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¿El programa con el FMI es inflacionario?: el debate que se abrió tras la crítica de Cristina Fernández

ECONOMÍA 07/05/2023 Mariano Boettner*
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“Ese acuerdo con el FMI es inflacionario porque es una política enlatada que se aplica como una receta monotemática en todos los países. El principal causante de la variación del precio es la variación del dólar”. La frase fue pronunciada por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en un acto en La Plata y abrió un debate entre economistas: ¿Es el programa acordado con el Fondo Monetario en marzo 2022 el causante de la aceleración de la inflación desde entonces? La respuesta para algunos es que sí, aunque hay muchos asteriscos que complejizan el debate. Y la repregunta que surge: ¿Habría menos inflación si el Gobierno no hubiese llegado a un acuerdo a tiempo con el organismo? es contrafáctica.

En rigor, el programa vigente de Facilidades Extendidas (EFF) no contiene metas ni objetivos mensurables de reducción de la inflación, aunque es insistentemente señalado como un horizonte al que el Gobierno debería apuntar. En ese sentido, el acuerdo enmarca una serie de políticas que prepararían el terreno para una baja sostenida en el ritmo de precios.

El primer documento del Fondo Monetario que oficializó el acuerdo EFF con la Argentina menciona 183 veces la palabra inflación, a la que aseguró, el staff consideró “alta y persistente”. Como marco general, el FMI planteaba que el Gobierno debía combatirla con una “estrategia múltiple que implica la eliminación del financiamiento monetario del Presupuesto, un fortalecimiento del marco y las operaciones de la política monetaria, incluidas las tasas de interés de referencia reales positivas”. Tasa, menos déficit fiscal y menos emisión: el manual del FMI.

El organismo estimaba en ese momento (marzo de 2022) una inflación anual de entre 38 y 48 por ciento que estaba sujeta a riesgos, entre ellos la suba en los costos globales de la energía y de los alimentos. A fin de año esa cifra terminó en 94,8 por ciento.

Días después de que se conocieran los fundamentos del programa, la consultora PxQ, de Emmanuel Álvarez Agis -ex viceministro de Axel Kicillof- planteó que por las propias características del acuerdo, la inflación no asomaba como una prioridad. “La baja de la inflación no constituye una meta con el FMI sino que, dadas las herramientas anti-inflacionarias utilizadas, es casi una expresión de deseos”, sostuvo.

En ese sentido, manifestaba en ese entonces que “un mayor ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial, tarifas al 40% en lugar del 8% de 2021, un gasto en términos reales que se expande y una indexación del gasto público previsional y salarial” justificaban esa idea.

“El FMI argumenta que una tasa de interés real positiva, una reducción del déficit fiscal y una menor emisión monetaria serán herramientas suficientes para que la cota superior de la inflación 2022 sea de 48%. En este punto, ambas partes (el FMI y el Gobierno) omiten explicar por qué este tipo de herramientas serían efectivas si cuando en 2021 hubo una menor reducción del déficit fiscal, una tasa de interés real decididamente positiva y una meta de emisión monetaria cero que efectivamente se cumplió: la inflación nuevamente fue 51% ¿Por qué esta vez sería distinto?”, se preguntó la consultora PxQ.

Algunos de esos argumentos son los que tomó Cristina Fernández de Kirchner para su crítica a la naturaleza y características del programa, principalmente la falta de ancla nominal con el dólar como herramienta para no darle un empuje adicional a la inflación y el déficit fiscal como un determinante en los niveles de precios.

Qué dicen los economistas

Economistas consultados por Infobae creen que el acuerdo contiene medidas que pueden implicar con claridad presiones inflacionarias adicionales, aunque como parte de una hoja de ruta que prepare el terreno para, con una macroeconomía más ordenada, encarar un proceso de baja del ritmo de aumento de los precios al consumidor. Por eso la respuesta, en definitiva, es difusa: sí, pero.

El economista jefe de la consultora PxQ, Pedro Martínez Gerber, dijo a este medio: “La política anti-inflacionaria es la parte más floja del acuerdo. El FMI argumentaba que con reducción del déficit fiscal, menor emisión y una tasa de interés real positiva alcanzaba para bajar la inflación, pero por otro lado en el acuerdo le pidió a Argentina una aceleración del crawling peg (devaluación), aumento de tarifas e indexación del gasto previsional y salarial”.

“Es probable que un programa necesite inicialmente un reacomodamiento de precios relativos (tipo de cambio y tarifas), más política fiscal y monetaria contractiva y acuerdos sectoriales. El tema es que no se planteó así con forma de programa integral”, consideró Martínez Gerber.

Por su lado, Lorena Giorgio, economista jefa de Equilibra, sostuvo que “las medidas que se tendrían que tomar para cumplir con lo acordado con el FMI si son inflacionarias, pero no porque el acuerdo lo sea por naturaleza, sino porque los desajustes de precios relativos necesitan de ciertas medidas de shock”. “Diferente era la situación a principios de 2021, por ejemplo, cuando el tipo de cambio real se ubicaba alineado o apenas por debajo del que el FMI considera ‘de equilibrio’. Hoy el atraso supera el 15%”, dijo.

“Teniendo en cuenta la situación actual de la economía argentina, cumplir con las metas del acuerdo inicial firmado con el FMI muy probablemente necesitaría de una devaluación del tipo de cambio oficial (o de un desdoblamiento cambiario en su defecto) que tendría su impacto en la inflación, y un ajuste fiscal más agresivo, que implicaría reducir más aún los subsidios. No hay mucho margen de maniobra para seguir recortando gasto sin tocar demasiado las variables que son más sensibles socialmente”, apuntó Giorgio.

Por su parte, Claudio Caprarulo (Analytica), fue contundente: “El acuerdo con el FMI es inflacionario, principalmente porque pide hacer un ajuste en las tarifas, que es una actualización que haga caer los subsidios a la energía y al transporte. Pero también porque pide que no se atrase el tipo de cambio y eso implica una aceleración del tipo de cambio oficial”.

“Entonces aumentan casi todos los precios de la economía por esa devaluación más rápida y por otro, la energía y el transporte por la reducción de subsidios”, continuó. Ahora bien, “si no estuviese el FMI, ¿Habría otro plan para hacer otra cosa?”, se preguntó Caprarulo.

“La respuesta es que no. Antes lo que hay que hacer es ordenar los precios relativos, evitar el atraso de las tarifas, porque sino traen otros problemas de financiamiento del sector público, de aumento en el nivel de importaciones por encima del nivel que se necesita para producir, solo para acumular inventarios. La política de atrasar tarifas es inflacionaria, contribuye a que se perpetúe la inflación. En el corto plazo se necesita ese aumento en la inflación para entrar en un sendero de desinflación”, concluyó el economista.

En tanto, el economista de la consultora Sarandí, Sergio Chouza, planteó que “hay un marco de política económica que es sano y deseable aplicar, independientemente de si está en un programa con el Fondo, es un debate valioso”, dijo a Infobae.

“Los puntos sobre los que se habla sobre el carácter inflacionario del programa es el no uso de atajos por la vía de anclas nominales, como tipo de cambio o la política tarifaria. La tasa de interés desacoplada de la inflación indica que no es un buen marco de política. CFK habla principalmente de la cuestión cambiaria, que corra en paralelo a la inflación”, mencionó Chouza.

“La discusión de los ‘niveles’ también importan, no es lo mismo discutir si mantener fijo el dólar o no con una inflación de tres dígitos”, continuó. “Hay que dejar abierto el debate sobre cuáles estrategias sirven para trazar un horizonte económico, para normalizar y dar un sendero estable y cuáles otras no. No creo que haya que subsidiar los consumos energéticos y transporte de manera universal, hay que segmentar como premisa, los subsidios no son un mecanismo eficiente”, dijo el economista de Sarandí

De todas formas, concluyó Chouza: “No hay que rehuir al debate de que haya un horizonte pero también asumir que en el corto plazo pueden surgir algunas urgencias que te hagan hacer uso de esos atajos”.

* Para www.infobae.com

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