticia para la economía argentina. Mucho menos en el contexto del ensanchamiento de la brecha cambiaria de los últimos días, cuya virtual desaparición a principios de mes compensaba en algo el atraso cambiario para los exportadores. Con la caída del precio del grano, esa ecuación empeora y el nivel de las retenciones vuelven a quedar en el centro del debate. Dólar y precio bajo resulta una combinación letal para el sector.
Pero el panorama se complicó ayer aún más. En el marco del nerviosismo generalizado en todas las plazas del mundo, los capitales siguieron huyendo de Brasil y el dólar llegó a cotizar en 6,30 reales, un máximo. “Soja en el piso y real en el techo” fue la breve síntesis del economista Amílcar Collante, quien definió la situación como una “doble Nelson” para la Argentina.
Mientras el Gobierno promete la eliminación de retenciones al campo en 2025 (en la medida que se sostenga el superávit fiscal), en el equipo económico desestiman, por ahora, complicaciones mayores por el impacto de la devaluación brasileña. “Es una situación puntual, no hace al enfoque de política cambiaria”, aseguraron.
Sin embargo, en la medida que la moneda brasileña no se estabiliza, en la industria crece la inquietud. En principio porque las importaciones del país vecino se abaratan notablemente en la medida que sube el dólar en Brasil -acumula 30% de suba en el año a pesar de la intervención del Banco Central brasileño en las últimas jornadas para moderar la escalada-, en el marco de un dólar oficial que los empresarios del sector consideran “atrasado”.
Al mismo tiempo, Brasil es el principal destino de las exportaciones argentinas y la devaluación del real las encarece. Con todo, no es esa la mayor amenaza para la economía argentina.
El principal riesgo que se desprende de la crisis fiscal y de confianza en Brasil es que su economía ingrese en recesión. Se apagaría así uno de los grandes motores de crecimiento para la economía argentina, de la que se espera una recuperación contundente el próximo año.
La contrapartida, sin embargo, se podría verificar en el mercado financiero. La Argentina escapa a la tensión que enfrentan el resto de los países emergentes de la región y puede eventualmente atraer el flujo de capitales que salen de esas economías, particularmente de Brasil, pero siguen buscando rendimientos atractivos.
Fuente: Infobae