Las dos fronteras que impone el FMI en las negociaciones que comienzan en Washington
ECONOMÍAAgencia de Noticias del InteriorA pocas horas de comenzar un nuevo encuentro personal entre el equipo económico y el staff técnico y directivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), durante la asamblea conjunta del organismo y el Banco Mundial que comenzó ayer en Washington, Argentina, ya sabe que hay dos cuestiones irreductibles a la hora de entablar conversaciones entre el país y el organismo.
Ni las metas fiscales o monetarias pactadas en el acuerdo de Facilidades Extendidas firmado en marzo del año pasado pueden negociarse, ni el Fondo está dispuesto a modificar las tasas de interés (sobrecargos) que se le cobran al país.
Ambos capítulos son pétreos y no están abiertos al debate o negociación. La imposición excede incluso al FMI, y llega a la administración de Joe Biden.
La ayuda comprometida por el gobierno de los Estados Unidos no alcanzará la apertura del debate en lo firmado con el organismo en el marco del crédito de Facilidades Extendidas en los rubros déficit y emisión, ya que se los considera como la única métrica fronteriza para que el país pueda tener algún esquema de racionalidad dentro y fuera de sus fronteras.
Efecto sequía
Se cree, además, que las consecuencias de la severísima sequía que azotó la Argentina, se concentran en la imposibilidad de aumentar las reservas de divisas en el Banco Central, pero no en la posibilidad de maniobrar el rebelde gasto público y su financiamiento vía emisión monetaria.
Tanto para el FMI como para la Secretaría del Tesoro norteamericano, que maneja Janet Yellen (que sigue muy cerca el caso local), Argentina no solo no tiene margen de maniobra sobre el gasto, sino que además se trata de la variable donde los sucesivos gobernantes más promesas incumplidas acumulan. Y donde cualquier ayuda terminaría siendo contraproducente. En consecuencia, el déficit pactado de 1,9% deberá sostenerse.
En cuanto a la posibilidad de negociar las tasas de interés que se le aplican al país, también hay coincidencia en el FMI y la administración Biden. El tema le había quedado en claro al propio Alberto Fernández, quien en la gira de hace 20 días por Washington, sabía que el gobierno de los Estados Unidos ni siquiera tenía el tema en agenda posible de discusión (ni para Argentina ni para el resto de los acreedores), sobre la reducción potencial de las sobretasas o sobregiros de las tasas de interés que aplica el organismo que maneja Kristalina Georgieva.
Agenda sin cambios
La número dos del FMI, Gita Gopinath, también se lo había dejado en claro al ministro de Economía, Sergio Massa, en la reunión previa al encuentro entre Alberto Fernández y Biden de la Casa Blanca, aclarándole que, eventualmente, en la agenda de flexibilizaciones del FMI solo estarían en carpeta discusiones sobre las metas de reservas que deberá cumplir en Banco Central.
La conclusión final es que el ambicioso proyecto de lograr una reducción en las tasas de interés que se le aplican al país dentro del acuerdo de Facilidades Extendidas firmado en marzo del año pasado, no podrá ejecutarse durante este año. Y que, eventualmente, sería un proyecto que debería rediscutir (con dudosas posibilidades de éxito), la gestión que suceda a la de Alberto Fernández.
Lo que definió Gopinath aquel día en el FMI es que el organismo no modificaría su tradicional posición (ahora acompañada por la Casa Blanca) de no avanzar en reducciones en las tasas de interés que se le aplican al país, salvo que haya una decisión política que venga determinada desde la conducción máxima del organismo.
Esto es, el board del FMI, que responde órdenes de los países que lo manejan. Especialmente los Estados Unidos, que detenta la mayoría accionaria, y los miembros de la Unión Europea. Sin que los gobiernos de estos países presionen al directorio, desde la conducción de Georgieva no se podrá avanzar en el tema. Y, según lo que se desprende de la administración Biden, esto tampoco está en las prioridades (ni siquiera en la agenda) de Washington.
El pedido argentino se basaba en el reclamo para que se le que se le aplique al crédito de Facilidades Extendidas vigente una reducción en los sobrecargos que debe pagar el país por el acuerdo; los que llegan al máximo posible que puede aplicar el Fondo.
Esto es 4,05%, lo que implica un costo extra por unos US$ 10.000 millones en todo el transcurso del préstamo. La idea de la Argentina era rediscutir ese sobrecosto que se le aplica por haber pedido el gobierno de Mauricio Macri al negociar el Stand By de 2018 más dinero que el que reglamentariamente podía acceder, y luego no haberlo pagado en tiempo y forma, y haberlo renegociado luego entre febrero de 2021 y marzo de este año.
La tasa máxima del FMI se ejecuta por castigo, y solo una decisión política de los socios máximos del organismo podrían hacerla retroceder. En el momento de la discusión del acuerdo entre el exministro de Economía, Martín Guzmán, y los hombres y mujeres del Fondo, se reclamó discutir el capítulo, dejándose en claro en la sede del organismo en Washington que era una cuestión que debía llegar desde la Casa Blanca.
La insistencia de la Argentina en conseguir una rebaja en las tasas de interés que se apliquen en un eventual Facilidades Extendidas era un capricho. El ahorro que hubiera implicado para el país en los 12 años totales que durará el acuerdo, que sería de US$ 1.000 millones anuales (u$s10.000 millones en total). Pero, como se trata de intereses y no de capital, ese dinero debería ser liquidado todos los años que dure el acuerdo, comenzando por el semestre posterior a la firma del crédito de Facilidades Extendidas.
FUENTE: MDZOL.COM