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La ambigua estrategia electoral de Milei incomoda y desconcierta al PRO de Macri

POLÍTICA Brenda Struminger*
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Javier Milei y Mauricio Macri aún están lejos de llegar a un entendimiento para que La Libertad Avanza y el PRO confluyan en las elecciones legislativas de 2025. A pesar de las palabras del Presidente a favor de un eventual acuerdo, los mensajes que emite la Casa Rosada desde el inicio de la gestión son ambiguos y reina la desconfianza en el partido amarillo. Al filo del año electoral, hay lugar para cualquier desenlace.

“O vamos juntos en todos lados o vamos separados; trampas al electorado, no”, dijo el jefe de Estado en una entrevista en plena época de fiestas. Y la frase sonó como un ultimátum para los socios. Desde su refugio en Cumelén, el jefe del PRO se mostró “de acuerdo” con la invitación del Presidente, pero estableció un pliego de condiciones: exigió “cumplir con la palabra”, ser “transparentes” y “cuidar” la república.

No sólo en la víspera de la Navidad Milei pareció sugerir que busca un acuerdo: la semana pasada, cuando se mostró en contra de “los rótulos”, estaba lanzando un mensaje en la misma dirección. Pero, de la misma forma en que las vagas palabras del jefe de Estado parecen abonar una alianza formal, los pasos de su hermana, Karina Milei, o de Santiago Caputo, su principal asesor, las contradicen. Especialmente sus amenazas políticas en la Ciudad de Buenos Aires, el bastión de PRO por excelencia. Las más recientes se materializaron en el acto de Floresta para desafiar a Jorge Macri; y en el voto de sus emisarios en la Legislatura en contra del Presupuesto del primo de Mauricio.

Además, Caputo le hizo saber a sus socios del PRO que no descartaba como opción competir separados en la Capital para quedarse con los tres senadores que se ponen en juego en 2025. El estratega creía que era un plan conveniente para quitarle escaños al peronismo y al radicalismo. Incluso, Sebastián Pareja, armador de Karina Milei en Buenos Aires, dejó entrever que evaluaban un pacto parcial. Es decir, un acuerdo que contemple la situación en cada distrito.

En el Gobierno admiten que las señales que emiten sus líderes son equívocas, pero aseguran que las imprecisiones, las idas y vueltas, y las contradicciones no obedecen a una táctica de “policía bueno-policía malo”, donde se asumen roles opuestos para confundir y forzar reacciones. En cambio, dicen que existe una verdadera falta de definición en la cúpula sobre el mejor camino a seguir.

“No es lineal, los dos pueden querer o no, según los términos. Y los términos no están claros, ni van a estarlo”, deslizaron confusamente en Balcarce 50. Nadie se atreve a hablar directamente de “diferencias” entre el Presidente y su hermana, pero en la descripción que hacen en sus entornos sobre sus respectivas ideas hay una importante divergencia.

Por un lado, Karina quiere preservar la independencia del partido y “proteger” a su hermano. Y en la ecuación pesa el factor personal: nunca le perdonará a Macri que haya relativizado su papel por su escasa experiencia en política, cuentan en su entorno. “Lo de Karina tiene sentido”, dijo un funcionario con despacho en la Casa Rosada. “Ella es la madre de la criatura y la cuida con otra lógica, que es razonable”, dijeron, en referencia al partido de La Libertad Avanza. En el peor de los casos, estaría dispuesta a reclutar dirigentes amarillos a sus filas, pero no más que eso. “Hay referentes de PRO con los que nadie, ni Karina, se sentiría incómodo con que pasen a nuestras filas”, dijeron.

Por otra parte, quienes conocen bien al Presidente aseguran que nunca dudó de cerrar un pacto con Macri. Y no sólo eso: cuentan que desde que incursionó en la política favorece las alianzas, en términos generales, siempre y cuando haya “coincidencia de ideas”. Incluso en la campaña presidencial, cuando las expectativas sobre su performance no estaban tan claras, les decía a los más cercanos que estaba dispuesto a arreglar una fusión con Patricia Bullrich para las Generales, sacrificando su propio lugar (nunca fue el caso con Horacio Rodríguez Larreta, a quien siempre despreció ideológicamente porque no tenía suficiente liberalismo en sangre). “Javier siempre tuvo una postura aperturista, esto fue un esbozo más de eso”, sostuvo un funcionario. Sin embargo, agregó: “Esto no significa algo definitivo ni que linealmente tenga que ser así”.

La gran pregunta es si se impondrá la visión del Presidente, o la de Karina Milei. Y ni siquiera los más encumbrados funcionarios libertarios (del “triángulo de hierro” para abajo) saben qué ocurrirá, ni de qué manera. Por lo pronto, la variable de ajuste para encontrar una solución al dilema, dicen, serán los números de las encuestas y la conveniencia. “Acá es cierto que lo que mide es la marca. LLA mide más que PRO”, deslizó un dirigente que está a favor de una estrategia de reclutamiento de dirigentes, en lugar de un pacto formal.

El diálogo subterráneo entre los líderes está prácticamente cortado y hace meses sólo fluye a través de trascendidos o diálogos entre terceros. A pesar de los más recientes intercambios de ideas en público, por ahora se mantiene en reserva si el jefe de Estado y el ex mandatario volvieron a comunicarse, al menos para desearse una feliz Nochebuena.

En medio de estas especulaciones, en PRO, pero también en las filas libertarias, se encuentran a la espera de leer el resto del reportaje del Presidente con la revista Forbes Argentina, donde sentó un principio de posición sobre la relación con los aliados (saldrá publicado el 29). Pero sobre todo, aguardan el momento en que el Presidente dé un paso concreto. Como mínimo, que conversen con mayor profundidad: con Macri no se ven desde hace meses y sólo hablaron escasas ocasiones, frugalmente, por chat.

Por su parte, Macri antepuso la preservación de las instituciones a la alianza electoral con sus aliados naturales de LLA. En su entorno repiten que el ex presidente buscó fijar posición ante las idas y vueltas o el “destrato permanente” de la mesa chica de Milei. Y en la cúpula del PRO advierten que decidió recoger el guante frente a un oficialismo que no establece condiciones claras para consensuar una eventual alianza y envía señales ambiguas.

Después de los desencuentros de los últimos meses, si volvieran a verse en persona sería al menos una señal en el sentido contrario al que plantea Karina Milei. Hasta ahora, excepto contadísimas ocasiones, los deseos de la secretaria general del gobierno de Milei casi siempre se cumplieron. Y por lo pronto, los libertarios no parecen tener apuro. “Nadie sabe cómo va a terminar articulándose esto. Es un proceso que seguirá acomodando con el transcurrir de los próximos meses”, dicen en Casa Rosada.

* Para www.infobae.com

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